¿Casualidad o Causalidad?

En aquella estación, ¿verdaderamente no iba a volver a pasar ningún tren de regreso? No lo podía creer, ya habían pasado varios días desde que había llegado allí y todavía no había pasado ninguno, mas podía darme cuenta de que si había más personas que antes allí no había visto, aunque podía ser que también hubiesen llegado antes que yo y ni siquiera me los había cruzado.

Aquel lugar me sentaba cada vez más raro. Había supuesto que quizá me iba a acostumbrar rápido, pero no había sido de esa forma, por lo menos no como a mí me hubiese gustado, sino que aun me seguía pareciendo extraño, completamente ajeno a mi, aunque se suponía que ya formaba parte del lugar, siendo un animal más de allí.

Pero no era la única que había sufrido aquella metamorfosis. Un hombre que no debía de tener más de veintiséis o veintisiete años estaba tirado en el suelo retorciéndose del dolor. Esa imagen me pareció muy familiar, como a cuando me había pasado a mí. Era muy parecido. En parte me alegré de que no fuese la única a la que le ocurriese, aunque también sentía un poco de lástima porque también sentía un gran dolor aquel ser.

Me senté en una de las bancas del descuidado y abandonado lugar a mirarlo. Ya tenía por sabido que nada se podía hacer –o quizá lo hacía por venganza, ya que no me habían ayudado cuando me sucedió a mí– mas que simplemente observar cómo se convertía en un animal y, luego, volvía a ser el mismo chico que antes. Aquello quizá ya sonaba un poco repetitivo si se ponía a pensar, pero debía de ser de aquella forma, sin ayuda, simplemente observar… no hacer nada y aguardar. Nada más ni nada menos.

Al fin, cuando mostró su verdadera forma animal se pudo ver como un pequeño zorro de tono rojizo que se encontraba mirando el reflejo junto a un charco de agua a la luz de la luna. ¿Qué estaría pensando? Quizá muchas cosas, quizá nada, no podía saberlo con verdadera certeza.

Me puse de pie y me le acerqué sin mucho temor. Sabía que iba a poder defenderme si tenía pensado atacarme, aunque había algo que me dificultaba, y eso era el saber si podía volverme un lince por mi sola o si necesitaba algo. Seguramente podría por mi misma, pero tendría que verlo.

-Así que eres un pequeño zorro…- murmuré acuclillándome cerca del pequeño animal y mirándole fijamente. No iba a acercarle la mano para luego terminar con un par de marcas sobre la piel, así que me quedé donde estaba, simplemente mirándolo y si quería acercarse, que lo hiciese, ya que no me retiraría.

Sonreí con un poco de alegría, pero al mismo tiempo de pena. No era la única, pero al mismo tiempo también me daba un poco de lástima que alguien más pasase por lo mismo. Por lo menos era un animal con un pelaje suave. Me di cuenta de eso cuando permitió que lo acariciase simplemente con un gesto, acercando su hocico a mi mano con la tenía tendida al lado mío.

Sin temor de ningún tipo y le acaricié entre las orejas, mientras miraba como primero me olfateaba la mano. Mis labios se curvaron formando una pequeña sonrisa. ¿Así es como se siente tener una mascota o por lo menos un animal al que cuidar? Debía de serlo, aunque aquel era un animal salvaje que ahora en su interior tenía encerrado a un hombre que seguramente quería volver a tener su propia apariencia en vez de la de un zorro.

-¿Sabes? A mi me pasó algo parecido a lo tuyo- sonreí de lado. Me sentía más libre hablando con alguien que no tuviese forma humana que con una persona común. Sabía que no iba a poder responderme, por lo menos no de forma que yo pudiese entenderle, sino con pequeños gruñidos o sonidos típicos del animal.

Dejé de acariciarle la cabeza, pero me arrodillé en el suelo, aunque estuviese completamente sucio, y le miré. Iba a aguardar hasta que volviese a ser la persona que era antes y luego me iría, a pesar de que haya recordado cómo volvía uno y no quisiese verlo de esa forma –y más cuando ya había visto antes que era un hombre y no una mujer, algo que lo empeoraba un poco más–.

Sentí un roce peludo en mi mano y volví la vista al animal, ya que la acababa de retirar para observar el lugar, todo en ruinas como había llegado a ver en algunas otras partes de las villas. Al parecer no se mantenía totalmente en pie, aunque no parecía un lugar no próspero, sino, en cambio, que avanzaba bastante, o por lo menos en apariencia podía llegar a mostrar.

No entendí lo que quería decirme, por lo que volví a acariciarlo. Se movió unos pasos alejándose de mí. ¿Quería que lo siguiese? O quizá que lo soltase… En fin, me puse de pie y le seguí acercándome a dónde él se dirigía, pero sin percatarme aun de qué era lo que quería, ya que se había vuelto a mirarme luego de otros pequeños pasos que dio.

