Chocolate y fresas [Libre]

Era extraño, claro, el viaje de ida y de vuelta serian diferentes pero ¿Qué tanto? Creo que el tren se retraso, porque el viaje no era tan largo como para que yo deba venirme a entretener a la cafetería del lugar. Por cierto, no recuerdo haber visto una cafetería antes, será por el hecho de asignarme al vagón 7 quizás, no lo sabia. Por el momento me quedaría mirando mi carpeta de dibujos, como adoraba dibujar pero en realidad debería estar estudiando anatomía, cosa que no vengo haciendo desde los últimos dos días.

-Una taza de chocolate por favor.- pedí con una amable sonrisa, no solía contestar mal y menos ante alguien que atendería mis pedidos.- y una porción de pastel, de esos que tienen fresas.- agregué sin saber exactamente que tipo de pasteles tendrían, pero mientras tuvieran fresas por mi estaría todo bien.

El joven que tomo el pedido, algo parecido a un mozo fue a buscar lo que le había ordenado, mientras asentía le sonreí, era genial no había ninguna queja, no me hubiera gustado que alguna de las cosas que quería no estuviese. Me llamo la atención el cuidado que se tenia allí, si no escucharía al tren sobre sus vías ni viera el paisaje en movimiento juraría que estaba en una verdadera cafetería en algún lugar del mundo, o en algún lugar de Inglaterra. Mientras esperaba observaba por la ventana semi abierta el paisaje, me encantaba hacer eso pero mas aun cuando podía escuchar música mientras tanto. La ventana era de las típicas que se levantan hacia arriba por eso no tuve problemas de incomodidad al abrirla al lado de la mesa pegada a la pared del tren.

No tardó mucho en llegar mi pedido, comenzando a comer el pastel con animo mientras abría mi carpeta de dibujos para comenzar a analizar todos mis fallos, nunca me gustaban mis dibujos ni mis pinturas pero era inevitable seguir haciéndolo, con la esperanza que algún día pudiera mejorarlos, aunque, en realidad, eso no me serviría de nada para mi futuro laboral. Suspiré un tanto deprimida por la idea, pero no pude retener la depresión y el recuerdo al momento en que una pequeña ráfaga de viento voló mis dibujos al suelo, alrededor de mi silla. Antes que alguien pasara y pisara mis creaciones que con tanto esmero había hecho me levante dejando el pequeño cubierto con el resto de las cosas sobre la mesa y comenzando a juntar aquellas hojas una por una. Me maldije sabiendo que los dibujos sueltos los debía tener en otro lado y reconocí lo desordenada que era sin embargo eso no solucionaría nada, siguiendo con mayor rapidez juntando los trozos de mi imaginación que se habían esparcido por el suelo.

Mis dibujos habían volado y yo temía por su integridad. Sí, era cierto, no me gustaba como dibujaba, no me tenía fe pero eso no significaba que no los apreciara. Rápidamente me dirigí a los que se hallaban en el suelo, tirados, ya que eran los únicos que se mantenían dentro de la carpeta. Comencé a ordenar algunos, unos sobre otros, recordando cada vez que veía las imágenes, cada momento en que los había pintado y congelado en el tiempo. Algunos, debía admitir, venían simplemente de mi propia imaginación, de aquel mundo imaginario solo mío que no podía compararse con el mundo real, un mundo inexistente fantástico y místico.
Al comenzar a juntarlos vi como alguien más se acercaba a ayudar, escuché levemente lo que decía pero no le presté mucha atención. Terminamos de juntar y apoyamos los dibujos sobre la mesa, guardándolos inmediatamente, no solo para que no me pasara lo mismo, sino también por pura vergüenza.

Lo miré con amabilidad y le sonreí levemente.- Gracias por el cumplido.- dije al fin por lo que había escuchado antes, luego baje la mirada a mi carpeta para seguir hablando.- Pero no creo que fuera para tanto.- Debía admitirlo, me había sonrojado. Lo sentía en mis mejillas, ese calor que me subía por toda la cara incluyendo las orejas, mas que nada las orejas; y era razonable, la vergüenza me había ganado al saber que alguien a parte de mi había visto “mi mundo” y había opinado de el.
Subí la vista levemente al escuchar su pregunta y asentí en silencio, sin molestia alguna, demostrándole que estaba en su derecho hacerlo. Luego mire por la ventana sin saber que hacer hasta que recordé, ¿Cómo se llamaba? ¡No sabia su nombre! Para poder comenzar una conversación al menos debía saber su nombre y para no estar incómodos debía comenzar una conversación, lógica social, según mi misma.

-Disculpa, me llamo Michelle, gracias por ayudar a juntar mis dibujos.- comencé a hablar con mas confianza en mi misma.- No son la gran cosa pero no me gustaría que los pisaran los del vagón.- reí levemente acomodándome en mi asiento.