De vuelta al oficio ( libre con cupo para 1 personaje )

Me aburría muchísimo. Rorschach se había marchado por ahí hacía unas horas, yo había intentado escribir algo pero no se me ocuría nada de nada, así que me había marchado a pasear.

Tras un rato de andar sin rumbo vi un local que llamó mi atención. Según el cartel de la entrada, era La sala Pink. Una sala de variedades...
Bueno, yo ya sabía cómo eran aquellos lugares, aunque lo cierto era que nunca había estado en uno. No era que me interesara entrar, pero me acerqué. Había pasado toda mi vida haciendo lo que estaba bien, estando en lugares respetables, y si quería romper con todo aquello...demonios, ¿Porqué no entrar?

Mientras andaba hacia el interior, mi vista se posó en el portero. No parecía demasiado agradable...y a pesar de mis 19 años yo apenas aparentaba ser mayor de edad. Temí que no me dejara pasar, pero gracias a los dioses un hombre que iba detrás de mi y parecía ir bastante borracho empezó a montar jaleo, y el portero fijó toda su atención en él, ignorándome y dejandome pasar.

Avancé por el lugar cohibida, notando las miradas de sorpresa o extrañeza que la gente me lanzaba. Pero que pasaba, ¿es que nunca habían visto a nadie cómo yo o que?
Decidí acercarme a la barra, más que nada por no quedarme quieta allí en medio.

Al acercarme a la barra, me sorprendí al reconocer a alguien entre las personas allí presentes. Era John, el hombre con el que había hablado en el tren. Vaya, ¿También estaba allí?

Pensé si acercarme o no a saludarle, porque parecia muy concentrado en algo y no quería molestar, pero por otra parte la gente no dejaba de mirarme y ya estaba empezando a ponerme nerviosa.

Un hombre que estaba sentado en la barra junto a John se levantó y fue a hablar con una chica. Me dije que aquella era mi oportunidad, y me senté en el sitio que acababan de dejar libre.

- Hola, señor John.-Saludé, con una leve sonrisa.-Que casualidad, nos encontramos otra vez, bueno, espero no molestarle, pero le he visto aqui solo y me he dicho que podría acercarme...

Me mordí el labio inferior, sintiendome algo tonta. Quizá hablaba demasiado.

Asentí en un gesto apenas perceptible.

-Si, gracias por preguntar...¿Y a usted? Espero que también esté bien.

Me di cuenta de que no me miraba a los ojos, y me pregunté a que podría deberse. De repente me di cuenta de que tenía mucha sed. Me giré hacia el camarero y le pedí un licor de manzana sin alcohol. Yo no bebía alcohol, pues aparte de que su sabor me desagradaba terriblemente, me afectaba demasiado. Tan sólo había bebido una vez, en una fiesta en la universidad, y desde luego que no quería repetir aquella experiencia.

El camarero me trajo mi bebida. Me apresuré a dar un trago corto, y después otro. vaya...aquello sabía extraño. Noté cómo bajaba por mi garganta, y comencé a sentirme extraña. Lo ignoré y tomé otro poco.
Pero entonces, repentinamente, me sentí muy mareada. Los brazos me dolían, y sentía las piernas extrañas, de hecho sentía extraño todo mi cuerpo, con una sensación rara y un dolor lejano, sordo. Me levanté de mi silla, comenzando a respirar con más rapidez.

Dioses, me sentía tan mal...¿Qué era lo que me pasaba? ¿Qué era aquello?

-John...-un susurro, apenas audible.

Sentí el aire fresco entrar en mis pulmones, junto con una sensación de movimiento. Claro que ahora mismo todo me daba vueltas.

De repente sentí un...cambio. Primero dentro de mi, cómo si algo que había empezado cuando llegué a aquel lugar ahora se hubiera asentado. Y luego...
Dolor, leve al principio pero demasiado intenso después. No pude reprimir un grito, que se volvió extraño y agudo...mi cuerpo parecía querer desintegrarse, cada átomo tirando de mi ser en una dirección distinta.

Entonces el dolor paró, pero fue reemplazado por una sensación de extrañeza que me cortó la respiración. Cómo si no me pudiera reconocer a mi misma, a mi cuerpo. Intenté mover las piernas pero eran demasiado cortas...quise mover los brazos, pero se habían convertido en algo distinto, recubierto de plumas...

