Disculpe, puede decirme como se llama este infierno? -libreee-

De una sola cosa estaba segura y era que ya no podia estar segura de nada.

El hombre que me obsequió la lamparita desapareció mágicamente. Agradecia tener ahora algo con que alumbrar el lugar, sin embargo aborrecía al hombre por haber desaparecido así y nada más.
Al salir del vagon pude darme cuenta que estaba solo, no estaba el resto del tren ni de los pasajeros. ¿Es posible que un vagón se descarrile solo?
Tomé aire, ¿Cómo era posible que todo me pasara a mi?.
Y entonces nuevamente pasó algo que inentendible, todo a mi alrededor comenzó a iluminarse... la niebla se disipó lo suficiente como para dejarme ver los edificios, las caras y en el fondo, un gran y reluciente árbol que parecía iluminarlo todo. Guardé la bombilla en la cartera... por ahora parecía no necesitarla.

Poco a poco fueron apareciendo las personas también, me sentía en una suerte de libro de Stephen King, pero más real y más tenebroso.
Sentí vergüenza de irle a hablar a cualquiera, no era mi estilo pero no me quedaba otra tampoco. Sumado a eso Tenía la ropa arrugada, el pelo enmarañado, estaba totalmente desalineada, jamás en otra ocasión le hubiera querido hablarle a alguien en ese estado.
Tomé aire varias veces y me acerqué a una persona que no parecía del todo tenebrosa.. o eso esperaba y es que si no le hablaba a nadie tampoco sabría donde estaba.
¿Puede decirme en que estación estoy?- pregunté de pasada, poniéndome a la par sin mirarle a la cara. Tal vez de esa manera, aquella persona tampoco mire la mía.

Aquella muchacha tenía una voz angelical, sin embargo lo que me dijo comprobaba mi teoría de haber caído dentro de un libro de Stephen King.
-Esta es la estación de Ghost Oak-

¿Qué clase de broma de mal gusto era esta? Una estación que se llamaba Ghost Oak, ¿Qué clase de estación tiene en su nombre la palabra fantasma?
Mi paciencia tras toda esta situación comenzaba a llegar a su fin.

-Disculpa, ¿Qué clase de broma de mal gusto intentas hacerme?- Reí amargadamente mientras subía la mirada, frente a mi se encontraba una rubia hermosa, ojos celestes, alineada, perfecta, sentía verguenza pero mi histeria y nervios del momento me sobrepasaron -Quiero decir...¿Qué lugar es este? ¿Me secuestraron?- Comenzaba a subir la voz, realmente no tenía la culpa de estarme saliendo de mis cabales. Mi cuerpo temblaba y mantenía los puños cerrados. Quería y necesitaba irme de ahí.

Estación fantasma, si claro... Recorrí el lugar por detrás de la muchacha, todo parecía sombrío y ambiguo... Como si le faltara vida.

Nunca había sido buena para entender a las personas y ciertamente no era de mi necesidad comenzar a hacerlo. Sin embargo algo dentro mío, inexplicable, me decía que esa mujer tan angelical no me decía la verdad.

-No temas...no te hace bien. Esta es la villa, llegaste porque estabas perdida, pero nadie te ha secuestrado. -
Una frase como esa solo me daba a entender que no estaba en un lugar cualquiera, de serlo así ella hubiera contestado directamente con el nombre del pueblo y su ubicación en el mapa.

-No estoy perdida, sabía bien a que tren me estaba subiendo y aún mejor a donde tenía que llegar- Hablé con seguridad, no había manera de que me hubiera equivocado de tren.

Mis labios temblaban, algo raro estaba pasando y no entender qué con exactitud me aterraba un poco.
-Necesito que me digas donde estoy..que o quien me trajo, porque...- suspiré, tal vez pedía demasiado- o como irme a casa...

Notaba que la muchacha no era mala, tenía el total presentimiento de ello, solo tenía que presionarla un poco para que me dijera lo que necesitaba saber

No era de la clase de persona que creía en el destino y mucho menos en cosas sobrenaturales o "estaciones fantasmas", sin embargo nuevamente mi cabeza parecía estar reaccionando totalmente inversa a lo esperado. Era como si desde el momento en que me golpié la cabeza en el tren mi percepción de la realidad se hubiera visto afectada.

-Y la verdad es que...no importa a donde querías ir...no llegarás. Nadie puede salir de la villa, nadie puede volver...pero eso la hace perfecta para empezar de ceros...- Escuché atentamente las palabras de la mujer. Me puse una mano en la frente casi por reflejo. Tuve que tragar saliva varias veces para ablandar el nudo en la garganta y poder hablar.
-A... A ver si entiendo... El tren que tomé, ¿me trajo a una especie de reserva donde uno no puede salir?- me temblaba el labio y a decir verdad me sentía algo estúpida por estarle creyendo cosas - ¿O es que tengo que pensar que caí en la isla de Lost? ¿Tengo una rara enfermedad y el gobierno nos pone a todos en cuarentena?

Caminaba de un lado al otro mientras esperaba una respuesta, recapacitaba en las palabras de la extraña e intentaba recordar algún detalle importante de algo que me pudo pasar en el tren y pasé por alto...
"pero eso la hace perfecta para empezar de ceros..."
-Empezar de cero...- Susurré y toqué mi plana panza- ¡Necesito un hospital!- Tomé a la mujer con desesperación de ambos lados de su cuerpo- ¡Dime donde hay un hospital!¡Necesito uno ahora!- Era una locura, pero pensaba que tal vez mi inconsciente deseo de apaciguar mis problemas me habían llevado a volver a "cero", a acabar con el problema en si.

Ahora no solo estaba aterrada de encontrarme sola en un lugar raro y desconocido, sino que también me encontraba con la duda si el había venido conmigo.

No podía creerlo, debía estar en el lugar mas inhóspito del mundo si ni siquiera había un condenado sanatorio, o tal vez ella me mentía.

-¡ Suéltame!- Le ordené moviéndome bruscamente para soltarme de sus brazos- ¡No me toques!- Ahora si estaba al borde de mi salud mental y física. Seguía con el estomago vacío ya que en el tren me había encargado de vomitar hasta por lo que parecía, el ultimo trasgo de realidad. Me sentí mareada y descompensada, tenía rabia y miedo.

Hubiera querido correr de haber podido, la mujer rubia comenzó a hablarme de nuevo pero esta vez no la escuchaba, de hecho, no podía escuchar nada. Mis ojos se entrecerraron, volví a ver borroso, nuevamente no pude hacer otra cosa que concentrarme en el dolor que tenía.
La cabeza parecía que me iba a estallar, mi cuerpo temblaba de cansancio. No tenía fuerzas por todo lo que había vomitado en el tren. Y sumado a todo me sentía desconcertada por lo que me estaba ocurriendo.

Caminé dos pasos antes de que nuevamente todo se me nublara, era mi segundo desmayo ese día, esta bien... tal vez cuando despierte vuelva a estar en el vagón camino a mi bosque.