En la escena de un crimen

No sabía como había llegado hasta ahí, ultimamente me daba por andar por andar sin ningún tipo de rumbo. Daba vueltas por este pueblo que parecía fantasma, tratando de encontrar algo interesante que hacer. A ser sincera, me aburría mucho. Mi no vida no estaba siendo demasiado interesante, así que muy a menudo me ponía a asustar a la gente, eso al menos me hacía reír.

La ciudad en ruinas que me acababa de encontrar parecía sacada de una pelicula, esta sin duda era la parte más tétrica que había visto en todo este lugar, además la niebla era muy densa y apenas se podía ver nada.

Me volví en mi forma transparente y caminé de forma curiosa por todo el lugar. Fue entonces cuando escuché un grito y unos cuantos golpes. Yo me di la vuelta y rapidamente corrí en dirección a los gritos. Me detube detrás de una pared y vi como un hombre acababa de matar a una chica... Abrí los ojos como platos... Suerte que en la forma en la que me encontraba no podían hacerme daño...

Fui corriendo cuando escuché gritos, pero cuando los encontré, ya era tarde.
-Joder...- gruñí.
El tío se había girado. Estaba claro que lo había visto, que sabía lo que había pasado. Llevaba un palo de hierro oxidado en la mano, manchado de sangre. Di un paso hacia atrás. Esos ojos de loco no me inspiraban confianza. Ninguna. Saqué la pistola y lo apunté, pero el tio avanzó.
- ¡Quieto, o disparo!- amenazcé.
Se detuvo un instante pensando qué hacer echó a correr hacia mí. Retrocedí a la vez que disparaba y le daba en un brazo. Pero el tipo, lejos de detenerse, siguió corriendo.
-Joder- mascullé echando a correr.
En movimiento no podía disparar, y ese tipo no parecía querer pararse a charlar.

En esos momentos y sin saber porque, mi cuerpo se movió solo y corrió hacia donde estaba Farah. Le di un empujón para apartarla de la trayectoria de aquel loco y rapidamente me volví de nuevo transparente cuando se dispuso a golpearme con el palo, que lo único que hizo fue atravesarme y clavarlo contra el suelo.

-¡Corre!

Exclamé mirando a Farah, haciendo un gesto con la mano para que se fuera. A ella si podía hacerle daño, a mi no. Sin embargo el tío se dio cuenta, y tan pronto como arrancó el palo del suelo volvió a girarse hacia Farah. Yo me volví de nuevo sólida y me puse detrás de él para agarrarlo con la poca fuerza que tenía.

Alguien me empujó y rodé por el suelo. Cuando miré hacia allí, vi al hombre golpear a Mindy y me levanté en un acto reflejo, pero la atravesó. Olvidaba que era un fantasma... Entonces el tipo volvió a ir a por mí.
-Ven aquí, puta- gruñó.
Pero Mindy se hizo material y lo agarró por detrás. Ahora. Ahora no podía moverse, no demasiado. Levanté la pistola y disparé, dándole un certero tiro entre ceja y ceja. El hombre se desplomó al instante, y yo guardé la pistola sin más.
-No hacía falta que me ayudaras, el resultado iba a ser el mismo- dije, siempre con el orgullo por delante.

Pegué un respingo cuando el hombre con todo su peso empezaba a deslomarse. Yo me aparté y lo miré con los ojos muy abiertos. Sus ojos estaban en blanco y le salía algo de humo de donde tenía el disparo. Que asco... Que impresión... Nunca había visto a nadie matar a nadie...

Alcé la vista mientras tragaba saliva, y entonces Farah me habló, diciendome que no hacía falta que le ayudara, que el resultado hubiese sido el mismo. Yo fruncí el ceño entre enfadada y ofendida.

-¡Claro! Seguro que la próxima vez le hubieses acertado, tendría que haberme esperado a averiguarlo... Aunque claro, quizás la que estaría aquí tendida serías tú

-Y qué diferencia habría...- farfullé sin entusiasmo.
Ya había matado a otro hombre. Sin pestañear, sin dudar. Sin que me importara. Aunque ese hombre fuera otro asesino. Yo ya tenía el infierno ganado desde hacía bastante. Hacía semanas que estaba allí, y nada. No había podido averiguar nada. No podía salir de allí. "A la mierda", pensé.
Me puse la mochila a la espalda y me pasé una mano por el pelo, soltando un resoplido. La carrera que me había dado había sido pequeña... Me lo recogí en un improvisado moño con una goma de pelo.
-Bueno, gracias, de todos modos- gruñí.
La miré un instante y recordé aquella vez en el bar. No pude evitar esbozar una torcida y perversa sonrisilla, antes de volverme y echar a andar.

La forma en la que me miró me hizo incluso sonrojarme. Siempre daría gracias que no se me notaba. Cogí una piedra y se la lancé, no pretendía darle, pero lo hice, y rápidamente me tapé la boca con la mano.

-Uy, se me ha ido la mano...

Dije tratando de esconder una sonrisa traviesa, bajo mi mano. Seguidamente empecé a reír a carcajadas por la cara que había puesto al girarse.

