música engañadora... [libre]

Todo en este lugar era una pesadilla, me lo planteaba, re planteaba y super recontre re planteaba todo el tiempo.
Estaba convencida que cada vez que pensaba que las cosas no podían empeorar, empeoraban aún más. Había tratado calmarme, adaptarme, hacerme pasar por un ciudadano y no pensar en el bebé y sin embargo todo, TODO, iba cada vez peor. Por lo que esta vez tenía un nuevo plan, trataría de sacar provecho a lo malo.

Caminaba por las calles pensando en lo bueno de cada miseria que parecía regalarme el cielo y por más que lo intentaba e intentaba no llegaba a darme buenas escusas para el infierno que estaba viviendo.
¿Qué provecho podía tener el haber sido arrastrada a este lugar? Ya no le tendrás que decir a nadie del bebé. Pero..¿Cómo se que el bebé aún esta ahí, vivo, dentro de mi? No hay un hospital a donde ir...Tal vez es mejor no tenerlo... ¿Qué provecho tiene que me salgan flores de la ropa, que me cambie el color del pelo y que todas cosas raras sucedan alrededor mío? Tal vez.... puedas dominarlo

¿Qué clase de estupidez era esa? yo no podía controlar eso, actualmente no podía controlar si quiera mis nervios ¿y una mínima parte de mi decía que controlara las mil y un calamidades extrañas que me pasaban? Definitivamente estaba perdiendo la cordura. No quería sonar como una drama-queen pero no había manera sobre todo mi ser de que esas freakiadas tuvieran que ver conmigo. No, no y mil veces no

Caminando sin rumbo y perdida como siempre dí con una especie de feria abandonada, sin duda parecía salida de una película de terror. ¡ Cálmate!. Si algo sabía era que cuando tenía emociones fuertes mi entorno, las cosas y demases cambiaban como por arte de magia. Por lo que ahora más que nunca me controlaba para no llenarme de ramos de flores las manos, ni que conejos salgan de mi bolso, ni que... en fin, que ningún truquito ocurriera.
Los juegos estaban oxidados y viejos, el suelo sucio y con pedazos de artefactos, maderas, metales, Basura en su máximo esplendor. Por un momento me pude imaginar durmiendo entre los escombros como una vagabunda... y es que no podía vivir toda mi vida de la amable Anne, pero tampoco estaba lista para ser eso... Basura..

Caminaba tan calma que llegué hasta donde estaba una mujer, no sentí miedo... después de todo, mi nuevo plan era sacarle provecho a lo malo y ya nada más malo de lo que me había pasado me podría pasar.
La mujer era esbelta, bella y evidentemente mayor que yo, se veía nostálgica y casi me había parecido verla llorar... me senté a su lado en pleno silencio, no estaba segura que no fuera una simple alucinación mía... Y entonces note en sus manos un brillo conocido; Llevaba una bombilla naranja, similar, idéntica, IGUAL, a la mía. Abrí los ojos y la miré. ¡Cálmate! Luego volví a apaciguar la mirada y miré el horizonte.

-¿Sabes?... no deberías pensar mucho las cosas, cada vez que yo lo hago -Sonreí con amargura y miré su bombilla una vez más-...algo descabellado pasa..- No tenía intenciones de asustarla, pero simplemente así había reaccionado, si esa bombilla le daba mi mismo destino, ella sin duda, estaba perdida.

Estaba sorprendida, atónita. La muchacha parecía entrar en trance cada tanto y parecía entender a que me refería cuando le hablé. Por lo tanto...tal vez si tenía que ver con la condenada bombilla...
Mordí mis labios, quería atacarla a preguntas, gritarle mis problemas, pero sabía que eso terminaría mal por lo que nuevamente me auto-obligué a calmarme.

Pareció que la había asustado, no la culpaba pero esa no había sido mi intención principal.
Luego me preguntó sobre las maquinas y por qué nadie las cuidaba. Me encogí de hombros, no me parecía raro, todo en este lugar era la gran escenografía de una película de terror.
-Supongo que a nadie, en este lugar, le interesa una tonta feria...- Hablé con un tono débil y eché otro vistazo a un carrusel que parecía a punto de desmoronarse.
Y es que ¿A quién le interesaría ir a una feria cuando no sabías cómo habías llegado, por qué te pasaba lo que pasaba y lo peor...por qué nadie puede irse?

