Maldita [Libre]

por **Aleksandra Milkovich** Dom Mayo 30, 2010 9:12 pm

Enmudecí al instante, enmudecí como cualquier persona con un mínimo de sensibilidad hubiera hecho ante aquella belleza devastadora. Las luces se hicieron dueñas de cada rincón del lugar al instante, el pueblo resucitó y la vida que fluyó por él brilló con múltiples colores. No tuve prisa en moverme del sitio, sólo permanecí allí de pie hasta que toda esa luz le hizo daño a mi vista, era incapaz de situar aquel lugar en el globo o en cualquier destino posible de todos los que se ofrecían. Algo no estaba bien, y no me importaba. Mientras la belleza me cegara la información podría esperar, si bien me acerqué lentamente al pueblo, guardando la bombilla en el bolsillo interior de mi chaqueta, en la otra mano llevaba la maleta y el bolso, colgado.

Caminé prácticamente cegada por la luz, salvando el estrecho espacio a oscuras, me creía sola aunque la villa respiraba por sí misma, exhalaba un suspiro perfectamente humano. Ya me acercaba a grandes zancadas cuando un desgarrador grito femenino estalló en mi cabeza. Solté la maleta y me llevé las manos a las sienes, me giré varias veces sin llegar a ver a nadie, solo estaba ese grito, ese grito que hizo que todo cambiara completamente, que sumergió en oscuridad la villa y convirtió a las bombillas en unos ojos temibles que me juzgaban sin mediar palabra.

Cuando pude reponerme aclaré la vista, seguí buscando con ahínco a la mujer que gritaba pero esta no volvió, de hecho, algo me decía que nunca estuvo allí y a ese algo lo ignoré con facilidad. Podría ser alguien herido, podría ser alguien pidiendo ayuda y no me importaba, ya que a ese grito le faltaba humanidad pese a ser tan real. Dejé de avanzar hacia la ciudad, volví a la solitaria estación que comencé a registrar. Era preciso encontrar a esa mujer. Algo no estaba bien y era importante descubrir de qué se trataba..

por **Hugh Pravus** Dom Mayo 30, 2010 9:25 pm

Finalmente la herida iba sanando lentamente, la herida del disparo en la pierna que había terminado por volverse una molestia impresionante. Claro, una molestia que no exactamente algo significativo como para derribarle en la cama del hotel en el cual se hospedaba ahora. ¿Cuánto tiempo se albergaría ahí? Solo el destino y, quizás, las voces lo sabrían.

Un sentimiento extraño lo motivó a retornar a la estación, quizás la esperanza de encontrar un tren que partiera de regreso a la civilización, quizás el deseo de ver a otros desdichados quedarse perdidos en aquella densa niebla violeta.

Abandonó la zona de la ciudad que estaba plagada de luces, luces de todos colores y...casi, sabores. Cojeaba, un poco, sí, pero caminaba con el porte altivo que solía, vestido con uno de sus mejores y más galantes conjuntos; aquello le ayudaba a mantener la cordura, al menos lo poco que le restaba.

La estación se hizo visible lentamente mientras Hugh pensaba que las voces habían decidido darle un descanso: ni un murmullo de ellas en su travesía. Se detuvo a unos metros, lo suficiente para admirar cierto halo de misterior alrededor de la estación. Se relamió dos veces los labios, un tanto ansioso, para reemprender el camino.

Sus pasos eran livianos, tanto como le era posible, tanto como aprendiese de su padre antes de que el MI5 lo matara. Sentía el peso de su 9mm en la cintura, justo detrás de su camisa azul; el efecto de seguridad que le proporcionaba el arma era reconfortante para su perturbada mente.

-Así que no estamos solos esta noche...- susurró al viento cuando una figura casi invisible se divisó entre la densa niebla que cubría la ciudad en su totalidad.

De sus labios comenzó a salir la tonada de la vieja "New York, New York", quebrantando el silencio sepulcral que reinaba en la estación del tren... o mejor dicho, en la estación del vagón 7

por **Aleksandra Milkovich** Lun Mayo 31, 2010 12:14 pm

La niebla habló, sólo fue un murmullo e inmediatamente después siguió con una canción. Decidí girarme lentamente con los brazos cruzados bajo el pecho, cerca del arma, debían de ser las instrucciones, tal vez alguna disculpa por aquel inesperado destino; seguro que aquello terminaba pronto, que aquella bombilla no significaba nada y el grito solo era producto del cansancio. Pero no era así. La niebla volvía a escupir otra figura, esta también alta aunque más corpulenta; cuando se acercó lo suficiente pude comprobar que realmente era el efecto que proporcionaba el traje. Parecía una estrella salida de la época dorada de Hollywood, absolutamente impecable, con la canción en los labios y la sonrisa ausente aunque real.

