Termópilas "La Batalla que cambió el mundo (privado)

Sonreí de lado, con un poco de malicia, cuando vi que el libro había pegado justo donde había apuntado y lanzado. Sin embargo, me decepcioné un poco al ver que no iba a hacer nada a cambio del golpe. No lo esperaba tampoco, por lo que fue mejor para mí la indiferencia que tuvo, ignorándome casi completamente. Continué mirando los libros, pero no obtuve más que otra decepción. Lo entendía, allí quizá no hubiese nada de ello, así que dejé de mirar las estanterías analíticamente para volver mi vista a los tres hombres que continuaban hablando de Eve.

Escuché en silencio las amenazas que dirigía el cuervo hacia mis dos acompañantes masculinos que habían continuado haciéndoles preguntas, mientras que yo me había dedicado a simplemente mirar los libros porque no tenía nada más que decir. Observé como se marchó ni bien terminar de hablar y luego moví mi vista hacia Dante y el otro hombre, quedándome quieta en mi lugar, aun junto a las estanterías que tenían ellos detrás.

Los seguí con la mirada. No podía marcharme así nomás y dejarlos, aunque tampoco creía que ambos necesitasen algo de mí. Sin embargo, me acerqué a ellos cuando sacaron un libro y comenzaron a mirarlo. El ser incorpóreo dijo que iría a un lugar. Leí lo que decía el libro, lo que estaba leyendo, y luego lo que estaba en el otro libro que el cuervo le había entregado a Dante. Me llamó la atención que ambos decían el mismo apellido, pero distintos nombres, claro.

-¿Puedo acompañarlos?- les pregunté levantando la mirada de ambos libros, el libro que en la tapa nombraba algo de los edificios de la Villa y el otro. Sabía que quizás mucho no podía hacer, aunque tal vez si ayudarles en algo, por lo menos sabía qué estaban buscando o, mejor dicho, a quién buscaban.

El hombre fantasma en un tono que parecía como si estuviese dudando o algo por el estilo aceptó que yo también pudiese ayudarlo con su búsqueda de la mujer que había visto en el tren, Eve. Había decidido que iba a seguirlos, sí. De hecho, pensaba seguir tras se paso en ese mismo instante cuando Dante se giró para mirarme. Esto hizo que me quedase en mi lugar y lo mirase escuchando lo que me estaba diciendo. No le estaba prestando completa atención, por lo que nada más escuchaba la mitad de las cosas que él me decía, la otra mitad se perdía en el aire.

Me pareció que lo que estaba diciendo era que no lo acompañase, lo contrario que había dicho el otro hombre, Isaí se llamaba según Dante. Fruncí el ceño, mas, no dije nada y me quedé en silencio, mirándolo fijamente y dejando que continuase con sus palabras. Suspiré totalmente resignada. ¿Por qué tenía que seguir las palabras que otra persona me decía? No era quien para poder decirme si podía seguirlos en su misión o no, sino decisión mía, pero… una parte de mi dijo que mejor le hacía caso y no me interponía en lo que ellos querían.

-De acuerdo- dije al fin, rompiendo mi silencio personal que se había extendido por un buen rato-. Me quedaré mirando los libros por si encuentro algo. Cuando nos volvamos a ver- si es que lo hacemos, completé en mi mente, ya que creía que aquello o no pasaría nunca o se demoraría mucho en suceder, y le tenía más probabilidades a la primera opción-, te diré si encontré algo. Hasta que nos volvamos a ver…- le sonreí y no le quité la vista de encima hasta que salió de la biblioteca y cerró la puerta tras de si.

Ahora me encontraba sola en aquel lugar. Me recargué sobre la mesa mirando con un poco de desgano a las estanterías. ¿Por cuál debería comenzar a buscar? Quizá debía de hacerlo por la última, donde ellos habían encontrado los últimos dos libros. Tal vez allí hubiese algo más, mapas, anotaciones, trampillas, escondites, lo que fuese y que pudiese servirme.