Conversaciones con los muertos (Ginevra Black)

No sabía exactamente como había llegado ahí. Pero ahí estaba yo, apoyada en la barra tomando una cerveza. No había ido por nada en especial, y por nadie en especial. Simplemente pasaba por ahí y pensé que... bueno, no sé. En mi anterior vida nunca había visitado un local de estos... Así que me dije ¿Por qué no?

Aunque total, no había demasiada gente. Esta villa no creo que fuera famosa por su super población. Más bien era un sitio tranquilo... La música no era mi estilo, pero se podía bailar... Le di un largo trago a mi cerveza y luego me pasé el dedo para limpiar la espuma que había quedado en mis labios.

Ya había sido suficiente, tenía ya muchas memorias llenas con fotos de exteriores, todas y cada una que me recordaban lo mucho que había perdido al estar tanto tiempo fuera de mi hogar y sin saber como volver, necesitaba algo distinto, algo que me distrajera y mantuviera mi cabeza lejos de viejas ideas y de viejos conceptos.

Llegué al lugar casi por inercia, con el cabello rojo cayéndome en cortina a un lado del rostro y mirando alrededor a todos los presentes, llegué hasta la barra y pedí mi acostumbrado escocés, sonreí para mí misma dando una vuelta a la alianza en mi dedo y brindé conmigo misma hacia el espejo de la barra, ahí algo llamó mi atención, ¿su cabello era blanco? vale, eso sólo lo había visto en algunos lugares de Londres, y no era común, quizá... habría alguien más en este lugar que pudiera recordar la hermosa Britania con el mismo cariño que yo.

Caminé hasta ella y brindé en tono amigable -Cheers!- dije, en un tono pretendidamente jovial.

Si el corazón me siguiera latiendo se me hubiese salido del pecho a causa del sobresalto que me dio aquella chica peliroja que se me acercó. "Cheers" me dijo. Yo sonreí un poco y le mostré mi cerveza, alzandola un poco también diciendo:

-Cheers

¡Vaya! Eso si que no lo esperaba encontrarme a un inglés en esta villa encantada. Me llevé la cerveza a la boca para beber, y una vez más se me quedó algo de espuma en los labios. Me pasé el dedo al acabar para limpiarmelos.

-No esperaba encontrar a ningún inglés por aquí... Francamente, es una alegría encontrar a alguien con quien tengas algo en común

No podía creerlo, yo manteniendo una conversación con una desconocida... Como habían cambiado las cosas desde que estaba muerta... Y mira que yo antes siempre prefería la distancia, y ahora... casi parecía anhelar el contacto con la gente.

Sonreí abiertamente, era más de lo que podía esperar... no estaba segura de cuanto tiempo llevaba en esa estúpida villa, del tiempo que había estado perdida. -No soy propiamente inglesa, nací en Irlanda, pero pasé gran parte de mi vida en Londres- expliqué, dejando ver mi bonito acento que tanto me hacía sentir orgullosa.

Bebí un trago del escocés, recordando las palabras de Hamish "nunca brindes sin beber, si no son siete años del peor sexo que puedas encontrarte, hermana menor", reí por lo bajo recordando aquello y fijé la mirada en mi compañera -y tú ¿de que parte de la Britania vienes?- pregunté, por primera vez, honestamente jovial, después de mucho tiempo.

Sentí envidia sana cuando me dijo que había vivido muchos años en Londres. Sin embargo no dejé de sonreir. ¡Cómo se le marcaba el acento! Yo lo había perdido mucho al vivir tantos años en España y Francia.

-Pues verás, yo en realidad nací en España, pero mis padres son de Manchester... Siempre he hablado con ellos en inglés y cuando era niña viajaba mucho ahí... Pero bueno... Normalmente solo he hablado el inglés en familia

Le expliqué sonriendo un poco, pasando el dedo indice por encima del vaso haciendo circulos.

-Oh, por cierto, me llamo Mindy, Mindy Summers, y... tú eres...?

Le pregunté mientras ofrecía en la mano.

-Bueno... puedo saludarte al modo inglés o al modo español, ¿Cual te gusta más?