Le estudié un momento más, aquel paseo era por placer, no buscaba a nadie, él también iba a la deriva aunque no parecía importarle, sabría algo más que yo. Pese a todo elegí descubrir lo que fuera por mí misma, no me gustaba la gente, ni aunque pudiera aportarme algo, si tenía una alternativa, debía ir por ella, que es lo que decidí. Tras lanzarle una última mirada, volví a coger la maleta con la intención de marcharme de allí y buscar refugio. El viento soplaba fuertemente, por el cielo tan oscuro, no solo producto de la noche, deduje que se avecinaba tormenta: el ingrediente perfecto para aquella aventura.

Y sin esperar a que el hombre terminara de acercarse, a que las nubes comenzaran a descargar su contenido o yo misma me repusiera comencé a avanzar hacia el pueblo. Apenas un par de pasos porque volvieron a gritar. Esta vez era un hombre y estaba convencida de haber encontrado al culpable. Estuve preparada con lo que mi reacción no fue tan grotesca, sólo me giré rápidamente hacia el hombre, así podría captar su atención. El extraño caminante continuaba acercándose, aún cantaba y permanecía tan tranquilo como antes ¿qué broma pesada era aquella?

- ¿Por qué ha gritado? - inquirí en voz alta para que me escuchara, no me importó que esta vez el acento fuera aún más fuerte, en aquella situación había dejado de preocuparme por semejantes nimiedades, como hacía cada vez que algo iba realmente mal.

por **Hugh Pravus** Lun Mayo 31, 2010 1:41 pm

Cantar al ritmo de Sinatra pareció impulsar a su cuerpo a segregar endorfinas, creando una sensación de placer y bienestar incluso a sabiendas de que la niebla podía ser muy traicionera y peligrosa. Una de sus manos recorrió en más de una ocasión la 9mm, haciendo que un par de dedos bailaran sobre la misma con delicadeza y elegancia.

Mátala... Mátala... Es tu enemiga...

Las voces volvían a hablar después de su prolongado silencio. Hugh dibujó una sonrisa en su rostro mientras hacía caso omiso a todas ellas, continuando su vagar por los peligrosos territorios de la estación. No tenía apetito de muerte en ese instante, sin embargo, eso no le impedía estar preparado para desenfundar y disparar...

-Esa clase de acento no es lo que quería escuchar...- murmuró para sí cuando la niebla le devolvió el sonido femenino de otra persona.

La mujer en cuestión parecía dueña del clásico estereotipo de chica ruda salida de una cinta de acción. Atractiva, sí, pero dadas las circunstancias, esa suponía una característica demasiado peligrosa por la cual no debía dejarse llevar ni un segundo.

Tan despreocupado como antes, Hugh emprendió un acercamiento acompañado de una sonrisa socarrona en el rostro y ambas manos en la espalda, a la espera del menor indicio para liberar el cañón de la 9mm. Sus ojos se habían transformado en algo cercano a lo violeta, sin que él supiera la razón aparente de semejante cosa... al menos, creerían que usaba lentillas.

-¿Quién ha gritado, madame?- fueron las palabras dedicadas por Hugh a la mujer ataviada con los colores de la muerte. Hablaba con un tono afrancesado, que rápidamente evolucionó a su formal acento irlandés- Me temo que yo solo estaba entonando una vieja melodía norteamericana- finalizó mientras echaba un vistazo con la mirada a los alrededores... quizás se le había pasado algo o alguien.

por **Aleksandra Milkovich** Lun Mayo 31, 2010 7:23 pm

Al borde de la exasperación no tuve más remedio que creerle, sólo le miré en silencio, tratando de asimilar lo que había dicho. Realmente no era su sinceridad lo que me importaba puesto que para mí sus palabras solo eran la confirmación de lo que temía: Los gritos estaban en mi cabeza. En un lugar como aquel, al aire libre, no sonarían de la misma forma que lo hacían en mi cabeza, había una clara diferencia: esas personas gritaban en lugares cerrados y estaba demasiado lejos del pueblo como para que provinieran de allí; la estación estaba vacía, ya lo había comprobado.

