Contando Luciernagas [Hugh Pravus]

Otro día y nuevas notas en la libreta del hotel en que el irlandés se hospedase. Cada día su conocimiento sobre la villa se hacía mayor, así como las posibilidades de abandonarla se reducían considerablemente. Las voces susurraban, siempre estaban susurrantes, incluso por las noches cuando el sueño abatía la voluntad del infame caballero britano. A pesar de todo, no perdía la esperanza de encontrar una forma de salir de aquella prisión de fantasía, tan semejante a una prisión de máxima seguridad pero sin ninguna clase de cámara o sistema de vigilancia... al menos no a la vista.

Guardó la libreta y su bolígrafo, equipándose con los vaqueros, el par de botas y una camisa cualquiera. Tenía que visitar el famoso río que se encontraba en la parte central de la villa, así podría comprobar si tenía al menos una remota esperanza de salir de ahí por medios acuáticos. De lo contrario... bueno, de lo contrario tendría que continuar indagando en el jodido pueblucho hasta que una inspiración divina llegara, o un helicóptero enviado a rescatarle o al menos Vlad diciendo que ha sido una mala y larga broma.

Rápidamente se internó en el puente cuyas luces le parecían exageradas, incluso infamemente inútiles... sin duda la gente del ayuntamiento debía pagar miles de dólares, euros, o lo que fuera, cada vez que llegaba el recibo. Se detuvo un momento a mirar las gárgolas, cosas feas pero atractivas que parecían hacer de guardias a la entrada del puente... Ladeó la cabeza un par de ocasiones y continuó su camino. Se dedicó a examinar el río, su aparente profundidad y las posibilidades de lograr fabricar una balsa para salir de ahí a la brevedad... Era un plan, ya tendría que probarlo más adelante.

Regresó un poco sobre sus pasos, deteniéndose para recargarse su espalda un momento sobre el puente, mirando el cielo nocturno que extendía rápidamente sus manos hasta borrar todo rastro de luz celeste, salvo por tímidas estrellas que se atrevían a hacer frente a la titánica oscuridad. Se cruzó de brazos, cerrando un momento los ojos, algo cansado después de tantos días forzándose a pensar desde el alba hasta después del ocaso... Fue ahí cuando una voz femenina le sacó de sus pensamientos rápidamente; después del saludo miró en dirección a la fuente del sonido, encontrándose con su dueña, quien provocativamente le saludaba. Se limitó a sonreir, mientras hacía una reverencia con la cabeza y devolvía la cortesía con tono amable y educado... tratar bien a las damas era algo que se realizaba fácilmente.

-*Guten Abend, lady. No hay muchas personas educadas estos días que antes que cualquier cosa ofrezcan un cordial saludo



*Guten Abend, lady: Buenas noches, señorita.

Siguió con la mirada la dirección que le señalaba la joven a quien saludara. ¿Cómo era que podian las mujeres encontrar algo de hermoso en un trozo de roca que, de salir de su órbita, seguramente terminaría por aplastar la Tierra y cuanto vive ahí? Se lo había planteado más de una ocasión, pero nunca lograba dar con una respuesta a ciencia cierta... quizás era la sensibilidad emocional, quizás era cualquier otro disparate que seguramente no lograría comprender en el tiempo venidero. Se limitó a asentir suavamente con la cabeza, prefería no sonar demasiado falso al pronunciar un maldito sí cuando en verdad era todo lo contrario... aunque las voces comenzaban a decir que se equivocaba.

-Vine a ver si había un puerto o algo de donde salieran barcos de vuelta a Europa... si es que no estamos en Europa claro está. Comienzo a cansarme de esta villa, sin internet, sin deportivos, sin teléfonos celulares...- dejó sus palabras flotar en el aire al mirar con detenimiento a la mujer, quien parecía completamente abstraída en sus pensamientos. Se dedicó entonces a admirar el agua así como su interlocutora, asombrado de que semejante cosa sucediera, no mirar el agua, sino de que alguien no le prestara atención al hablar, además de su padre ya muerto, claro.

Pensó nuevamente en las rutas de escape, en las mínimas o nulas rutas de escape que existían en aquella pacífica y horrenda prisión de "alta seguridad", pensó en ello al menos hasta que la chica despertó de su ensueño y se presentó, extendiendo una mano. Hugh se aproximó, incluso en contra de las advertencias de las voces que le gritaban desesperadamente que volara la cabeza de la mujer y les ofreciera su sangre y carne.

-Von Wednar, Arnold Von Wednar- se presentó usando uno de sus falsos nombres mientras sonreía alegremente, devolviendo el saludo- Bueno, te has perdido de la parte en que decía que iba a poner dinamita en el puente para pescar un rato, pero solo eso- bromeó mientras reía ante su chiste... chiste que las voces no habían recibido de la misma forma.

Trate de no hacer malos comentarios, su presencia me daba un poco de desconfianza, pero no un poco no, demasiada desconfianza, incluso llegaba a sentir escalofríos, me detuve estudiando sus expresiones por unos momentos, parecía tener dobles intenciones al hablar, incluso me parecían sus movimientos letales para tenerles cuidado aunque no hiciera muchos. Sonreí al escuchar aquellos del puente y mire para todos lados como en busca de aquello que decía – Pues no veo nada fuera de lo normal – Sonreí con burla, ahora fije mi vista en sus ojos, intentado descifrarlo sin éxito alguno.

Me gustaba estudiar las expresiones de los demás, eso me enseñaba a ver cómo eran en realidad, muchas veces las expresiones ayudan mucho a conocer de las personas. – Si quiere puedo ayudarle a explotar aquí – Solté una risita traviesa intentando calmarme un poco, me sentía completamente nerviosa con la presencia de aquel hombre extraño.

Me quede estudiando sus palabras recordándolas. – Así que quiere salir de aquí… - Desde que había llegado a la villa nunca me había preguntado dado las ganas suficientes para salir, me parecía interesante un mundo sumamente diferente del cual poder conocer, pero ¿acaso no se podía salir? – No puede salir de aquí? – Pregunte curiosa y a la vez nerviosa por su respuesta, sino podía salir de aquí entonces cuando volvería a ver a mi familia, pensaba que eran solo unas vacaciones, pero ¿y si la vida que me quedaba era solo está? Solo esto quedaba? Me quede completamente preocupada por eso, ahora me daba la inquietud de salir, me sentía incomoda por la duda.