Perdida [Libre].

Realmente, Roxanne no tenía ni la menor idea de dónde se encontraba. ¿Acaso esto era un simple sueño? ¿Una alucionación? ¿El hombre del vagón la habría golpeado, tan fuerte como para provocar cosas como esta? No, era imposible. Un sueño no podría, nunca, ser tan vívido como lo que ella estaba viviendo ahora. Miró la bombilla que no hacía mucho un extraño sujeto le había tendido. Era color celeste, y no tenía idea de porqué.

Caminó sin rumbo durante un buen rato. La ciudad parecía pintoresca; extraña. Bombillas de colores podían verse por doquier. Pero eso no hacía que Roxanne se sintiera realmente bien. ¿Cuándo había llegado hasta aquí? ¿Cómo?

Las preguntas se arremolinaban en su mente, la nublaban, y hacía que fuese imposible pensar algo. De repente, sintió una especie de necesidad de ir más dentro de la ciudad. Se resistió. ¿Qué era eso? Como un llamado. Gruñó. No tenía ni la menor idea, y tampoco le importaba.

Miró a su alrededor, y luego pateó el suelo, sin importarle realmente lo que la gente pensara. Su rostro, aún así, continuaba inexpresivo y sin nada que demostrar. Pero, dentro, su cabeza era un torbellino de preguntas. Estaba confundida, quería respuestas, no sabía donde se encontraba, y punto.

De improviso, cuando notó una bifurcación en su camino, no dudó en entrar en ella. Era un callejón. Se encogió de hombros, y se sentó en el suelo. Un charco de agua junto a ella, un grifo goteando agua sonoramnete, y el sonido de sus uñas contra la piedra del suelo eran los únicos sonidos que la acompañaban.

Pasó largo rato allí, escuchando hasta el más mínimo sonido en el aire. La gotera todavía seguía con su ritmo irregular, y ella trataba de marcar uno con las uñas de sus dedos golpeando contra la piedra.

Entonces, sintió una presencia a sus espaldas. Pero no se giró. Mas sí su espalda se tensó, y dejó de moverse por completo. Agudizó el oído. No, sólo había una respiración muy baja. Miró el suelo, sus cabellos se deslizaron por su rostro y le cubrieron la cara. Entonces, notó que algo, en el reflejo que trasmitía el charco de agua a su lado, brillaba.

Era un brillo peculiar. No extremadamente fuerte, pero tampoco demasiado sutil como para no notarlo. Alzó la vista de golpe, y se giró lentamente, tomándose su tiempo.

No vio a nadie. O no creyó ver a nadie durante una milésima de segundo porque, allí, un poco a la derecha, había una muchacha de pie. Si bien se encontraba escondida, como desprendía un extraño brillo no era complicado notarla.

Decir que se sorprendió al ver tal persona ahí era poco. Pero su rostro permaneció inexpresivo, mientras alzaba la barbilla, y la miraba. Clavó sus ojos en los de ella, aunque éstos estaban bastante ocultos por las sombras.

—¿Quién eres? —cuestionó, con voz helada.

Se permitió fruncir el seño. ¿Quién era esta chica? ¿Qué quería? ¿Por qué... por qué demonios brillaba como si reflejara los rayos del sol? Roxanne estaba más que segura que no era muy normal el brillar de esa forma. Aunque tampoco era normal todo el tema de aparecer en un lugar al que no recuerdas haber llegado jamás. Tampoco es normal que un hombre te de una bombilla de un color extraño, y menos que brille por sí sola.

Entrecerró los ojos cuando la muchacha que tenía frente a ella habló. Fue un susurro, pero entre el silencio que había pudo escucharlo muy bien. ¿Cómo la de quién? ¿El qué como quién? Las preguntas inundaron rápidamente su mente.

Todavía estaba sentada, por lo que se envaró rápidamente, sin decir una palabra y manteniendo siempre contacto visual con la mujer. Cuando ella respondió, no lo hizo como habría querido.

Alzó la barbilla. Rostro inescrutable.

—¿Llegar a dónde? —preguntó. ¿Qué era este lugar?

Hyalie bajo su mirada con tristeza. Genial! la segunda persona a la que tenia que dar la triste bienvenida a ese maldito pueblo.

- Estas en...estas en la Villa del Roble Fantasma

Titubeo un poco al decir aquello y se quedo observandola con un dejo de tristeza en su mirada. Ya no le importaba si era pligrosa, lo que de todas formas intuia que no, ahora ella tambien estaba atrapada alli y eso, le producia mucho pesar. No se corrio hacia atras en cuanto ella se puso de pie, simplemente se quedo alli parada, con la mirada baja.

- Sabes? no es seguro que te quedes aqui..este lugar por la noche es realmente peligroso. quieres...quieres acompañarme al hotel del pueblo? tal vez puedas registrarte...