-Soy Evi - Dijo extendiéndome la mano. Era increíble por que, de donde yo venía, a nadie le importaba el nombre del otro, a nadie le importaba presentarse. Y acá, todos estábamos tan solos... que lo único que parecía importarle a todos era presentarse y saber tu nombre, conocer a alguien... – ¿de dónde has salido? Ya había recorrido la feria y no había visto a nadie..- Agregó luego.
-Am... no sé, la verdad es que llegué de casualidad hace un rato...- Hice una mueca con la boca, la verdad no entendí que clase de respuesta quería "Evi"- Soy Amelia...- Le tomé la mano que estaba comenzando a descender y le regalé la mejor sonrisa que pude hacer, aunque ciertamente parecía más una mueca de dolor que de felicidad.

El silencio volvió a rodearnos y a continuación pude sentirme identificada con lo que dijo
-Estoy cansada de todo esto- Suspiró frustrada, me hubiera gustado decirle que me pasaba lo mismo pero eso solo desencadenaría más sentimientos incontrolables en mi - ¿Cómo se supone que pasan todas estas cosas? - Dijo luego
-Créeme, sé como te sientes..- Me mordí el labio... tenía miedo de preguntarle o decirle lo que me pasaba, no quería encontrarme con la posibilidad de que yo en realidad me estuviera volviendo loca. Sin embargo nunca lo iba a saber si no hablaba - ¿Llegaste hace poco verdad?¿No te ha pasado... que deseaste mucho algo y cuando el deseo se te cumple te das cuenta que habías deseado mal?- Realmente me escuchaba y sonaba como una lunática, pero eso me pasaba... había deseado plata y casi me ahogaba en billetes en el baño del restó de Isai...
No desees nada, porque se te puede hacer realidad

- Si, hace dos días quizás - le conteste recordando todo de un flash, desde que subí al tren, desde la entrega de esta bombilla, y asi los sucesos con los que habia topado antes – pero siento como si hubiera pasado mucho mas - le respondí mientras me quitaba la capucha del suéter.

Mire el cielo oscuro, sin luna y sin estrellas, algo dentro de mi quería verles, mi mano se movió por sí sola, dibujando algo en el aire, sentí un jalonazo en mis dedos mientras en el cielo se dejaba ver una luna en cuarto creciente y varias estrellas, jade por asombro, ¿Qué había sucedido? Yo… yo era capaz de hacer eso, quise retroceder pero di con Manzana que hizo un sonido de molestia, no le dije nada, mire el cielo casi sin habla, sin saber si ella podía ver lo que yo estaba viendo, sin saber que tan raro lo vería ella.

- Si a esto te refieres con descabellado, creo que no sabría en donde poner esto- le dije con la voz ronca sin dejar de ver el mismo cielo – esto es… más que extraño - intente decir algo mas pero no lo logre.

Toda mi cabeza dio vueltas y unas ganas de vomitar me invadieron, maldije y el cielo iluminado oculto de nuevo su luna y estrellas, maldije y me puse de pie de un tiro, suspire profundo y me rasque la cabeza despeinándome por completo, necesitaba un día de paz, dejar de pensar en todo esto, un día tranquilo, algo que no me reafirme que estoy loca, de que estar aquí sigue siendo una broma de mal gusto, saber que si hay un tren.

- Tu… ¿también llegaste aquí? - quise saber volviéndola a mirar

me sente en el suelo frente a ella, prestandole atencion meintras me contestaba, mis manos se movian solas procure no verles, asi evitaria alguna sorpresa mas-

Spoiler:

-Si... llegué al igual que la mayoría...- Me encogí de hombros-... o eso creo

Sonreí levemente al ver lo que Evi observaba. El cielo, negro, sin luna, sin estrellas, sin más luz que la que le daban las miles de bombillas colgadas por todos lados cambió a ser una hermosa noche estrellada de luna nueva. Podía procurar que eso era lo que ella deseaba... que el cielo se viera bien desde ese lugar... sin tal vez las nubes que lo tapaban en la oscuridad.
Sentí algo de rabia por un momento. Era injusto que ella con dos días pudiera controlar eso sin un efecto negativo. Si yo hubiera deseado eso, de seguro... caerían meteoritos o nos atacarían aliens o algo así. Y es que lo que yo deseaba un momento, deseaba que desapareciera al otro.