Estaba aterrada, no sabía lo que me ocurría. El dolor había desaparecido y ahora mi forma parecía estable, pero...¿Qué era aquello? Intenté mirarme los brazos pero sólo vi...
¡Unas alas! No, aquello no era posible de ninguna de las maneras. Tenía que pensar y no dejarme llevar por el pánico.
La bebida.Si, eso era...esa bebida tenía algo y ahora estaba alucinando. No podía ser real, yo no podía ser eso.

¿Pero el que, exactamente? Por lo poco que podía ver, una lechuza. Bueno, yo nunca había tomado drogas, así que no sabía que efecto podían producir, pero aquello era extraño de verdad.
Diciendome a mi misma que lo que sentía y veía no se correspondía con la realidad, me concentré en mover las piernas, pero ni siquiera sabía donde estaba, porque el mundo a mi alrededor era raro, demasiado claro y agudo en sus contornos. Me sentí caer, y extendí las alas...digo, brazos, que sentía cómo alas. Quise gritar pero sólo escuché un graznido salir de mi garganta, o pico, y planeé hasta chocar contra el suelo.

Auch, aunque fuera una alucinación, dolía de verdad...
Una parte de mi insistió en que aquello era real, pero esa era una perspectiva demasiado aterradora para considerarla, así que intenté no pensar en ello. Yo era una chica racional, la naturaleza tenía leyes y aquello no podía estar pasando.

Escuché un sonido agradable, que tardé unos segundos en identificar cómo la voz de John. Lo entendí de una forma lejana, aunque los sonidos rebotaban en mi mente con una claridad y fuerza a la que no estaba nada acostumbrada. Me di cuenta de que él también me veía cómo una lechuza, entonces, ¿Era real? no podía ser una alucinación si alguien más veía lo mismo, así que tenía que serlo.

Pero era tan extraño...toda mi percepción del mundo había cambiado en unos momentos.

Repentinamente pensé en algo. ¿Y si no podía recuperar mi forma humana? No sabía cómo había hecho para transformarme en esto, así que no sabía cómo deshacerlo...
Pensé en la vida que me esperaría si me quedaba de aquella forma. Tendría que...no se, alimentarme de ratones, y vivir en el bosque...
Oh, ¿Y mi pequeño Rorschach? ¿Qué haría él sin mi, perdido en este lugar extraño? ¿Quien le daría de comer?
Deseé haberlo dejado en Nueva York...al menos en Central Park no le hubiera faltado la comida.

Ululé lastimeramente y me revolví, inquieta, deseando poder volver a mi cuerpo de siempre.

Un calor realmente agradable empezó a invadir mi cuerpo, y de repente me sentí mucho mejor, más tranquila.

Intenté buscar en mi mente el modo de volver a mi forma humana. ¿Cómo lo había hecho la primera vez?
Había sido cómo...cómo mover un músculo, pero en mi mente. Si simplemente piensas quiero mover el brazo, este no se mueve, si no que tienes que moverlo. Esto era lo mismo...o debía serlo. Si pensaba quiero volver a ser humana no pasaría nada, pero tenía que encontrar la forma de...

Algo, no sabría describirlo, algo así cómo el aura o la forma de percibir lo que me rodeaba, o lo que fuera...algo cambió dentro de mi y noté cómo empezaba a cambiar de nuevo. Podría haberme sentido aliviada de no haber empezado de nuevo aquel dolor agudo...
Me dolía realmente mucho, pero no quise gritar, asustada del sonido que podría salir mientras estaba en transición.

Me concentré, intentando pensar en que hacer...Aun notaba mis alas...conseguí encontrar la forma de moverlas, y lo hice, concentrando en ello toda la débil energía que me quedaba. Sentí movimiento a mi alrededor, pero el mundo a través de los sentidos de una lechuza aun resultaba confuso y extraño para mi...pensé que volvería a chocarme contra el suelo, pero con las alas extendidas, planeé, y luego probé a moverlas de nuevo. Me resultaba muy difícil, cómo si mis músculos fueran duros y pesados.

Desesperada y asustada, alcé la mirada y la fijé en un árbol cercano...concentré todo mi ser en llegar hasta allí...

