Lost in the town {Libre}

Había pasado la noche entera en aquella plaza sintiendo la ligera brisa recorrer su pelaje y erizarlo de punta a punta, sin embargo no le importo ya que estaba ensimismado en que dejaría de estar en cuatro patas cuando la luz del sol le pegara en los ojos. Todos sus pensamientos se centraban en aquella tonta creencia como si esto se tratara de un hechizo de un cuento viejo pero, para su desgracia, no fue así; la luz matutina alumbró toda la ciudad y Adam permanecía siendo un animal de cuatro patas sin cambios aparentes.

Su mente se resignó ante ese estúpido pensamiento y se concentró en volver a su forma humana con tal grado que comenzó a sentir nuevamente ese dolor repentino que había experimentado el día de ayer. Se retorció bajo la sombra de aquel gran árbol y chilló con sonidos extraños procedentes de su hocico. No tenía la menor idea del por qué de ese sufrimiento sin embargo lo soportó y al cabo de unos minutos estaba nuevamente siendo un bípedo. Respiró agitado unos minutos hasta que pudo reincorporarse nuevamente y mirar a su alrededor notando que nadie habitaba las calles de esa ciudad a estas horas tan tempranas. Percibió también que veía de la misma forma que cuando era un zorro, sus sentidos aún se encontraban ampliados por más loco que pareciera.

Tomó la mochila que reposaba al lado del árbol y se cambió poniéndose un pantalón que reposaba en ella. Corrió a toda velocidad, con la mochila al hombro, en busca de su demás equipaje y para su sorpresa aún estaba allí. Soltó un suspiro de alivio y lo recogió para caminar por las calles en busca de respuestas y un lugar donde dormir o comer puesto que sus tripas estaban quejándose completamente.

Arribó en un hotel cercano a la plaza y pidió una habitación donde dejó sus cosas allí arrojadas por allí sin importarle nada más. Se revolvió el cabello algo nervioso y salió del alojamiento como una bala caminando por las calles con las manos metidas en los bolsillos. Halló un lugar donde se suponía había comida y entró sin pensarlo dos veces pidiendo carne puesto que era lo único que su estómago rugía a gritos.