Crisis... huye de mi... [Hugh]

Tomó un bolígrafo y papel de los que dejaban en la mesa junto a su cama, en la habitación que ocupaba dentro del hotel en que se hospedara, al menos mientras encontraba una manera de abandonar la villa para regresar a la civilización. La punta del bolígrafo comenzó a trazar caracteres regulares que formaron frases y a su vez ideas, dando coherencia y claridad a los pensamientos de Hugh, mientras las voces clamaban y lloraban dentro de su cabeza. ¿Alguna ves terminaría? Tal vez, cuando visitará un psicólogo y encontrara la razón médica de semejante padecimiento mental.

Después de casi quince minutos dejó de escribir, respirando hondo y rescostándose en su cama durante unos instantes. Las voces le molestaban, siempre lo hacían, y las escuchaba aún en lo profundo de la semi consciencia. Giró un par de ocasiones tratando de conciliar el sueño, de descansar un poco a falta de algo mejor que hacer en esa horrenda villa. No obstante, tenía bien en claro que para salir de aquel claustro necesitaba conocerlo a fondo, estudiarlo, volverlo como su propio hogar; esto debido a que parecía no haber vehículos de salida, carreteras, internet, teléfonos o un maldito mapa del exterior. ¿Seguía en Europa? ¿Seguía siquiera en la Tierra?

Se vistió con uno de sus atuendos azules, tomando la 9mm y guardándola detrás de sí, sostenida por el cinturón y oculta por la camisa. Bajó por las escaleras sin prisa alguna, asegurándose de dejar cerrada la puerta para evitar que encontraran el dinero o otro cargador de su arma.

Deambular por las calles de la villa era bastante perturbador, más aún porque ocasionalmente oía los llantos de algunos asesinados por él o por órdenes de él. Desde luego, su frialdad le ayudaba a combatir aquellos terribles seres que se habían alojado en su cerebro como por arte de magia... o de un golpe, o de alguna toxina albergada en la jodida niebla que cubría varias parte del pueblo. Ligeramente cansado de las luces excesivas, se desvió en un callejón, mirando el fondo del mismo y... la silueta que se encontraba recargada de una pared. Avanzó a través del mismo como si nada, hasta que de pronto la duda le asaltó... ¿Y si ella también oía voces? Dio media vuelta y se aproximó donde la mujer, lenta y calmadamente.

-¿Se encuentra bien?- preguntó en el tono más amable, preocupado y honesto que pudo fingir el "caballero" irlandés...

Aguardó en el silencio de la duda durante unos instantes, al final, realmente prefería estar ahí, en la incertidumbre, que con las voces merodeando su cabeza en un cuarto silencioso donde fácilmente eran capaces de apoderarse de su mente y cuerpo... quizás solo de su mente. Aún así, la quietud le pareció innecesaria, la pregunta se podía responder con un sencillo monosílabo, un simple monosílabo que la haría proceder a la siguiente parte de su plan, fraguado a la brevedad pero que buscaba indagar sobre asuntos de su interés, asuntos que tal vez la persona a quien se dirigía no entendería en lo más mínimo.

La mujer se levantó, mirándole, situación que impaciento aún más a Hugh, cuyos verdaderos sentimientos todavía se encontraban ocultos bajo una máscara de preocupación y empatía hacia la joven a quien recién interrogase. ¿Había dado resultado el uso de un toque de finura en su voz? Irrelevante, era irrelevante, de todos modos trataría de llegar al fondo del asunto que le condujese a dirigir la palabra a aquella mujer.No, no era un alma caritativa, jamás lo había sido, salvo con sus dos hermanos, y no poseía intenciones de cambiar ese modus operandi en un lapso breve, quizás nunca si las cosas salían como las pensaba durante el resto de los tiempos.

Finalmente escuchó la voz de la chica, bastante amena, por lo cual, al menos había valido la pena semejante espera. Dudó si acercarse a ayudarla a levantarse, pero para cuando se decidió ella se encontraba en pie, por lo que no tuvo que tomarse ninguna molestia adicional. No obstante, se sintió algo perturbado al oirla murmurar "violeta", el color que ahora presentaban sus ojos por alguna extraña situación del destino. ¿Qué sabía ella acerca de eso? Su rostro acababa de revelar más de lo que, probablemente, ella misma había deseado.

Acabó mirándola de forma sospechosa, elevando su guardia al máximo, ahora tendría que tener pleno cuidado de cualquier cosa que pudiera decir o hacer. Más bien, aquella mirada sospechosa era un claro indicador de curiosidad, curiosidad por saber si es que ella tenía a su disposición información valiosa sobre cualquier cosa, dadas las circunstancias, para abandonar la villa necesitaba cualquier cantidad de datos. Hizo una reverencia con la cabeza, apenas notable para una persona normal, esbosando una sonrisa amable y poniendo su mejor cara a aquella chica.