-¿Qué quieres que mire?- aunque hablarme no podía de alguna forma tenía que entenderle, y esa había sido la mejor forma. Seguí caminando unos cuantos pasos y sobre el andén me encontré con que había una única maleta que supuse que sería suya-. ¿Era esto?- me acerqué al único equipaje que allí había. ¿Tal vez necesitaba algo que hubiese dentro? O… ya no sabía que podía ser o no me lo imaginaba muy claramente.

Observé atenta qué era lo que el pequeño animal estaba haciendo. No me había equivocado en pensar que aquella maleta era suya, ya que le abrió el cierre y sacó una pequeña libreta de su interior junto con una lapicera. ¿Pensaba ponerse a escribir o dibujar aunque fuese un animal? Eso ya me estaba pareciendo un poco divertido, nunca se me hubiese ocurrido a mí hacer algo parecido más que escribir con una garra, el único recurso que siempre se llevaba encima.

Leí lo que había escrito con un poco de dificultad, ya que siendo animal tampoco podía salir una muy buena letra, pero por lo menos era legible y había entendido lo que decía. Me pregunto quién será Eve… Nunca antes había escuchado aquel nombre ni se me había sido nombrado.

-No, ya me gustaría a mi que esto fuese un sueño- suspiré-, pero no lo es, es la realidad debo de decir aunque también me pese- Ojalá, simplemente eso pensé volviendo mi vista de la libreta al zorro-. Según sabía el tren iba hacia el sur de Inglaterra…- ¿distintos destinos tan alejados pero un mismo tren?, aunque creía haber llegado primero yo.

Me acuchillé para ver que era lo que estaba buscando ahora dentro de su maleta. De su interior sacó una foto que mostraba a un hombre y un revólver y en mi mente llegó un recuerdo de lástima al no haber decidido llevar el mío en el viaje. Observé lo que escribió esta vez detrás de la foto.

-¿Le buscas?- la respuesta a esa pregunta era demasiado lógica y ni siquiera sabía por qué la había hecho, simplemente había sido pronunciarlo sin que lo pensase previamente, algo raro-. No le conozco. ¿Qué te ha hecho?- la curiosidad había ganado y no pude evitar preguntarle. ¿Quizá quería que lo ayudase a encontrarlo? Aunque dudaba mucho que estuviese también en la villa.

Volvió a escribir algo sobre el revés de la foto y esperé a que terminase para poder leerlo. Agarré el papel y volví a leer lo que había escrito. Ahora entendía un poco mejor por qué quería venganza sobre aquel hombre que mostraba la imagen, pero, aun así, no le iba a poder ser de ayuda con ese tema.

-Siento saber eso…- y lo acaricié. Quizá la venganza no sería una buena manera de eliminar al hombre, por lo menos no con la muerte instantánea, primero tal vez podría hacerlo sufrir un poco para que supiese lo que se sentía el dolor… sin embargo, no era un tema que me concernía, así que tampoco pensaba opinar nada sobre él, además de que tampoco sabía por qué había quedado libre habiendo matado a una persona-. Escuché que el tren viajaba por toda Europa, Holanda quizá era una de sus tantas paradas- me encogí de hombros.

Me preguntaba si ya quería volver a su forma humana y por qué no lo había hecho aun. El viejo que estaba en el bosque simplemente haciendo que me tranquilizase había logrado hacer que yo dejase de ser un animal, y él parecía estar lo suficientemente tranquilo como para poder volver si quisiese, aunque no fuese muy bueno para mi. No me apetecía ver a alguien desnudo frente a mí.

-¿Puedes volver ya a tu forma, zorrito?- le pregunté sonriente. Simplemente me mostraba de esa forma tan tranquila y feliz porque se trataba de un animal, aunque sabía que era una persona tan humana como yo. No me preocupaba.

Le miré. No volvió a escribir nada más y se acostó sobre su chaqueta. ¿Qué más podía hacer que solo mirarle? No podía dejarle solo siquiera. No porque fuese un compromiso, sino porque quería quedarme allí. No me molestaba el estar hablando con un animal que igual poca comunicación podía hablar. Me sentía cómoda allí a pesar de que no estaba sola.

Sin embargo, aquello no duro mucho, porque su pelaje comenzó a desprenderse, dejando a la vista la piel de un humano. No, no quería ver aquello y estaba sucediendo a una velocidad increíble. No supe que hacer y la única reacción que tuve fue cerrar los ojos, aunque sonase un poco estúpido.