Pude ver un destello familiar en sus ojos, ese mismo destello que se desprendía de los ojos de Elizabeth cada vez que em veía contenta por alguna buena foto que lograba hacer, me contuve las ganas de bufar, odiaba en realidad esas emociones tan negativas, pero seguro podrían solventarse -vaya, un asunto multicultural y toda la cosa, supongo que siempre tuve ganas de salir de la isla y conocer mundo- reconocí con modestia.

-Ginevra Black, un placer- respondí en ese mismo tono solemne que a Yther siempre le había causado tanta gracia, estreché su mano y me sentí invadida de cierta euforia, que me llevó a acercarme y besarle en ambas mejillas, al final, era irlandesa, no inglesa y nosotros somos mucho más cálidos -creo que esa pregunta ya no era tan necesaria- agregué sonrojándome ligeramente.

-Cuéntame ¿qué te trajo por aquí?- finalmente, las vías nos habían traído a todos a este lugar, pero por motivos distintos, quizá una historia nueva serviría para identificar patrones en los por qué de nuestra estancia en este lugar tan extraño.

La joven, que se llamaba Ginevra, me estrechó la mano y luego me besó las dos mejillas. Yo sonreí un poco cuando me dijo que esa pregunta ya no era tan necesaria. Le di un trago más a mi cerveza mientras me preguntaba que que me había traído aquí... Apreté los labios y bajé un poco la vista.

-Bueno... en realidad iba hacia el aeropuerto para coger el avión y ir a España a ver a mi madre... y he acabado muerta y en éste lugar... Quien lo diría...

Miré a la chica enseguida, no lo dije para que se compadeciera ni dar pena, ni nada por el estilo. Pero... Supongo que ese tema ya era normal aquí, todos habíamos perdido algo al llegar sin previo aviso a éste lugar. Todos teniamos familia, o amigos. Y aunque en mi caso mis amigos me hubieses dejado de lado cuando más les necesitaba, aunque mi novio me hubiese maltratado durante casi cinco años, y aunque no hubiese estado muy pegada a mi familia, sobre todo a mi madre.... Echaba de menos estar viva. Enseguida desperté de mi ensimismamiento y me apresuré en preguntarle.

-¿Y tú?

¡¿Muerta?! ok, sabía que tenía la posibilidad de hablar y convivir con los espíritus que habitaban normalmente el otro lado del velo de la realidad, hice todo lo posible por no mostrar mi sorpresa y le sonreí con calidez -entiendo... creo que ese tren puede hacer cosas peores que sacarte de la realidad- comenté con cierta acritud -yo iba a Gales, y terminé aquí... a veces la rueda tuerce de formas extrañas los destinos de las personas-.

Por un impulso quise acariciar su rostro, parecía desvalida y frágil... como si estuviese a punto de desmoronarse y ya bastante tenía con haberme desmoronado yo misma al notar que cada intento por salir de la villa era un experimento fallido -aunque creo que aquí todos estamos en la misma condición... no puedo decir propiamente que estemos totalmente vivos o totalmente muertos- agregué, más como reflexión, que como conversación. Terminé de un sólo trago el escocés que bebía y pedí uno más.

Le dediqué una sonrisa cómplice y pedí yo tambien otra cerveza. No porque tubiera sed, porque ya no sentía sed, ni sueño, ni cansancio. Era más bien la inercia, imitar lo que hice en mi vida pasada. Me quedé observandola durante un buen rato mientras ella pedía su bebida. Ella sin embargo parecía tan normal... Era preciosa, para que negarlo. Me preguntaba que era ella, de que color había sido su bombilla. Ella me miró de nuevo esperando que yo hablara y me pilló mirandola fijamente. Yo enseguida hablé.

-Bueno, a ti seguramente aun te late el corazón

Bromeé soltando una risa divertida. Luego puse una mano sobre su pecho, tratando de encontrar los latidos.

-A ver, a ver...

O no tenía ni idea de anatomía, o a la chica no le latía el corazón, pero a mi me daba que era más de lo primero. Moví la mano buscando sus latidos, pero la verdad, nunca se me había dado bien eso. ¡Ni estando viva me los encontraba a mi misma!

No pude evitar reir ante sus aseveraciones, al final del día, mi corazón seguía latiendo, por lo menos físicamente lo seguía haciendo, no es que pudiera decir lo mismo de su emocionalidad, ya que no había sentido nada por sí mismo desde el día en que habíamos sepultado el cuerpo de Yther -se presume que aún late, aunque no estoy del todo segura... quizá sea uno de esos milagros médicos que pueden subsistir de formas que nadie se explica o que mi sangre tiene voluntad propia y sigue circulando- dije a modo de broma.

