Tambaleándose [Libre]

Apoyé mis manos contra la pared del vagón, las cuales producieron un golpe seco al chocar contra la madera. Fruncí el entrecejo, mientras me colgaba nuevamente la mochila al hombro y trataba de caminar hacia el fondo del pasillo. Se me hizo imposible; el piso sobre el cual mis pies se encontraban se movía demasiado.

Gruñí, y me quedé quieta. Terminé por suspirar, y deslizarme, suavemente y con la espalda contra la pared, hasta el suelo. Abracé mis rodillas, y lancé práciticamente un rugido cuando mi cabeza dio de lleno contra un barandal. ¿Acaso no podía quedarme quieta?

—Maldición —mascullé. Luego, tomé un largo respiro, y dejé que mi rostro volviera a esa expresión inescrutable que siempre poseía. Rodé los ojos, y me aferré con mis dedos fuertemente a la alfombra del suelo, aunque sabía que era imposible.

Sólo me quedaría esperar, esperar hasta que el vagón dejara de moverse de esa forma y yo pudiera caminar tranquilamente hasta llegar a algún otro lugar.

Corrí todo lo que pude, tanto que incluso coger el aire me dolía en los pulmones. Me apoyé en la pared, respirando rápido mientras cerraba los ojos con fuerza. Mi estado era lamentable... el brazo me dolía y tenía el labio roto y un ojo morado por culpa de la paliza... Dios santo, me pesaba tanto el cuerpo que sentía que me desplomaría en cualquier momento. Tenía que ir al baño.

Caminé entre la multitud, tratando de mantener la compostura, aunque era algo difícil y muchos se me quedaban mirando... Mirando, nada más, era a lo que se limitaba siempre la gente... Mirar...

Mientras me abría paso con la gente tropecé con una niña que estaba sentada en el suelo y casi provocó que cayera, suerte que me sujeté con las manos a la pared. Rapidamente miré y me di cuenta de que se trataba de una niña.

-¿Lo siento, estás bien?

Alcé la vista cuando sentí que algo o alguien pasaba sobre mí, y por poco tropezaba. Mis ojos se toparon con los de una mujer, cuya característica que más me llamó la atención fue su cabello de un brillante plateado. No parecía estar muy cerca de la vejez, por lo que supuse que se lo teñía de ese color. Sí, actualmente muchas personas decidían cambiar radicalmente su color de cabello.

Le miré fijamente durante unos minutos, hasta que ella decidió hablar. Meneé la cabeza, y me paré.

—Estoy bien —contesté, con voz indiferente—. Probablemente, fue mi culpa. No debería estar sentada en medio del camino.

«Pero no es mi culpa que el tren se tambalee tanto» agregué, mentalmente.

Una vez me sacudí el polvo que se me había adherido a la ropa, volví a mirarla. Entonces noté que parecía estar herida. Fruncí en entrecejo, y luego volví a mi rostro inescrutable.

—¿Tú eres? —pregunté, sin demostrar realmente mucho interés.

La chica se levantó del suelo y se sacudió el polvo, en esos momentos, escuché unas llaves detrás de mi, y por los nervios que llevaba en esos momentos me giré rapidamente, creyendo por un momento que me había seguido hasta el tren... El corazón aun estaba acelerado, todo estaba pasando tan deprisa. Me di cuenta de que el hombre me había pillado mirandole fijamente, y tambien recordé que la chica estaba esperando que le respondiera...

-...Mindy...

Dije finalmente, y acto seguido me pasé la manga por el labio para limpiar la sangre. Hice una mueca de dolor, que traté de disimular sin demasiado éxito. La herida del ojo no estaba mucho mejor... Dios... Iba a desmayarme... Y el tren no paraba de tambalearse.

-...Disculpa...

Apoyandome en las paredes llegué hasta el baño dejando restos de sangre tras mi.

Fruncí los labios cuando, luego de pronunciar su nombre, escapó hasta los labios. Se veía mal, de eso estaba segura. Parecía haber tenido una pelea hacía no mucho rato. Me pregunté, inconcientemente, si estaría bien.