Así, acuclillada aun en el suelo y sin mirar, me puse de pie, y no abrí los ojos hasta que hubiesen pasado unos cuantos minutos, los suficientes como para que una persona se pudiese cubrir con ropa. Al final, luego de un rato y cuando él me habló, abrí los ojos para observarle. Había vuelto a ser el humano que había visto antes de perderse en el pelaje rojizo de un animal y, para mi suerte, si había alcanzado a vestirse bien.

-No había sido una petición… más una pregunta de curiosidad- le sonreí. ¿Y ahora tenía que hacer algo más allí? No, absolutamente nada, pero tampoco quería marcharme. Era la primera persona que me encontraba y que era parecida a mí, no podía tampoco desperdiciar el momento.

-Dime, ¿cómo te llamas, zorrito?- no pensaba seguirle llamando de esa forma, pero no había ninguna otra manera de poder dirigirme a él que con ese apodo, pero por el momento no tenía otra forma de hacerlo.

Le observé sonreír y guardar las cosas que había utilizado para comunicarse conmigo cuando se mostraba incapacitado verbalmente, pero que ya no necesitaba porque había dejado de ser un animal, para volver a ser una persona y poder hablar por sus propios medios sin necesidad de utilizar otras cosas para hacerlo. No le devolví la sonrisa, mas no le quité la vista de encima, manteniéndola fija sobre él, aun expectante a su respuesta.

Se sentó en una banca que había allí mientras que se ponía a fumar. Por mi parte, me quedé de pie frente a él. No veía motivo por el cual sentarme, ya que seguramente no demoraría mucho más en marcharme de aquel lugar. ¿Qué más tenía que hacer allí? Nada, ni siquiera había algo que me retuviese, a pesar de que la curiosidad impulsaba un poco a que mis piernas no se moviesen.

-Hathor… Hathor Leview- le completé la frase que había dejado al aire por no saber mi nombre, luego de que me hubiese dicho el suyo-. Es mejor saber su nombre, así no le sigo llamando zorrito- sonreí con un poco de gracia. Aquello era un poco como faltar el respeto, pero, sin embargo, era un apodo interesante.

Miré hacia ambos lados, observando aquella estación sin comprenderlo del todo. El interior del lugar parecía casi en ruinas si no es que lo estaba, sin embargo, cuando se salía no se mostraba de aquella forma, sino como una villa limpia, cuidada… ¿nueva? Tampoco para tanto…

-Dime algo, ¿cómo sentiste tu transformación?- le pregunté con un poco de curiosidad. Había notado que también le había sido doloroso, pero aun así quería saber si había sucedido algo más o no. ¿Todas las transformaciones en animales eran iguales aunque fuesen sobre distintas personas y resultasen ser distintos mamíferos también? Esa era una buena pregunta, pero sabía que él no iba a poder respondérmela si se la hacía.

Le observé mientras que me contaba algo sobre la mitología japonesa, las transformaciones de los animales en personas, aunque en este caso era a la inversa, ya que eran humanos en simples animales salvajes, y sus creencias. Me lo contó todo junto y no le interrumpí en ningún momento, dejando que continuase hablando hasta que hubiese acabado. Observaba el humo que largaba el cigarro que estaba fumando mientras tanto, además de fijar mi mirada en él.

Parecíamos ser diferentes, mucho, tanto en creencias como en aspecto, sin embargo, los dos podíamos transformarnos en simples animales. ¿Cómo era aquello? Me creaba un poco más de curiosidad de la debida, seguramente. Tendría que ir quizá a la biblioteca a investigar, a ver si encontraba algo sobre lo que me estaba sucediendo, lo que nos estaba sucediendo, también. Y, sobre todo, el por qué se daban distintos colores de bombillas. ¿Representaban algo?

-Como has dicho, sí. He sufrido lo mismo, no sé si con la misma intensidad, pero algo relativamente parecido- le respondí lentamente a su pregunta. No tenía por qué ocultarlo siendo que ya sabía lo que él era, también, aunque igual no le dije la clase de animal que era. ¿Era importante decirlo? O quizá luego podría darse cuenta por si solo-. También tengo un animal en mi interior, como tú, pero desconozco la razón por la que se encuentra allí…- me encogí de hombros.

Tomé asiento junto a él. No quería continuar de pie y tampoco sabía si me iba a quedar mucho tiempo más frente a las vías del tren o ya me iría, aunque quizá debería de hacerlo. La luz de la luna continuaba siendo reflejada en los diversos charcos de agua que había en el suelo, que se filtraba por los agujeros que había en el techo. Dejé de mirar lo que me rodeaba y volví mi vista hacia Dante.