Lo que no esperaba era aquel contacto, su tacto era frío y podía sentirlo a través de la ligera camiseta negra que llevaba puesta, de impulso tomé su mano y lo llevé justo al centro, sobre el punto exacto donde está el esternón y sin soltarla le dije en tono más cómplice que de confesión -se siente más ahí... justo al centro del pecho, donde se supone que está- una imagen siniestra se dibujó en mi cabeza, la imagen de mí misma destrozando el corazón de Adam con el cuchillo, y el como mis manos fueron gradualmente llenándose de su sangre.

-Oh, si, ahora lo noto...

Una fuerte emoción emanó de la chica en esos momentos. Yo enseguida la miré a los ojos. ¿Que había sentido tan de repente? ¿Rabia? ¿Añoranza? No estaba segura de que clase de sentimiento había sido, pero fue duro y repentino. Fue algo que pensó, algo que recordó. No debía ser por mi, puesto que ella aun sujetaba mi mano.

-Ginevra, ¿Puedo llamarte Gin?

Pero entonces me repensé la pregunta que quería formularle... Quizás era de mala educación ir ahi por las buenas y preguntarle por la cara que que estaba pensando. Sus sentimientos eran suyos y yo no debía hurgar en ellos, por mucho que me atrayeran. Entonces me percaté de que mi mano aun seguía en su pecho y la aparté muy despacio para tomar mi copa, beber, y una vez más dejarme los labios manchados de espuma. En ese sitio la hacian con mucha espuma, con lo que la detestaba.

El sonido de su voz parecía lejano, la imagen en mi cabeza se disipó en cuanto comencé a escucharla, sacudí levemente el rostro y le miré ligeramente desorientada... bebí un trago más del segundo escocés -mis amigos suelen llamarme Ginny... podrás imaginar que no son muchos, pero tú puedes hacerlo si así lo deseas- sonreí, a medias nostálgica.

Sentí su mano deslizarse alejándose y volví a interceptarla al vuelo, necesitaba aferrarme a algo un poco más real que los esqueletos en mi armario -lamento si te incomodé... es sólo que... ¿sabías que tus manos son suaves?- terminé desviando su atención y la mía a aquel tema, no era que hubiese tocado a muchos muertos, pero su tacto era tan suave, tan fresco, tan reconfortante.

-No te entiendo... ¿Por qué voy a pensar que no tienes muchos amigos? Yo te veo una persona encantadora...

Dije con total sincerdidad mientras la miraba a los ojos.

-Pero te llamaré Ginny si así lo deseas... ese nombre es casi tan bonito como tú

De perdidos al río. ¿Por qué no tirarle la caña si la verdad esque necesitaba cariñitos? Cariñitos o un buen........ Ella me cogió la mano y yo la miré mientras me decía que mis manos eran suaves. Me sonrojé, aunque debido al color de mi piel ni siquiera se notó.

-Pues... es la primera vez que me lo dicen...

Sentí como mi rostro comenzaba a sonrojarse... odiaba eso, odiaba lo que representaba aquella cuestión; ella sentiría esa misma cosquilla de la sangre llenándole el rostro, al igual que yo, aunque su rostro seguiría igual de pálido y el mío tendría ese tono escarlata que tanto detestaba saber que podía llegar. La miré fijamente y sonreí con timidez -no soy precisamente el tipo de persona que todo el mundo quiere... a decir verdad, sólo tengo dos amigas que podría contar casi como mis hermanas, a eso me refería- reconocí con cierta acritud, extrañaba a Cere y sus desayunos llenos de comida macrobiótica, las eternas discusiones entre ella y Yuri por la compra del microondas y las risas de Mónica mientras corría detrás de su hijo, era algo que quizá jamás podría ver una vez más.

-Gracias por el elogio, siempre insistí en que me llamaran así, nunca supe que pasaba por la cabeza de mi madre cuando me puso Ginevra- hablé tan rápidamente que me costó trabajo reconocerme a mí misma, la última vez que había hablado así, fue cuando Yther logró ponerme los pies en tierra y caí en cuenta lo guapo que era y lo mucho que me gustaba tenerlo cerca -Dioses... estoy parloteando como una tonta- farfullé para mí misma.

