Descansando entre los muertos (Vagonero)

El lugar era más tranquilo de lo que lo era el bosque mismo. No solo porque fuese un lugar muerto, sino porque allí no había ni un alma. Solamente estaba yo y los cuerpos inertes que se encontraban bajo tierra, descansando en “paz”, sin que nadie más les molestase y sin tampoco sentir nada que pudiese perturbarles.

Mis pasos casi no producían ruido allí. Todo estaba muy tranquilo, demasiado. Iba observando las luces que rodeaban las lápidas de los muertos, sin fijarme en los nombres de las personas que se encontraban descansando allí. No me interesaba saberlo, no las conocía ni tampoco lo iba a hacer un futuro. Claro, ya estaban muertos, ¿para qué querría hacerlo?

Mis pies me llevaron hasta una zona donde la densidad de las lápidas disminuía y donde estas estaban un poco más nuevas y limpias. ¿Serían de las últimas personas que habían muerto? Podrían, pero lo que más curiosidad me daba es que el cementerio era bastante grande y tenía también muchas lápidas, no ocupaban todo el terreno, pero si gran parte.

Ya me tenía que estar dando por vencida, ¿no? O quizá seguir intentado buscar alguna escapatoria aquel lugar, pero ya podía imaginarme que nada serviría. Era como si hubiese caído en algo parecido a la vida de Truman Show, con la única diferencia de que las cámaras no me seguían todo el tiempo y que seguramente al final no terminaría saliendo de la villa, pero ambos nos encontrábamos encerrados con algo que nos imposibilitaba salir del lugar.

Dejé de caminar, deteniéndome en aquel camino de tierra entre las lápidas. ¿Cansada? Simplemente quería dejar de caminar, apoyarme en algún lugar, perderme en mi mente como muchas veces ya había hecho en el pasado. No necesitaba reflexionar y, en verdad, tampoco necesitaba pensar en nada. Aun así, mis pies dejaron de producir pasos silenciosos cuando me detuve junto a la lápida. Ni siquiera me había fijado en lo que ella decía, ya que le di la espalda, recargándome sobre esta. ¿Falta de respecto? Quizá, ahora no me importaba.

Cerré los ojos largando un pequeño e insonoro suspiro. Mi mente me condujo a mi pasado, a todo lo que había conocido, y también desconocido al mismo tiempo. A mis padres, el paisaje, las personas que me rodeaban, las que no lo hacían, las que me habían dejado atrás… Todo aquello no lo tenía más, incluyendo ahora que estaba completamente sola, alejada de todo lo que había creído que era real, ahora simplemente era algo que estaba dentro de los recuerdos y que, seguramente, no podrían volver. ¿Cómo hacerlo? No sabía.

No me percaté de cuándo me quede dormida o de si realmente lo había hecho, pero seguramente había pasado más de media hora en aquella posición sobre la lápida, con los ojos cerrados y sin prestarle atención a lo que me rodeaba. No tenía ganas de volver a abrirlos, aunque la noche estuviese un poco fría, estaba cómoda en aquella posición y no quería ni mover un músculo.

Aun así, no pude estar mucho de esa forma cómoda, ya que el sonido de un animal, un fuerte gruñido, sonó a mis espaldas haciéndome sobresaltar y abriendo rápidamente los ojos para ponerme de pie y darme la media vuelta para ver qué había producido aquel ruido y quién lo había generado.

Ante mi había dos bichos, uno que me parecía más lógico que el otro: un perro del tamaño de una persona o aun más grande de pelaje color gris, y otro que no pude asociarlo con nada, más que con figuras humanas de mujeres todas juntas, una unida a la otra. ¿Qué era aquello?

Retrocedí unos pasos un poco asustada, no por el perro, sino por la monstruosidad que se encontraba debajo de este que lo estaba mordiendo. Sabía que no era un sueño, nada de lo que pasaba en la Villa lo era, eso es lo que había llegado a creer hasta el momento, todo era la realidad…

Me quedé en mi lugar sin saber qué hacer, salvo seguir retrocediendo de a pequeños pasos hasta que sentí detrás de mí que había otra lápida. El bicho que estaba peleando con el perro me miraba, luego miraba al cuadrúpedo y volvía la vista a mí. No sabía qué hacer y acercarme no estaba entre las posibilidades.