Entonces fue cuando recapare en la presencia de una persona más allí. Un hombre. Le miré fijamente, analizándolo. ¿Quién sería? ¿Qué querría?

Di unos pasos en dirección al baño, para así estar cerca en el caso de que la chica llamada Mindy decidiera salir. Me crucé de brazos, recostándome contra la pared; de otra manera, no podía mantenerme en pie.

—¿Quién eres? —le pregunté, de improviso, alzando la barbilla.

Spoiler:

Spoiler:

Entré en el baño y me apoyé en el lavabo jadeando fuertemente. Hice una mueca de dolor al ver el feo corte que tenía cerca del ojo... Cogí un poco de agua con las manos y me lo puse con cuidado en el corte. Siseé de dolor, pero peor sería que se infectara. También me limpié la herida del labio, que estaba un poco hinchado por el golpe... Era un milagro que no me hubiese matado.

Las manos aun me temblaban de forma exagerada, quería llorar, gritar, pero estaba tan asustada que no sabía bien como reaccionar. Mi cuerpo estaba lleno de golpes y cortes, incluso levantarme un poco la ropa para vermelo me dolía... Cerré los ojos con fuerza y eché la cabeza hacia arriba mientras musitaba un "Dios..." a punto de llorar. Sin embargo respiré profundamente conteniendo ese dolor tan agudo que me oprimia el pecho, no debía derrumbarme ahora...

Mordí mi labio inferior, con furia. ¿Cómo se atrevía a llamarme así? ¿Pequeñuela? Casi pude sentir el sabor de la sangre escapando por la herida que acababa de hacerme al morder con tanta fuerza. Solté un gruñido y le miré mal.

Mantuve por unos segundos la mirada, hasta que finalmente alcé la barbilla, con indignación.

—No me llames así —ordené, con voz fría—. Si no quieres responder, no lo hagas. No es como si me interesara, realmente.

Desvié la mirada, y volví a mi expresión inescrutable. Observé con aire indiferente cómo el hombre se dirigía al baño y preguntaba a la joven llamada Mindy sobre sus heridas. Miré por sobre su hombro la expresión de ella. Meneé la cabeza, y volví a recostarme contra la pared.

Escuché atentamente, aunque en apariencia sin mucho interés, las cuestiones que él hacía. Convertí mis manos en un puño cuando se refirió a mí. ¿Creía que había sido yo? Fruncí el entrecejo. Podía golpear si lo deseaba, eso estaba claro, pero me molestaba en sobremanera que se atreviera a decirlo así como si nada.

Me acerqué, con el semblante aparentemente relajado.

—No le he hecho absolutamente nada. Fue ella quien tropezó conmigo. Además, no creo que un simple tropezón pueda hacer tales heridas —taladre con la mirada el rostro de la joven, esperando que dijera algo.

Cuando sin previo aviso aquel individuo entró en el baño me sobresalté. Di un paso atrás, no me fiaba de un desconocido. El hombre me agarró de la muñeca para que me acercara a él y me puso las llaves en la herida de debajo del ojo. Siseé de dolor. Entonces me preguntó que quien me había hecho aquello, que si había sido la chica. Acto seguido limpió la sangre de mi labio, y yo me lo aparté.

-Estoy bien, estoy bien

Le dije poniendo las manos delante. Como intentando crear una barrera invisible entre los dos. Negué con la cabeza.

-No ha sido ella, por dios... ¿Que te hace pensar algo así?

Me apoyé en el lavabo, mirandome en el espejo.

-Gracias por tu ayuda... Estoy bien

Miré de reojo a la joven que esperaba ahi de pie y luego miré al hombre. Volví a mirarme en el espejo una vez más... No me hacía mucha gracia que una chica de su edad estuviese sola en ese vagón con un desconocido.

-¿Puedes entrar un momento? Necesito tu ayuda

Le pregunté a la chica, de la cual aun no sabía su nombre.