-¡La próxima vez no me mires con esa cara!

Intenté decirselo seria, pero no podía hacer otra cosa que reirme a carcajadas.

Una piedrecita me dio en la cabeza, y me giré fulminándola con la mirada, arrugando el ceño y frunciendo los labios. "Será puta", pensé llevándome una mano a la cabeza. Eso había picado. De varias zancadas me acerqué a ella.
- ¿Qué cara?- le pregunté haciéndome la inocente.
La agarré del pelo por la nuca y me pegué a ella. Entonces la taladré con la mirada, envenenándola con mi propia lujuria, comiéndola con los ojos.
- ¿Cómo se sale de aquí?- le pregunté con malicia.
La solté y me alejé de ella unos pasos.

Farah se acercó a mi dando grandes zancadas, por un momento tube miedo de que me diera una ostia. Pero no lo hizo, me agarró con algo de fuerza por el pelo de la nuca y pegó mi frente a la suya, imitando una mirada que me pareció igual a la de cuando estabamos en el baño del aquel pub.

-Pues... no se como se sale de aquí por que a estas horas la niebla es más alta de lo normal... así que tendrás que esperarte un poco...

Luego me soltó y se alejó unos pasos. Yo levanté una ceja.

-Cuantas ganas tenías de estar cerca de mi, ¿eh?

-Tranquila que ya me voy...- dije sin más mientras andaba.
Me llevé las manos a los bolsillos y seguí caminando, pero fui aminorando la marcha. La niebla comenzaba a ser más espesa, y más alta. Pronto no vería nada a más de dos mentros, y no encontraría la salida.
-Joder- mascullé.
Me giré y miré hacia la silueta de Mindy, que seguía ahí plantada.
-Poltergeist- la increpé-, ¿cómo se sale de aquí?- pregunté.
No es que tuviera ganas de hablar con ella. Es que no tenía más remedio si quería salir de aquel lugar. Con la carrera que me había dado huyendo, me había desorientado.

Que me llamara de aquella forma me molestó. Más que molestarme, me dolió. Sabía mi nombre, y me estaba llamando así para ofenderme o herirme. Yo afirmé con la cabeza, tratando de no mostrar que me había sentado mal y me alejé de ella para sentarme en un muro de un salto. Abracé mis piernas mientras miraba a la nada... Era bastante triste sentirse tan sola... Al menos tenía algo en común a cuando estaba aun viva...

-Tú sabrás...

Dije simplemente, intentando que no se me notara en la cara lo mucho que me había dolido su forma de dirigirse a mi.

Solté un resoplido. "Bueno... Cuatro ojos ven mejor que dos", pensé acercándome a ella, aunque a penas la veía, mi vista era privilegiada al ser un lince. Me senté a su lado dejándome caer con algo de brusquedad.
-Si no hay más remdio...- murmuré.
Pero pensar que tenía que quedarme sentada ahí sin hacer nada hasta que la niebla pudiera disiparse me exasperaba. Mi mente vagó por su mundo y se posó en lo ocurrido hacía unos minutos escasos. Un momento estaba asesinando a un hombre y al siguiente sentada tranquilamente con un fantasma con mucho ego.
-Este lugar es desquiciante...- dije alzando la vista al cielo y apoyando los antebrazos en las rodillas.

-...Esta no vida mía no es mucho mejor la mía anterior... parece que estoy condenada a ser infeliz...

Suspiré apoyando mi espalda en la pared. Aquí no tenía nada para poder darle sentido a mi no vida, estando viva por lo menos tenía una meta... Solo era una poltergeist con mucho tiempo libre y sin metas... ¿Para que salir de aquí? Total, estaba muerta...

-...Al menos tú tienes una meta y algo que te mantiene fuerte... Y no sabes cuanto de envidio...

- ¿Cuál? ¿Salir de aquí?- solté una risita resignada- Tsss... Dudo que exista algún modo...
Suspiré y tanteé mis bolsillos en busca de un cigarro. Pero me había dejado el tabaco en el hotel. "Mierda", pensé. ¿Y ahora cómo mataba el tiempo?
-Pero lamentarse no sirve de nada- sentencié.
"Quiero un cigarrooo..", me quejé para mis adentros. Había dicho que era infeliz... Ignoraba lo que pudo ocurrirle en vida, y tampoco me iba a entrometer. Pero ser de vez en cuando invisible tenía sus ventajas. En cambio, transformarse en un gatito con mala leche... No sabía qué era peor.
-Y la felicidad es relativa...

-Bueno, a no ser que seas masoquita o que te guste estar muerto, supongo que si, entonces la felicidad es relativa... Aunque yo ni soy masoquista ni me gusta estar muerta... si, si, ya se que dicen conformate con lo que tienes..

Hice una pausa y la miré.

-...Pero no me conformo... Lo único que he conseguido ha sido de huír de una vida... y ahora solo estoy huyendo de otra...

Me levanté y me paseé un poco.

-...En cambio tú, mirate... Tienes pinta de viajera de ir de un lado a otro, ya me comentaste que viajas mucho... y por lo menos estando aquí tienes algo que te mantiene fuerte, escapar...