Tomé su mano entre las mías, acariciándole el dorso con suavidad, despacio, percibiendo esa suavidad a profundidad, un suspiro suave escapó de entre mis labios y le sonreí nuevamente -entonces tendrían atrofiado el tacto, porque tus manos son realmente suaves- dije, en un tono sensual que hacía mucho no empleaba, y llevé la mano cautiva entre las mías hasta acariciarle con ella el rostro -¿lo ves?-

La vi sonrojarse un poco y ensanché la sonrisa mostrando un poco los dientes. Que chica tan mona.

-Bueno Ginny, yo no tengo ninguna amiga, ni siquiera tengo hermanas...

Le dije mientras me encogía ligeramente de hombros.

-A decir verdad hace unos años tenía...o al menos creía que tenía... pero solo en el momento de la verdad te das cuenta de quien merece la pena... y ellas... no la merecian

Suspiré haciendo rodar los ojos, recordando aquellos días... Cuando mi novio me golpeó delante de mis amigas y nadie hizo nada... Bueno, era mejor no recordar esos días... ahora tenía una nueva no-vida. Ginny cogió mi mano y la deslizó por mi cara, yo sonreí.

-Bueno... son suaves, pero estoy segura de que las tuyas lo son más... al menos serán cálidas... mmm... calor humano, como lo echo de menos...

-Mi calor es suficiente para ambas- una vez que lo dije, no pude evitar preguntarme de dónde había salido eso, no es que me asustara, en realidad me resultaba agradable, aunque no estaba preparada para recuperar esa sensación de confort tan rápidamente, estaba segura de que preguntaría algo, quizá no, pero la intuición siempre me había resultado un arma poderosa, en especial después de que él me enseñara como usarla.

Así pues, no lo pensé siquiera, de la misma mano que le tenía cogida, la atraje hacia mí y la abracé con fuerza, hundiendo mi nariz en su cuello, tratando de reconocer algo familiar en su esencia.

Me dejó bastante chocada con su reacción. Hundió su nariz en mi cuello, aspirando mi aroma mientras me abrazaba. No sabía si era un abrazo para autoconfortarse, o si estaba buscando más bien otra cosa... Por mi la hubiese agarrado y dado unos cuantos mordiscos en el cuello. Pero no lo hice, por si las moscas. Simplemente también la abracé y acaricié su espalda. No la acaricié de la forma en que suelen hacerlo dos hermanitas, lo hice más bien con algo de deseo, dejandoselo caer más o menos... Tampoco quería que pensara que era una pervertida.

-¿Va todo bien, Ginny?

Le pregunté haciendome la estúpida. Aunque debía reconocer que tenerla tan cerca me había puesto bastante... hablando mal... caliente.

-Mejor que en mucho tiempo- dije, rozándole el cuello con los labios... esta vez me había pasado de osada y viéndolo como estaba todo, ya era algo tarde para echarme atrás, podía sentir sus manos frías recorriendo mi espalda y no pude contener un escalofrío breve, pero placentero.

-¿Y a tí, te va bien?- pregunté a susurros, aún rozando su cuello con mis labios y sujetando ahora su cintura con cierta fuerza.

Mordí suavemente la oreja de la chica al tenerla tan pegada a mi mientras mis manos aun acariciaban su espalda.

-Perfecto... porque me encanta el contraste que hace tu cuerpo con el mío... Aunque...

Sonreí con picardia.

-...Preferiría sentir el contraste de tu cuerpo desnudo sobre el mío...

Le dije con voz sensual al oído. Dejándome abrazar con fuerza por ella... Puse su espalda contra la barra y bajé los mordiscos de su oreja, pasando por su cuello, hasta llegar a su hombro...

Y simplemente, me estremecí, vamos... era por mucho, un contacto totalmente distinto al de mis manos en el pelo de mi siempre fiel amigo: el gato que vivía en mi imaginación, por puro instinto le apreté más contra mi cuerpo y besé con suavidad su cuello -averigüemos entonces cómo es ese contraste, entre tu piel y mi piel- susurré dejándome llevar un poco, para finalmente, buscarle los labios y perderme, por primera vez en mucho tiempo, en aquella sensación tan primaria y tan íntima.