-Sólo un poco, no se ve a las personas recargadas en una pared por nada. Además, dudo que se encuente del todo bien, al menos emocionalmente. Si en algo puedo ayudarle, con gusto lo haré- dijo Hugh, poniendo punto a su breve discurso.

Las voces en su cabeza hablaban, le advertían del peligro mientras clamaban que se entregara a la justicia con tonos lastimeros que generaban escalofríos en el irlandés. Desde luego, aquellas molestias quedaban en último plano, más ahora que sus deseos por averiguar la razón por la cual esa chica se pusiera extraña al verle los ojos parecía cobrar suma importancia. Se mantuvo quieto, silencioso, afable en apariencia, esperando el momento de una respuesta, incluso si no era verbal, él había aprendido a interpretar en más de una forma los gestos y movimientos de las personas... un dote particularmente útil.

Mátala.... es importante....Decapítala....entrégate a la justicia....Que el Ángel del Señor te juzgue por tus pecados...pecados...pecados....

Cáyense de una jodida vez... susurró en su cabeza Hugh a las voces que trataban de molestarle.

La mirada de la mujer comenzaba a inquietarle un poco, internamente, su rostro continuaba tan amable y amistoso como de costumbre. Las voces, ¡oh, malditas voces de la sabiduría! Clamaban a gritos asesinato y penitencia, clamaban desesperadamente el deseo de entregarse y de arrebatar el alma de aquella persona, ocasionando una mareajada de sonidos semejantes a olas bravas durante una feroz tormenta en lo profundo del mar. Sintió deseos de asfixiarla, o de clavarle un simple disparo en la cabeza para seguir su camino, de crear un grito desgarrador proveniente de las voces al mirar los ojos muertos de aquella mujer, ante lo cual solo pudo sonreir en lo profundo de su cabeza. Una cosa era cierta, jamás había visto un endemoniado policía en aquella villa de mierda... quizás, y sólo quizás...

Al final suspiró un tanto fastidiado, frustrado por la manera tan extraña en que la mujer no cedía en lo más mínimo. Seriamente consideraba romperle la rodilla de un disparo, pero todavía no estaba seguro de lo bueno que eso pudiese resultar, por lo que se limitó a dejar la idea en el tintero, junto con otra innumerable cantidad de ocurrencias que recorrieron su mente como un grupo de rayos en el cielo nocturna. Se encogió de hombros, restándole importancia al asunto, en cualquier caso, existía la posibilidad de encontrar a otros locos como él más adelante... ya se había dado cuenta de que no era el único desquiciado al que recibían con una bombilla.

-Si es porque tengo los ojos de este color, descuida, no tengo conjuntivitis si esa es tu gran preocupación- comentó algo irritado, aunque nunca cayendo en el grado de hostil, furioso ni cosa de semejante calibre. Sabía controlarse, sabía que las voces estaban chifladas si creían que confesando sus crímenes llegaría muy lejos, sabía que tenía que salir de esa villa o volarla en pedazos, cualquiera de las dos opciones.

Continuó observando a la mujer por un momento más, en el silencio total, en la calma del silencio que le propocionó su cabeza durante un minúsculo lapso. Habían sido sus ojos violeta, no tenía duda, pero el resto de lo que ella acababa de decir no tenía demasiado sentido, realmente no tenía nada de sentido. Ni siquiera la había tocado para dejarle algún sabor, se había bañado como para tener un aroma desagradable... sobre todo, estaba comportándose como la estúpida etiqueta irlandesa dictaba... Tenía que ser la bombilla.... ella debía haber sufrido algún cambio con eso... seguro ahí residía la base del enigma. Esbosó una sonrisa acto seguido, llevando la mano a la espalda para desenfundar la pistola, quitándole el cargador y luego mirar a la mujer.

-¿Lo ves? No tengo intensión de dañarte, si quisiera hacerlo ya tendrías un tiro en la cara o algo... ¿Violarte? Siento decirte que no eres mi tipo. Así que, si sencillamente quieres llorar a solas, podrías haber comenzado por ahí. Au Revoir madame- dijo finalmente, volviendo a hacer una reverencia con la cabeza, apenas perceptible, colocando el cargador y devolviendo el arma a su sitio.

No se dio media vuelta, no era tonto, prefirió caminar de espaldas, justo por donde andaba antes de volver sus pasos para prestar atención a aquella mujer tan extraña. Las voces seguían hablando pero cada vez susurraban de forma más y más complicada, no eran entendibles, como simples llantos en la oscuridad. Si la mujer no hacía otra cosa, se limitaría a salir del callejón y continuar su camino, con una idea para escribir más tarde en un trozo de papel, uno de los medios por los cuales todavía se consideraba relativamente cuerdo.........relativamente.