-Tampoco es que tenga mucho interés, podría decirse que es más curiosidad que otra cosa- le sonreí. No estaba intentando ser amable, simplemente… era así, o por lo menos él ocasionaba que le devolviese las sonrisas-. Lo que me provoca más curiosidad es que no somos el mismo animal, somos distintos- me encogí de hombros. ¿Aquello sería acaso porque nuestras personalidades eran distintas, entonces nos caracterizaba un animal diferente?

Observé el humo que largaba cada vez que le daba una calada a su cigarro. Este se mezclaba con el aire hasta que desaparecía completamente, aunque el olor permanecía, hasta que se comenzaba a alejar y, definitivamente al final, desaparecía del todo y ya no se veía ni se sentía nada. Eran meras partículas que se dispersaban y se mezclaban.

Lo que me estaba diciendo ya lo sabía. Lo había visto con mis propios ojos, lo había experimentado. Podía recordar el cambio que había recibido el lugar luego de que una bombilla del mismo color que el tenía me había sido entregada, al igual que podía recordar a aquel ser del sombrero que había desaparecido junto con las campanadas del reloj que marcaban el comienzo de una nueva hora.

-¿Estabas pensando en matarlo?- ¿sería un asesino tal vez? Había pensando que solamente quería venganza, pero no que también mataba a los demás… ¿Significaba que quizá en ese momento yo también estaba en peligro por estar junto a él, hablándole? Debía de tener un poco de cuidado entonces, si era de esa forma. Observé que se puso de pie, mas yo no me moví, quedándome sentada en el banco que estaba contra la pared, pero sin quitarle la vista de encima a él-. Quizá debería de ir haciendo las mismas preguntas, yo tampoco sé por qué estoy aquí o para hacer qué, simplemente que estoy y no me puedo marchar- me encogí de hombros. ¿Había algo que quizá nos estuviese atando al lugar y por eso no nos podíamos ir? Tendría que averiguarlo si podía…

Ahora comprendía, había malinterpretado lo que me había dicho, pensando en que seguía refiriéndose a aquel del sombrero en vez del asesino. Me encogí de hombros y le sonreí cuando me pidió disculpas. ¿Serían porque me había hecho pensar distinto? No le comprendía, la gente usualmente no pedía disculpas por aquellas cosas, de seguro que ni se les pasaba por la cabeza.

-El lugar exacto no lo sé, pero si me han dicho el nombre de este pueblo: villa del Roble Fantasma- aun podía recordar las palabras de aquel hombre, el primero que me había encontrado al llegar a aquel lugar y el que me había dicho cómo se llamaba el lugar, a pesar de que yo ni siquiera se lo había preguntado.

El viento empujaba lentamente la colilla de cigarrillo que había lanzado cuando ya lo había acabado. Este lo empujó con ímpetu, pero lentamente, hasta que comenzó a flotar en el charco de agua e hizo que se desfigurara la imagen que allí se mostraba. Aparté la vista para volverla a él.

-Luego de saber aquello, ¿qué le sigue? No creo que haya alguien que pueda a responder a esas dos preguntas existenciales, entonces… ¿cómo seguiremos?- le miré tranquilamente. Había cosas que se sabían y cosas que no, ¿qué pasaría si nunca encontraba a nadie que pudiese responder a mis preguntas sobre aquel lugar? Nadie sabía cómo salir… lógico, si lo supiesen ya lo habrían hecho, ¿no?

Claro, no se me había ocurrido aquello. La mejor forma de poder encontrar información sobre la villa sería visitando la biblioteca que había e inspeccionando todos los documentos que allí hubiesen, además de leer los libros que fuesen únicamente del lugar, ya que no creía que libros que fuesen de otros lugares sirviesen de mucho, ¿o quizá si? Debía de averiguarlo y quizá también ir allí para ver qué escritor me podría encontrar allí y si ayudaban, mejor.

-Sí, creo haber visto una- como para no verla, si era muy grande. Me sorprendía que un lugar con una fachada como la que tenía pudiese estar en una villa que no parecía ser muy grande-. Si caminas por la calle principal creo que vas a poder verla… aunque no esté exactamente en esa calle- me encogí de hombros.

Le miré ponerse su campera y agarrar sus cosas. Ya se estaba preparando para marcharse, ¿iría quizá para el hotel a dejar primero sus cosas? O tal vez se iría directamente para la biblioteca. De cualquier forma, ninguna de las dos cosas influía mucho en mí ni en lo que iba a hacer luego de que también me fuese de la estación.

-No, no lo he hecho, pero quiero hacerlo, o por lo menos encontrar una forma- volví a encogerme de hombros. Además, tampoco sabía si todas las personas que estaban allí también habían llegado de la misma forma que nosotros, en un tren que creíamos que iba a donde nosotros queríamos llegar, o si eran de aquel lugar como para poder ayudarnos en lo que queríamos.