Miro a la joven y luego dirigio su mirada a su alrededor, intentando ver en las sombras por si habia algun peligro. Estaba nerviosa y no podia ocultarlo, la noche y la oscuridad no le agradaban para nada

Acentuó más su ceño fruncido. ¿La Villa del qué? ¿Roble? ¿Fantasma? Eso no era posible, los robles no eran fantasmas. Roxanne apretó los labios con fuerza. Todo esto era imposible; el hecho de estar allí ya se le hacía imposible. Y ahora que le comunicaban el nombre del lugar, eso no la hacía sentirse mejor.

Meneó la cabeza, observando detenidamente y sin ninguna expresión el rostro de la muchacha.

—Por tu expresión, adivino que no es un buen lugar —susurró bajo su aliento. Bajó la cabeza, observando el suelo de piedra como si fuese lo más interesante del mundo. Finalmente, cuando la mujer volvió a hablar, Roxanne alzó la vista, para volver a clavarla en los ojos de la otra.

—¿Hotel? —cuestionó. Pensó que debería dejar de hacer preguntas y acostumbrase a esas cosas—. ¿Hay un hotel aquí?

Pensó que debería registrarse. Era extraña, sí, pero no tanto como para aceptar quedarse fuera, sentada sobre el frío suelo, cuando hay tantos peligros como la otra mujer mencionó.

Roxanne se limpió la suciedad que se había adherido a sus ropas, y se acercó a la mujer. Primero dudó pues, ¿cómo sabía que podía confiar en ella? La observó con algo de desconfianza, pero luego se permitió acercarse unos pasos más.

—Te acompañaré, pero sólo si me cuentas —habló—. Cuéntame qué signitica todo esto y... —señaló la bombilla celeste que aún traía en manos—esto.

Roxanne se cruzó de brazos sin realmente darse cuenta que lo hacía. Frunció los labios, e inclinó ligeramente la cabeza, pensando. Las dudas le daban vueltas y vueltas en la cabeza, y realmente necesitaba una respuesta.

La muchacha le dijo que era un lugar extraño, pero ella había notado casi de inmediato que estaba esquivando su pregunta. Alzó las cejas una milésima de segundo, y luego volvió a dejarlas en su lugar.

Se acercó más a la mujer, y comenzó a caminar a su lado. Su mano se cerró con más fuerza sobre la bombilla cuando... Haylie, le dijo que la cuidara.

—¿Porqué? ¿Y porqué sería incómodo que te diese la mano? —cuestionó, entrecerrando los ojos.

Alzó su propia mano, sosteniendo ahora sólo con una el objeto celeste. Miró su palma, y lo que vio la extrañó; no era blanca. Una tonalidad rojiza salía de ella. Tocó su rostro, pero no sintió nada fuera de lo común.

«Esto» se dijo «sí que es extraño».

Mas en cuanto ese pensamiento cruzó su mente, la tonalidad rojiza de su mano disminuyó, hasta ser sólo un pequeño destello rojo.

Escuché detenidamente lo que decía, tratando de asimilar la información. Se me hacía completamente imposible. Este tipo de cosas que Hayley me contaba me recordaban terriblemente a ese estilo de sucesos que pasan en las películas de fantasía o ciencia ficción. O en los libros, también.

Pero, ¿en la vida real? ¿Que cada uno tenga una bombilla, y estemos encerrados aquí sin volver?

—Pero si pudimos venir... ¿por qué no podríamos volver? —razoné, más para mí misma.

Observé con detenimiento su palma, que estaba brillando terriblemente. Llevé la vista rápidamente a la mía, pero que ahora no tenía el brillo rojizo que antes había captado.

—¿En qué nos convertimos al llegar aquí? —pregunté, mientras seguía caminando.

Roxanne se paró en seco. ¿Estaba aquí por una razón desconocida? ¿Es decir que no había forma de volver hasta conocer esa razón? Gruñó. Ella conocía esa razón; no estaba conforme con su vida allí afuera. Claro, su familia no era mejor del mundo. Pero, entonces, recordó a su hermano, y quizo gritar. Mas se contuvo, y retomó la caminata, con el rostro más serio de lo normal y que hacía que pareciese mayor de lo que era.

Escuchó cómo Hayley le contaba sobre su bombilla. ¿Controlar la electricidad? Eso sí que parecía de películas. Pero luego no pudo evitar sorprenderse ante eso de curar heridas. ¿De verdad?

Miró detenidamente a su acompañante. ¿Se enfadaría si ahora mismo tomaba un cuchillo y le hacía un corte? Probablemente así sería. Pero... ¿realmente quería comprovar que ya no era más ella misma? ¿Ahora qué tenía? ¿Poderes? Seguro.

Continúo caminando, sin decir una palabra. Minutos luego, divisó una gran construcción a lo lejos.

Suspiró.

—Ese Gabriel... ¿sabes dónde está? —cuestionó. Tenía que encontrarlo.