Ella se sentó en el piso, se movía poco... podía entender el porque y a diferencia de ella yo no solo procuraba controlar mis movimientos, si no que también procuraba no pensar demasiado algo puntual, no tener emociones fuertes, etc.
Respiré hondo e intenté no sobresaltarme.
-¿Cómo lo haces?- La miré desde arriba, estaba seria - Digo... ¿Deseabas eso verdad, que el cielo se pueda ver con claridad? - Apreté los dientes, me enojaba realmente el hecho de que yo tuviera un evidente más infortunio que los demás. Las pequeñas rocas del suelo temblaban a mi alrededor, estaba canalizando mi furia en el ambiente y era consiente de ello. Calma... calma... calma...

-¡ESTOY CALMADA MALDITA SEA!- Grité al suelo, no miraba a Evi, miraba a las rocas que al instante cayeron quietas en el piso, respiraba entre cortadamente.

Imaginaba el rostro de la muchacha, tal vez creería que era una loca, una psicópata pero ahora sabía o estaba casi segura que yo no era la única con esa maldición.
-Tenes que ver algo..-Mi voz era entre cortada.
Me desplomé arrodillada al lado de ella y revolví mi cartera. Mi bombilla naranja brillaba entre mis manos.

Tomé mi cabeza con impaciencia.
Evi estaba pasando por lo mismo que yo y parecía hasta entender menos... todo lo que me decía encuadraba de manera similar a lo que me pasaba a mi y de hecho como su entorno reaccionaba a sus deseos también afirmaba mi hipótesis.

-Si, me lo dieron en el maldito tren..- Rugí en tono moderado, no tenía nada contra ella, pero todas las situaciones que estaba viviendo no hacían más que desquiciarme. A este paso terminaría con depresión o algo así. O dejaría de comer como en aquella época...
Revolví mi cabello para alejar esas ideas de mi... tenía que controlar mis hábitos alimenticios, no por mi, sino por el bebé.

Cuando finalmente deje de hiperventilar y parecía haberme calmado un ser a mi parecer, terrorífico, apareció entre la bruma. Era un payaso. Estaba pintado de manera desagradable y no me convencía su cordura. Hacía ruidos extraños y alegaba que la niebla le había traído dos hermosas señoritas; Evi y yo.

-¡Para el payasito mis pelotas!- Deje el protocolo de lado sin problemas, junto con la amabilidad, la educación y sobre todo mi paciencia. Yo no era para nadie, mucho menos para un burdo y ridículo payaso- ¿Quién eres? ¿De dónde saliste?- hablaba de manera firme. No me importaba nada, no quería que nadie más me tomara el pelo.

Entrecerré los ojos y toqué mi panza casi por reflejo. El fenómeno de circo sabía que era porrista... y peor, mucho peor aún, sabía de "el" y sabía de mi. ¿Pero cómo? No había hablado con ningún habitante sobre el embarazo, ni siquiera yo terminaba de desenfundar mis dudas sobre si el bebé había viajado a esa especie de dimensión conmigo.
Imaginé por un momento que ya se me notaba la panza, pero eso era imposible, apenas estaba en los primeros meses, lo máximo que la gente podría indagar al ver mi vientre era que estaba "hinchada" y eso, era imposible considerando mi ingesta de alimentos diarios.

Me mantuve callada, estaba demasiado sorprendida de aquellas palabras, naturalmente me hubiera abalanzado sobre el a arrancarle los ojos de ser posible, pero no. Mi propósito principal ahora era que el payaso hablara todo lo que quisiera y me diera más información.
Lo observé, mi mirada era pedante, el simple hecho de mantenerme callada ya era suficiente humillación para mi. El payaso saltaba, por momentos hablaba solo o con su mono, ciertamente no me agradaba. No era la mayor adepta a las ferias, ni a los circos... mucho menos a los payasos. Ni siquiera tenía el recuerdo de que me gustaran cuando pequeña y no es que fuera una loca o una amargada pero los payasos, en mi país, eran...¿Cómo decirlo? Diferentes... más sofisticados, y no tan tétricos.

Evi parecía una cero a la izquierda, de hecho, casi parecia estar encantada con la llegada del payaso y su mono, entrecerré un ojo como si tuviera un tic de solo pensar la cantidad de pestes, parásitos, piojos y enfermedades que podía tener el peludo amigo del fenómeno y es que tener cerca a un mono en una ciudad donde no había hospitales no estaba en mi lista de cosas que debía hacer antes de morir.