Me relajé porque fue lo que consideré correcto, no podría pensar con claridad si seguía alterada, tocaba asimilar que la situación escapaba de mi control si bien aquel lugar me turbaba, me era muy difícil concentrarme. Antes de que ese hombre se acercara solté la maleta a mi lado y metí las manos en los bolsillos de la chaqueta, como si se tratara de una costumbre habitual y no una forma de estar cerca de mi seguro. De hecho, él no había movido las manos de su espalda ¿mera casualidad?

El tono violeta de sus ojos captó mi atención cuando estuvo cerca, pero esquivé inmediatamente cualquier idea sobre ellos, de momento no me eran necesarias más conjeturas, sólo necesitaba saber de qué iba todo aquello. Al fin decidí rendirme, recurrir a aquel hombre que parecía dispuesto a mediar palabra, tal vez él supiera qué pasaba en aquel lugar, el por qué de la niebla, de las luces o de los gritos.

- Es igual, no importa.- miré a mi alrededor, al igual que él, cada vez estaba más segura de que los gritos no provenían de ninguna parte- ¿Me puede decir dónde nos encontramos?- esos ojos violetas…había algo en ellos que no me gustaba nada.

por **Hugh Pravus** Mar Jun 01, 2010 3:01 am

La mujer había dejado sus pertenencias en el suelo, indicio de que planeaba entablar diálogo o al menos permanecer de pie ahí durante un tiempo considerable. Sus manos se posaron en sus bolsillos, cosa que Hugh no dejó pasar inadvertida... Viniendo de un hombre experimentado como él, semejante error podía costarle caro.

Le pareció encontrarse con un destello de confusión en aquella mujer, cosa que le impulsó a suponer que estaba extraviada... tal vez como él mismo a su momento de arribar al pueblo. Sus sospechas fueron confirmadas poco después, ante la interrogante sobre el lugar donde se localizaban.

-Antes de responder, señorita, me agradaría preguntarle, por meros fines didácticos, si es que así lo quiere llamar- comenzó Hugh con absoluta calma, despreocupación y, en cierto modo, tono comprensivo- ¿Se quedó dormida en el vagón número siete del tren que abordaba?

Mátala antes de que ella te mate, pistolero. Parece enviada de Vlad... mátala o muere

Las voces volvían al ataque, aconsejando, intimidando con su fuerte sonido de ultratumba, molestando en los momentos más inoportunos; Hugh emitió un ligero gruñido meneando la cabeza de un lado a otro de manera suave.

-Perdone, me golpee la cabeza y tengo algunas alusinaciones auditivas, le escucho- se disculpó Hugh mirando expectante a la mujer, esperando una respuesta parecida a su propia historia.

por **Aleksandra Milkovich** Jue Jun 03, 2010 5:48 pm

Meras coincidencias. Sí. Eso debía ser. Tal vez ambos viajáramos en el mismo tren, quién sabe si el almuerzo que sirvieron en el vagón cafetería llevaba algo de más o si estábamos varios grados por encima de lo normal, lo que provocó ese sopor entre los pasajeros. Y aquella debía de ser la última estación, a la que fuimos a parar por quedar dormidos.

Contuve el impulso de sonreír. Realmente me estaba comportando de manera patética, aunque más me valía perdonármelo, antes no me había visto sumergida en una situación como aquella en la que todo escapaba de mi control y todo resultaba nuevo. Esperar y observar, cuando hubiera visto lo suficiente como para saber cómo moverme por allí entonces cogería el próximo tren para volver a San Petersburgo.

No respondí al hombre, comencé con mi tarea al fijarme en los cambios en su rostro, en la ligera confusión que se paseó por su mirada, absurdamente sutil tal y como sugería la elegante vestimenta así como la atractiva apariencia de mi acompañante. Procuré ignorar el color de sus ojos, tan solo lo acepté, como debía aceptar las luces de colores o al tipo del sombrero. Tampoco le hice demasiado caso a esa otra coincidencia, a las alucinaciones auditivas, como él decía. Por mi parte no me fue necesario un golpe en la cabeza para tenerlas, incluso dudaba de si realmente le hizo falta a él.

- Sí, cerré los ojos en lo que restó de trayecto. ¿Va a responderme ahora?- no quería que me llevara a formular mis propias teorías, o fuera con eso de “busca la respuesta”; deseaba entrar en la ciudad, llamar a Veronika solo para escucharle, entonces cuando tuviera un poco de ella podría quedarme más tiempo en la ciudad y si no era posible...bueno, probablemente provocara un incendio.

por **Hugh Pravus** Dom Jun 06, 2010 11:43 pm

Dejó escapar un suspiro acompañado de una sonrisa bastante enigmática mientras meneaba la cabeza a manera de negación en dos ocasiones. Todo indicaba que aquellos recién llegados seguían cierto patrón, un patrón extraño que terminaba por enviarles a aquella parte maldita del mundo... si es que estaba en alguna parte del globo terráqueo.