-Maté a un tío- dije sin más, sin tapujos, sin pelos en la lengua, y sin ningún escrúpulo al recordar lo sucedido en el ejército.
Me eché hacia atrás y apoyé la cabeza en la pared.
-Por eso viajaba. Huía. No soy muy distinta a ti.
O más bien era su extremo opuesto, que sería lo más probable. Yo maté, a ella la mataron. A decir verdad, yo había tenido de alguna forma más suerte. Tal vez Mindy no mereciera la muerte, seguramente yo sí. Sonreí levemente ante aquel pensamiento. Algún día obtendría mi merecido, de eso estaba segura.
Con aquella revelación, probablemente se marchara, se alejara y no deseara volver a verme. Sería lo más lógico.

-¿Mataste a un tío?

Pregunté algo incrédula. Con los ojos abiertos como platos mientras la observaba. Parpadeé rápido un par de veces y se me erizó la piel... me froté los brazos mientras apartaba la vista.

-...¿Por qué?

Le pregunté. Ya decía yo que tenía pinta de mafiosa o algo por el estilo... Pero como mucho pensaba que era una traficante de drogas, no una asesina... O como mínimo una macarra que iban pegando palizas por ahi.

-...¿¡No serás racista, verdad!?

Exclamé levantando los brazos.

Solté un par de carcajadas sin poder evitarlo. ¿Racista yo?
-No, tranquila. Si lo fuera ten por seguro que no habría hecho cosas nazis contigo...- dije como si nada- Y el motivo ya no importa. Lo hice, y escapé de la justicia. No habría soportado que me encerraran...
Pero era ahí donde debía estar, en prisión. Por muy buen motivo que fuese, lo lógico habría sido dejar la situación en manos de un juez, pero tenía que tomarme la justicia por mi mano... No tenía remedio. Nunca cambiaría.
-Hakuna Matata- solté de pronto, encogiéndome de hombros-. No voy a lamentarme de nada. No voy a pedir perdón ni suplicar para ganarme las puertas del cielo.

-Si, eres una chica dura...

Reí un poco y acaricié su mejilla con la yemita de los dedos. No sabía porque hice aquello, pero enseguida retiré la mano al darme cuenta y me sonrojé un poco.

-Bueno... a mi, mi novio me maltrataba... hace poco que salí de un coma a causa de una paliza que me metió... y poco después de despertar decidí huír... me metió otra paliza... estaba débil... y bueno, en el tren me mataron... Pero no fue él quien me mató

Le expliqué algo triste mientras miraba al suelo.

Miré su dedo de forma instantánea, sorprendiendome ante aquel gesto. ¿No se había acojonado? Era la primera persona a la que se lo contaba y, aunque no lo hubiera desembuchado nunca, suponía que habría sido la reacción más lógica. La miré a los ojos cuando apartó la mano, claramente sofocada, y no pude evitar torcer una leve sonrisa perversa. Entonces me contó su historia, así que contuve el impulo inicial de acercarme a ella y responder a esa sutil caricia anterior.
- ¿Quién lo hizo entonces?- pregunté.
Ese era uno de los momentos en los que le habría dado una calada a un cigarro. No fui suave, he de admitir, pero es que yo era así, tal vez demasiado directa. Quizá más que una virtud, la sinceridad fuera un defecto.

-Creo que ya te lo expliqué, no se quien lo hizo, le acababa de conocer... Y sin ningún motivo vino y empezó a golpearme... a saber... la gente está muy loca...

Entonces recordé que ella también había matado a un hombre. Lo que no sabía era si lo había hecho a sangre fría y sin motivos como me hicieron a mi... No sabía porque le contaba todo esto. Ya que Farah en muchas ocasiones me hablaba mal, o me trataba como "el poltergeist" y cosas por el estilo... Pero... no tenía a nadie más... supuse que por eso me aferraba tanto a ella.

-Sí...- murmuré- Sí, la gente está loca...
Había un punto divertido en mi voz. Pero algo me sacó de aquel instante, de aquella conversación. Un olor llegó a mi agudizado olfato, golpeó mi nariz e hice una mueca de asco. Me levanté y le hice un gesto a Mindy para que se acercara.
- ¿Hueles eso?- pregunté tapándome la nariz con un par de dedos.
Pronto se escucharon sonidos de pasos, pasos firmes y seguros, que no vacilaban... ¡Pero si no se podía ver tres en un burro!
-Algo no va bien...- le dije en voz baja.
La agarré de la mano y tiré de ella. Oí el graznido del cuervo sobre nuestras cabezas y apreté el paso, cogiendo más fuerte la mano de Mindy.

La verdad era que si lo olía fatal. Como ha podido podía decir.

-Agh...si...lo huelo... ¿Que es ese olor tan asqueroso?

Pregunté con cara de asco mientras me tapaba la nariz. Farah me cogió la mano y yo me la quedé mirando. Si tan poco le importaba...¿Por qué cuando veía que algo no iba bien trataba de llevarme con ella?

-Cuidado Farah

Le dije mientras la paraba para que no se chocara contra un muro. La niebla era demasiado espesa.