Dijo algo de su feria, no me importaba, la verdad, ahora que lo pensaba tampoco me interesaba el nombre de alguien que se pintaba fuera de los bordes los labios y no tenía buen pulso para hacerse un simple delineado.
-Me importa una mierda estar en tu feria,me iría de tu pueblo ahora mismo si pudiera...- Gesticulé con la boca luego de escucharlo, ni un poco de viento salió de mis labios por lo que era imposible que él o Evi me hubieran escuchado.

Antes de que le pudiera decir nada más, se distrajo con la mascota de Evi, tosí y chasquié mis dedos con la mano hacia arriba para que fijara su atención.
-Hey hey hey... FOCUS, ¿No nos ibas a hacer una adivinanza o algo así?- Sonreí de manera tan falsa que creí que se me iban a acalambrar las mejillas -¿Y como la llamaste, "alumbrada"?- Levanté una ceja, relacionarme con alguien así me traía mala espina, pero mientras más información me pudiera suministrar, mejor para mi.
Mejor que mejor.

Miraba revolotear al payaso de un lado al otro con la bola de pelos encima de el... mordí mis labios, mi tiempo en la villa no servía para nada, sin embargo sentía que solo lo perdería más si seguía escuchando las palabras sin sentido de tan lunático ser ¿Por qué se metía tanto en su papel de payaso?

-Escúchame amigo, no tengo un solo billete así que podes dejar de actuar cuando gustes...- Rebolié mis ojos impaciente. Esperaba que así dejara de actuar como un payaso y empezara a hablar como una persona normal...
Luego el se dirigió a mi como panzona, fue algo doloroso ya que desde siempre había sido mi trauma, me encantaba ser delgada y moría de hambre cada día para mantenerme perfecta... a cuestas de mi salud claro.
-Panzona... me decis panzona ahora... pfff- -me mordí el labio y no pude más que pensar "tomátelo como de quien viene". Me tranquilizaba un poco aquello.

Tomé aire y lo solté varias veces mientras escuchaba las incoherencias del ser... No quería que nada raro pasara y cuando no controlaba mis emociones definitivamente algo raro pasaba.

El payaso me agarró entre sus brazos, sentí asco. Tenía una cuestión de piel con las personas... no me gustaba mucho el contacto físico y lo evitaba lo más que podía, más con gente así.. Me solté recordándome que tenía que mantenerme calmada y lo miré con algo de asco.
-Deja de querer llamar la atención... ¿No se puede mantener una charla decente con vos?- Me frustro imaginar la respuesta, tratar con el era como tratar con un niño pequeño y no estaba de humor para aquello -Y no andes por ahí insultando a la gente, o te van a patear el culo algún día...- Suspiré... tenía ganas de hacerlo pero no la seguridad de que no desataría algún truquito de magia nuevo indeseado -¿Ahora, vamos a seguir perdiendo el tiempo? - Le pregunté... no dudaría en irme de lo contrario.
¿Quería saber la verdad? si, quería. Pero ya había soportado suficientes locuras como para ponerme a hablar con la locura personificada.
Miré la maquina de caramelos y luego al payaso sin la ilución que de su boca saliera algo muy razonable.

Suspiré, me dolía la cabeza y aquello no iba a ningún lado. Estaba adolorida por el embarazo y cansada por lo desacostumbrada que estaba entonces a salir.
Me toqué la cabeza temiendo tener fiebre, pero estaba bien, solo colmada del payaso. Nunca salía de mi confín de cuatro paredes y ahora que lo hacía me encontraba con una persona tan... desagradable que me hacían arrepentir de haber salido.

Me apoyé en la maquina de caramelo, me importaba un bledo si era niño, enano o deforme.
Eví comía algodón de azúcar como si fuera el manjar más delicioso del mundo. ¿Es que esa chica estaba loca? En mi vida se me hubiera ocurrido comer cualquier cosa que saliera de una maquina en ese estado. Ademas el algodón de azúcar solo hacía engordar y manchaba los dientes... no le veía la gracia.
El payaso decía cosas sin sentidos como de costumbre... algo de que yo quería gloria. Me preguntaba hacía cuanto estaría el en la villa y si mi salud mental terminaría como la de el. Ojala que no.... Me callé la boca, estaba muy adolorida como para seguirle el juego y de hecho estaba a punto de marcharme cuando Evi se convirtió en un gato, no me hizo gracia. A juzgar por la mirada del payaso había sido el, y luego de meditarlo unos segundos yo tenía una habilidad similar...cuando cambiaba de color mi cabello.
Entendía ahora que tal vez, lamentablemente, el, Evi y yo teníamos la misma enfermedad paranormal.