La mano izquierda de Hugh se separó del arma para recorrer algunos cabellos de su cabeza, pensando en cómo responder la pregunta que aún tenía en deuda.

Bang... una entre los ojos y listo... Escuchó a manera de susurro en su mente, como una voz taladrante que amenazaba con perforar su cráneo para ser liberada.

-Hace poco tiempo- inició el hombre irlandés con calma y tranquilidad- llegué a este sitio. Lo que puedo decir es que una villa bastante peculiar, tanto por sus habitantes como por sus excesivas luces, y que hasta la fecha no sé en que parte de Europa nos encontremos- confesó sin alterarse en lo más mínimo. Finalmente añadió- ¿Le dio un foco un sujeto con sombrero apenas despertó?

Los ojos violeta de Hugh adoptaron un matiz más serio, incluso al grado de conferirle mayor edad al propio condenado. Si recibía una afirmativa por respuesta, seguramente podría asumir que ese individuo cumplía con alguna clase de rito, un rito bastante peculiar cuya función deseaba desentrañar.

por **Aleksandra Milkovich** Vie Jun 11, 2010 10:00 pm

Ignoraba si se debía a que su tranquilidad era contagiosa o al hecho de que lentamente me iba haciendo a aquello, por un lado dejé las coincidencias, supe que eran importantes aunque no les di tanto valor como él en aquel instante. Le respondí asintiendo con la cabeza una sola vez, intentaba ordenar varias ideas en mi cabeza, eran ideas nuevas y complejas, sin principio ni final, sólo una cosa, la villa, parecía ser el punto de conexión.

Llegábamos de la misma forma, nos comportábamos de la misma forma y al parecer sabíamos lo mismo, aunque sus palabras me sirvieron para confirmar lo que me temía, seguiría con los ojos vendados ya podría entrar a la villa o tirar la puerta de la estación abajo. Sin embargo aún contaba con una posibilidad, ya fuera un exceso de vanidad o de desesperación, creía que yo podría sacar algo de todo aquello, algo más de lo que él pudiera haber descubierto; el simple y repetido comportamiento del hombre, ante la adversidad todos iguales. Necesitaba hacer algo con aquello, moverme e informarme y eso haría pero por otra parte temía perder la oportunidad de extraer de aquel hombre todo lo que pudiera.

- Me dirijo al pueblo, necesito informarme de los próximos trenes y buscar un teléfono ¿sería tan amable de acompañarme?- pregunté en un derroche de sinceridad y amabilidad. No iba a confiar en él, algo fuerte me decía que no debía hacerlo, mas entonces era débil, necesitaba su ayuda. Tomé de nuevo las maletas negras llenas de ropa y algún libro, lista para salir de allí hacia aquel infierno de luces.

por **Hugh Pravus** Mar Jun 15, 2010 12:40 pm

Una silenciosa respuesta llegó hasta él, silencio pero suficiente para empezar a formarse nuevas conjeturas, sin todavía ser lo necesario como para comprender el misterio de la villa o la ubicación exacta de la misma. Entonces se dio cuenta, ¿por qué no había visto ni un solo mapa a lo largo de todo ese tiempo?...

Porque eres nuestro y tienes que matarla...

Estuvo a punto de reir, tanto por las voces que molestaban su cabeza como por la petición de la mujer. Claro, él mismo había tenido un momento semejante a su llegada... mucho más violento, pero semejante. Reprimió un impulso por llevarse la mano a la herida de la pierna, mostrando una sonrisa cortés simultáneamente.

-Desde luego, hay un hotel bastante grande donde me hospedo, supongo que podemos dirigirnos ahí, así como asumo que no tiene demasiada necesidad de que le ayude con su equipaje- dijo Hugh mientras se giraba en dirección al edificio donde se albergaba temporalmente. No le arruinaré todas las sorpresas...

Comenzó a caminar a paso moderado, al final, no tenía mucha prisa por llegar a ninguna parte, tampoco significaba que aquella porquerìa de villa fuese el mejor sitio para pasar unas vacaciones.

