Paseando sin rumbo (Hathor)

Frente a mi se encontraba una gran masa de árboles. No me pregunté si debía de entrar allí o no, ni siquiera pensé en la opción de perderme allí dentro. ¿Por qué lo haría? ¿No tenía buena orientación? Además, si llegaba a perderme entre el denso bosque podría seguir a alguno de mis instintos, a mi olfato fundamentalmente, para poder volver por el mismo camino que había estado siguiendo sin importarme si había comenzado a caminar en círculos o no. Entonces, ¿debía de temer entrar allí dentro?

No, definitivamente no. Y eso fue lo que hice. Paso tras paso, los árboles me fueron haciendo lugar para que caminase tranquila y cómodamente. Como ya había dicho, no tenía miedo a perderme allí dentro, así que no presté mucha atención por donde estaba yendo. Ni siquiera me preocupé de que estuviese yendo por un sendero o algo señalizado. Estaba yendo por cualquier parte. ¿Y si en verdad me perdía? No me preocupaba. Tenía un animal salvaje en mi interior y podía sobrevivir mucho tiempo simplemente dedicándome a mis instintos animales si me hacía falta.

Dejé de caminar luego de que pasase bastante tiempo sin fijarme en nada. Algo me había llamado la atención, pero no había visto absolutamente a nadie. Aun así, podía sentir que algo más había en el lugar. Pasee mi vista por todos los árboles que me rodeaban. Esto me hacía recordar a algo que ya había visto antes. Recordé a la mujer que se podía hacer corpórea e incorpórea, seguramente deberían de haber más como ella, pero no creía que se metiesen en un bosque tan denso.

-Debo de estar sintiendo cosas, nada más- me dije en un murmullo suspirando. Dejé de recorrer todo el perímetro con mi vista. Aunque no estaba cansada todavía, me trepé con la facilidad de un animal a un árbol y me senté en la rama, recargando mi espalda contra el tronco de este.

Perdí mi vista en los árboles que tenía en frente, pensando en distintas cosas. Hubiese sido bueno haber traído mi cuaderno conmigo para poder escribir un poco. Aunque sabía que a Lucy yo ya no le interesaba más, porque hace semanas que no recibía ninguna carta de su parte, aun continuaba escribiéndole. No porque fuese a seguir enviándole cartas, sino porque era una forma de expresarme y de quitarme todo lo que tenía sobre mis hombros. Así podía desquitarme sin ningún problema, sin temor a que nadie más se enterase. Quizá podría comenzar a quemar las muchas hojas que tenía en la habitación de mi hotel que aun no había enviado porque me había quedado dudando al momento de hacerlo y, al final, no lo había hecho.

De un momento a otro, sentí que un escalofrío me traspasaba. ¿Me estaba dando frío? Pero no sentía que hubiese refrescado, ni siquiera me molestaba la ligera brisa que corría por el lugar. Los árboles cumplían la función de evitar que pasase mucho aire y que aquello pudiese afectarme. Pero, entonces, no lo comprendía. ¿Por qué había sentido un escalofrío de la nada? No había sido por lo que había estado pensando, no tenía lógica. No comprendía, aunque, en verdad, tampoco es que comprendiese mucho las cosas que sucedían en aquel lugar.

Suspiré, no importaba. Era algo que podía ocurrir. Balanceé un poco mis piernas que colgaban de la rama sin temor a caerme. Si lo hacía, seguramente caería con la gracilidad de un felino, lo que era, entonces no podría hacerme daño. De la nada, sentí una voz a mi izquierda que hizo que girase mi rostro rápidamente. ¿No había estado alucinando que había alguien más allí además de mí? Ya ocurrió esto una vez, me dije. Ya había visto a alguien que podía sentir, pero no ver.

-Buenas tardes…- le saludé dubitativa. ¿Quizá había sido ella la que había generado que me diese un escalofrío? Principalmente, ¿de dónde había salido?-. Eres un fantasma, ¿no?- le dije casi segura. ¿Qué otra cosa podría atravesar a las personas además de un fantasma o aparición? Creía que ninguna.

Ya lo sabía. No necesitaba su confirmación a que lo era. Sino… ¿cómo era que había podido aparecer de la nada? No había otra forma, porque dudaba que alguien pudiese tele transportarse, aunque en aquel lugar todo era posible… todo. Eso había hecho que dudase un poco cuando se lo pregunté, pero, al final, no me había equivocado.

-No me enojaré- sonreí de lado. La verdad, había sido un poco raro sentir aquel escalofrío que me azotó solamente un segundo, ya que desapareció rápidamente, había durado muy poco realmente. Aunque igual me había parecido un poco molesto. Aun así, no tenía ganas de enojarme con nadie, así que lo dejaría pasar como si nada hubiese sucedido realmente.

Me puse de pie sobre la rama, sosteniéndome con una mano del tronco del árbol y estirando la otra para llegar a una que tenía a un metro sobre mí. Me agarré a estay trepándome junto al tronco llegué a la nueva rama donde me subí, apoyándome sobre el tronco y dejando que una de mis piernas colgase a un lado de la rama mientras que la otra la tenía junto a mi cuerpo.

-¿Puedes flotar como un fantasma?- le pregunté a la chica mirando hacia abajo. Como ella se podía materializar no sabía si podía o no, era una buen pregunta curiosa la que le había hecho-. ¿Cómo te llamas, Gasparín? Soy Hathor- sonreí de lado y me reí levemente por el apodo que le había puesto.

Me di cuenta por sus palabras que no había pasado mucho tiempo desde que había llegado a la Villa, sino seguramente ya sabría cómo controlarlo, al igual que yo sabía como poder entrar y salir de mi forma animal… aunque eran dos cosas completamente distintas, quizá tenía un poco de parecido, a pesar de que tal vez lo mío era mucho más fácil que lo de ella y mejor para controlar y hacer a voluntad.

-Acabas de llegar hace no mucho tiempo, ¿no?- reafirmé mis pensamientos casi como una afirmación, ya que me había dejado el don de la duda a mi misma, esperando a que ella me confirmase que mis pensamientos no eran erróneos y que no me había equivocado en eso.

Observé que se acercó hasta donde yo estaba, pero no había trepado de la misma forma que yo lo había hecho, sino que había subido de una forma distinta, muy distinta, tanto que me pareció un poco raro. Pero, al fin y al cabo, era lo que le había preguntado antes, era como un demostración a mis preguntas. Le miré un poco raro cuando me llamó por un apodo un tanto extraño. ¿Vaquita? ¿A qué se refería?

-No soy una vaca, ni mucho menos una vaquita- sonreí de lado y negué lentamente con la cabeza, soltando una pequeña risa por lo que estaba pensando-. No soy esa clase de animal, soy más como un… felino- mi sonrisa se mostró de una forma plena, pero no como si estuviese feliz, sino que era de una forma un poco más oscura. Observé que se sentó junto a mí. No le despegué la vista de encima-. ¿Puedes volverte incorpórea y corpórea a tu antojo o necesitas algo para hacerlo?- le pregunté con un poco de curiosidad.