Ahora el tercero en discordia quería saber nuestros nombres a cambio del suyo. No me interesaba saber su nombres, ni siquiera curiosidad me daba y el hecho de que me llamara pancita solo me hacía enojarme más.

-Me largo, no estoy como para que un fenómeno me insulte...- Me desapoyé de la maquina de algodones y caminé unos pasos hacia la salida, mi panza me dolía muchísimo y ya había tenido demasiada información para un día...
Ahora solo tenía que encerrarme como siempre a asimilarlo de a poco. Estaba enferma, pero no estaba sola, parecía que muchos habitantes tenían "poderes".
Me paré en seco a 1 metro de ellos, Evi aun era gato y temía por lo que ese loco le hiciera.
-Devuélvela como estaba antes, no es nada gracioso y sigues siendo un maleducado, deja de tratar a la gente como si fueran objetos, no tienes derecho de hacerle eso ¿Escuchaste?- Hablaba como una mamá enojada y aun siquiera me había salido el niño... - Ella es Evi y yo soy Amelia, no me importa si no me dices tu nombre, ¡dejala a ella como estaba!

Me encogí de hombros mirando a Evi. Me alegraba que un ser tan irritante, maleducado, idiota y molesto haya desaparecido como mis deseos exigían, tal cual como yo misma quería.
Si había sido gracia de mi poder o no poco me importaba ya. Darle tanta vuelta a un ser así era perder el tiempo, como escuchar a un loco dar un conferencia. Jamás iba a llegar a ningún lado.

Sonreí cansada entonces y quise emprender la retirada, sin antes acariciar mi cadera adolorida de tanto estar parada.

-Que suerte que no soy bienvenida.. porque no pienso volver...- Miré a mi compañera afirmándolo con la mirada- Un gusto, ojala te vuelva a ver sin ningún tercero..-me retiré del lugar caminando despacio y silbando bajito.
Ahora por lo menos entendía que no importaba cuan descabellada este yo, no llegaría al nivel de locura de ciertos habitantes del lugar.
Gracias por demostrarme que al menos yo no estoy loca. Payaso mediocre.

((off: sorry perdí la inspiración hace 2 semanas que se colgó este tema, así que si es por mi dale fin Evi))

Vi como Amelia se marchaba, los primeros rayos de sol se veían a lo lejos, ¿tanto tiempo había pasado?, tras de mí los juegos se apagaron, el interruptor se apago, los sonidos de una feria en llanto por su desolación se silencio, cuánto tiempo habría pasado para que todo esto se volviera así, mire una vez más los juegos en mal estado, esa máquina de algodón de azúcar, esa máquina de dulces, volvieron a ser inservibles, vi los dulces, ya no habían dulces.

Mire como el sol avanzaba entre los juegos, calentando sin efecto, me abrigue con el delgado abrigo que traía puesto, me toque la cabeza, ya no habían orejas, tal vez en otra situación hubiera sido gracioso, mire a manzana sus ojos reflejaban cansancio, seguro que los míos también.

“Si la bruma llega a tus pies corre payasita… que en la feria eres bienvenida” había dicho Davino… Davino… Davino… nombre peculiar para un payasito, habia desaparecido por arte de magia, que genial.



- [i] [/i][i]Vamos Manzana – le dije metiendo mis manos en los bolsillos del abrigo – aquí ya no hay nadie – [/i]



Caminamos por el suelo lleno de papeles, lleno de recuerdos, al menos para mi, las lagrimas corrieron en su forma normal por mis mejillas, quería regresar a mi hogar, no quería estar aquí, no mas.



- Cierra los ojos y te llevaré
donde los sueños se hacen canción.
La vida duele, te curaré.
Duérmete y sueña, te acuna mi voz-



Me fui cantando recordando lo que una vez habia visto, a donde quería regresar, pero por ahora tendría que quedarme aquí, me perdí entre los arbustos, dejando la feria atrás, supongo que en otra noche dejare que manzana me guie hasta esta, moví el oso en mis manos meciéndolo como lo solía hacer con los mios cuando era niña.