-Por cierto, espero no tenga demasiados asuntos que resolver porque los trenes no suelen salir muy a menudo de esta zona- concluyó, con el rostro oculto por su espalda y una sonrisa socarrona a lo largo del mismo.

por **Aleksandra Milkovich** Vie Jun 18, 2010 9:23 am

Quedé parada un momento en silencio, viendo cómo se alejaba, pese a que el cojeo hacía que sus hombros se movieran ligeramente descompensados al caminar éstos permanecían rectos, opulentos y seguros de sí mismos, sonreí ligeramente ante su comportamiento, seguro que prefería el cojeo con la cabeza bien alta a un bastón o una silla de ruedas que evidenciaran una debilidad. Ese desconocido que había salido de la niebla parecía extraer de mí lo mismo que yo de él, podría decir que estábamos en paz, me daba la sensación de que no se había rendido, solo había aceptado el inevitable desconocimiento sobre el emplazamiento de la villa. Pero yo debía llegar más lejos que él y evitarlo.

Apenas se alejó un par de pasos cuando avancé hacia él, las maletas casi no pesaban, aunque hubiera sido preferible poder haberlas llevado por un camino en mejores condiciones que aquel. A lo lejos pude ver el hotel Sol de Medianoche con las luces de neón tan llamativas como las propias bombillas que lo rodeaban. Detrás había más edificios, conforme avanzábamos se iban revelando sus siluetas ya que antes con las bombillas todo parecía una enorme nube luminiscente. Me encontraba demasiado abstraída con aquella belleza, una vez más me dejaba llevar por ella, igual que lo hacía cuando Petrov, sabedor de mi gusto por el arte, me mostraba un nuevo cuadro que seguro provenía de la colección privada de otro pez gordo que jugaba con dinero negro. Con todo, las palabras del hombre sonaron lejanas, apenas le presté atención, tuve que desviar la mirada de la ciudad antes de reaccionar verdaderamente.

Me acerqué rápidamente para ponerme a su altura, no quise mostrarme alarmada y por ello logré mantener la calma cuando me dirigí a él. Deseé que me mirara para poder estudiar bien su rostro, entonces solo tuve que contentarme con mirarle yo fijamente, observando sus rasgos, las arrugas que se formaban en torno a sus ojos cuando sonreían o el brillo de su mirada violeta.
- ¿Qué significa no muy a menudo? ¿Cada cuánto salen?- pregunté cuidadosa sin levantar apenas el tono de voz.

por **Hugh Pravus** Jue Jun 24, 2010 1:30 am

Se detuvo un breve momento para contemplar a la mujer, quien se mantenía firme pese a todo, al menos eso indicaba su tono de voz. Quizás estaba alarmada por lo que él dijese, quizás no le había dado importancia, no le interesaba demasiado en esos instantes. Giró para mirarle, sonriente, casi encantador a la vista, a pesar del detalle de sus ojos violáceos, el único indicio de su transformación.

-Le seré sincero- empezó Hugh con un acento irlandés más formal y cortés-, si sigo aquí es porque los trenes no pasan, más bien, porque parece que estamos estancados aquí. No pierdo la esperanza de encontrar un medio para dejar este sitio, pero creo que llevará tiempo

Volvió a admirar el rostro de aquella mujer, le parecía bastante atractiva a pesar de que existía la posibilidad de que fuese una enviada de Vlad, como todos en ese maldito pueblo de mierda. Su mirada era profunda, cautivante, y el cabello negro le daba un toque de misterio nada despreciable. Se rascó la herida de la pierna de manera inconsciente, un tanto abstraído en sus cavilaciones.

Devórala, mátala de una vez y esconde el cuerpo

-¡Ah, que mal educado!- se reprendió así mismo de pronto. Luego extendió una mano en dirección a ella- Me llamo Arnold. Supongo que después podré invitarle una copa o algo así-añadió Hugh mientras su cabeza formulaba una serie de planes bastante complejos.

Si se daba cuenta de que aquella mujer tenía que salir desesperadamente de esa villa entonces podría presentarse la oportunidad de usar el hecho a su favor y trabajar en conjunto, de todos modos, el fin justificaba los medios... Además, todavía debía averguar el color de la bombilla de la chica; ¿era él la única persona con un foco de color cobalto en su haber? No, debía haber otros... Si ello fuera poco, ¿no disfrutaba él de una buena compañía mientras hacía su trabajo? Contuvo una carcajada mientras mantenía la máscara de formalidad, elegancia y caballerosidad que no solía faltarle en ninguna parte... normalmente.

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