Lo conseguí, dando tumbos en el aire, y al final pude posarme de forma precaria en una rama. Si tenía que hacer algo más, me desmayaría...si, eso pasaría...
Sentí mi mente totalmente en blanco. Pensé que ahi acabaría todo, que no volvería a despertar...
Pero al dejar de pensar, noté cómo volvía a cambiar. Me toqué el cuerpo, intentando ver...
Un momento, ¡Lo toqué! ¡Tenía manos de nuevo! ¡Tenía mi cuerpo humano! Suspiré aliviada, pero entonces me sentí horrible y comencé a llorar. Era cómo si todo mi mundo se hubiera roto con aquello.

Me agarré a la rama, sin parar de llorar. ¿Qué haría ahora? Oh, dioses, ¿Y John? Aparte de aquella chica y la niña que había visto por ahi, él era la única persona que yo conocía allí, y ahora estaba segura de que no quería volver a hablarme...

Escuché, de nuevo, la voz de John. Me sorprendí tanto que lloré aun más fuerte. ¿Cómo me había encontrado? ¿Porqué me seguía? Pensé que después de aquello ni siquiera querría verme, y no lo culparía por ello.
¿Cómo podría? Me había convertido en una maldita lechuza.

Pero estaba allí...y tenía que decir algo.

-John...y-yo tampoco lo se...p-pero...lo siento...-Dije entre sollozos. Él no podía ayudarme...nadie podría.

La áspera corteza de el árbol me arañaba las manos, los antebrazos, y también las piernas. Por eso me di cuenta de que estaba desnuda. Avergonzada, esperé que las ramas me taparan lo bastante, y luego me recriminé a mi misma estar pensando en esas estupideces después de lo que me había pasado.

-¿Puedes alcanzarme mi ropa?-Pedí, en un susurro débil.

Tomé el paquete que había hecho con mi ropa y lo deshice, desatandolo tras varios intentos, puesto que las manos me temblaban.

Me vestí, intentando concentrarme solamente en mantener el equilibrio sobre el árbol, agarrandome a las ramas con cuidado de que no se rompiera ninguna. Gracias a los dioses, aquello era lo bastante difícil cómo para apartar por el momento mi mente de cualquier otro pensamiento, cómo por ejemplo lo que me acababa de ocurrir, o cómo bajaría ahora...

¡Bajar! ¿Pero que iba a hacer? Terminé de vestirme y miré hacia el suelo.
La altura me mareó, y probablemente me habría caido si no me hubiera agarrado a una rama, cerrando los ojos. Me senté, con cuidado.

-John...-Llamé, con voz quebrada.

Le miré con los ojos muy abiertos. ¿Acaso se había vuelto loco? No podría cogerme. Yo no podía saltar...me caería, y me daría contra el suelo, y...

La parte racional que aun quedaba en mi me dijo que me callara, que estaba histérica y no pensaba con claridad. A ver, ¿Me había dado alguna razón para que no confiara en él? Ninguna, admití. Incluso se había quedado a mi lado cuando me había convertido en un pájaro (procuré no pararme a pensar en eso; seguro que ya tendría tiempo) y no muchas personas habrían hecho eso por mi.

Me obligé a respirar hondo, pensando que tampoco estaba tan alto...sólo me lo parecía a mi, porque no estaba bien del todo, pero aquello no entrañaba ningún riesgo, así que tenía que dejar el miedo a un lado y simplemente...

Salté, sin pensarlo más.

Me sentí un poco mejor al sentir el suelo de nuevo bajo mis pies, aunque no demasiado...

-Gracias.-Dije en un susurro, mirándole un momento y luego apartando la vista.

¿Qué podía decir? ¿Cómo debería comportarme? Me sentía fatal, culpable...por todo aquello...aunque no supiera exactamente que me había pasado, pero posiblemente ya no podía considerarme humana, y...
Tuve ganas de llorar otra vez. ¿Qué tipo de mundo era aquel, si la gente podía ir convirtiendose en animales? Aquello contradecía todo lo que yo había creido saber acerca del universo.

¿Cómo iba a volver a mirar a John a la cara, con lo que yo era? Ni él ni nadie querrían hablar conmigo.

La soledad nunca había sido algo que me asustara, ya que creía estar acostumbrada, pero al parecer todo lo que pensaba acerca de mi también era erróneo. Había pensado que allí, lejos de mi casa, podría empezar una nueva vida y conocer a gente...pero ya no.