Tratando de cerrar ciclos... [Libres]

Como cada dia salia de su mansion la joven, muchacha vestida con un abrigo negro, con botas de tacon alto.
Caminaba mirando a todos lados buscando a su padre, como todos los dias desde hace unos meses.

La busqueda era infructuosa, el hombre no aparecia, ya Johanna habia recorrido toda la villa buscandolo pero nada, no existia ni una pista que la acercara al paradero de la unica persona que la habia apresiado en su familia, de hecho para ella el era la unica familia que tenia.

Todos los meses de busqueda no la habian hecho pensar de que el primer lugar donde debio haber buscado era en la mina, ese era el ultimo lugar donde se le habia visto o al menos a donde debio haber estado, la Mina alli debio haber buscado en un principio, pero algo en ella le decia que quizas no era buen lugar para estar y menos sola, pero ahora para ella la soledad era su problema menor.

Volvía a estar en aquel lugar, el lugar de donde salía la mayor concentración de neblina violácea que había visto en toda la Villa. Creía que ya la había recorrido en gran parte y no había visto nada más parecido. Sin embargo, adentrándome en el bosque había vuelto a dar con la boca de la mina, donde estaba comenzaba, o quizá donde finalizaba. Todo dependía desde qué lado se estaba mirando.

Mis pasos me llevaron al interior del lugar. Eran los que me impulsaban, yo ya no caminaba por mi cuenta. En el camino había dejado que mi forma animal se apoderase de mí, por lo que la forma que estaba mostrando era la de un lince moteado y de color café. El viento que corría por el lugar hacía que mi pelaje se moviese a su merced y las ropas que llevaba atadas para cuando saliese de aquella forma se encontraban amarradas en mis patas delanteras.

Caminaba firme y decidida, dando cada paso al interior del lugar sin dudarlo dos segundos. No tenía miedo de encontrarme con algo desconocido allí dentro, ni siquiera le tenía miedo a los monstruos, aunque dudaba que hubiese alguno allí, eran más irreales que el lugar mismo. En el camino, me encontré con una chica más, pero mantuve mis pasos sigilosos mirándola fijamente, sin hacer ruido alguno.

Johanna seguía en la búsqueda de su padre, al adentrarse más en la mina temió, ya que quizás su padre se había perdido en aquella niebla o, pero aun quizás alguna de las criaturas de las que se hablaba desde que la niebla apareció.

Johanna nunca había pensado en eso, de repente sus ojos se abrieron a la realidad y fue como un golpe de agua fría, por un momento cayó en la cuenta de que su padre no regresaría, de que estaba en una mina que para los habitantes de la villa era el lugar más peligroso.

Ya no podía mas, la pobre chica se quedo petrificada ante la realidad que la rodeaba, una mina oscura llena de niebla y de ruidos extraños, pero esto estaba por empeorar, de repente aparece un lince frente a ella, Johanna la miraba con terror, no quería lidiar con un animal salvaje, no en ese momento, por lo que con una expresión llena de miedo en el rostro comenzó a retroceder sin dejar de mirar cada uno de los movimientos del lince, no quería ser atacada, sus pasos eran mas rápidos, quería huir desaparecer, por lo que sin darse cuenta por ir caminado de espaldas se tropezó con una piedra cayendo aparatosamente sobre el suelo, quedando inconsciente de inmediato.

Cuando se dio cuenta de que había alguien más allí, me miró con terror. ¿Era porque era un lince? No tenía pensado atacarla, no era ningún animal salvaje que tuviese la intención de hacerle daño a la gente. Sin embargo, no tenía ninguna forma de comunicarle aquello. No podía hablarle, no podía escribir sobre el suelo porque este era de piedra y lo único que iba a generar era que me lastimase una garra, y, menos que menos, podía transmitirle mis pensamientos de alguna forma de comunicación rara.

La observé retroceder. Primero se me ocurrió seguirla y lo hice, pero me di cuenta que lo único que hacía era asustarla más porque noté que apuró su paso alejándose más de mi. Cambié de estrategia y me senté simplemente mirándole. No pensaba acercarme más a ella. Aun así, aquello tampoco funcionó porque continuó retrocediendo hasta que se tropezó y cayó. Intenté detener su caída, pero no llegué a tiempo y se cabeza impactó contra el suelo, cayendo inconsciente.

Olisqueé el suelo intentado notar si estaba sangrando o no, pero no era de aquella forma. No sentí el olor a sangre, por lo que seguramente no había recibido ninguna herida externa, pero quizá interna sí, por lo que decidí no moverla del lugar.

Durante media hora me quedé sentada en mi lugar, mirándola fijamente y controlando que nada se acercase, lo que fuese, desde algún animal salvaje hasta un simple pájaro. Aun no había salido de mi forma de animal, pero creí que sería mejor que cuando despertase me viese como una persona con forma humana. De esa forma, poco a poco mi pelaje fue desapareciendo dejando mostrar mi piel clara hasta que al final no había ningún rastro de un animal en mí.

Me vestí desatando las prendas que tenía amarradas ahora a mis muñecas y me senté al lado de ella, sobre una piedra que sobresalía. Aguardé a que despertarse. ¿Se tardaría mucho más? No quería tener que esperar más tiempo, pero tampoco podía moverme y dejarla sola, debía de esperar junto a ella.