Aire nuevo, vida nueva... [Libre]

Camino por los pasillos de forma rápida pero pausada, no quería estar allí porque había tanta gente que se sentía incomoda, además pasaba a llevar a todo el mundo con su maleta, pero no quería dejarla en ningún lado más que con ella. –Disculpe – decía una y otra vez por su ataque repentino a los demás con esa enorme caja llena de accesorios para un nuevo lugar.

Vio una puerta y una bella luz viniendo desde ella, “muy bien, aquí esta la mía”, pensó, sonrió con placer, su mano se poso en la fuerte puerta lentamente la abrió quedando maravilla, el cielo azul, ya no era tan azul, la mezcla de lila, rosado y naranja cubrían todo el cielo, el sol estaba escondiéndose a paso lento, pero majestuoso. –Rey sol… me llenas el corazón con esos hermosos rayos de calor, - Dijo mientras cerraba los ojos para sentir el viento recorrer su cuerpo, haciendo flamear su cabello al compas de él, pensó en su bello piano y en las brillantes teclas, para sonreír, - No te veré en un largo tiempo más sonreír, - ella comparaba las teclas de su fiel instrumento como los radiantes dientes de su madre.

Abrió lentamente los ojos, se sentó en su propia maleta y volvió su mirada al paisaje que ante sus ojos era precioso, amaba la naturaleza, le encantaban los animales y adoraba ser libre.

Observo su muñeca izquierda y empuño la mano, la forma de una mariposa cubrían parte de su blanca piel, alzo la mano hacia el cielo abriendo la delicada mano dejando al aire la palma demostrando una ternura innata, -Te dejo libre – susurro, - Vuela… - cerro los ojos y dio una leve sonrisa. Sintiendo el viento recorrer sus dedos.

Una dulce voz la saco de su trance, concentro toda su atención a una bella mujer de cabello castaño como la cascara de una almendra, ojos de un marrón y labios rosas, "vaya que linda", se sonrió, pensaba que la mujer seria una perfecta obra de arte retrata en un boceto que ella misma dibujaría y pintaría, pero trato de salir de ese pensamiento parpadeando unas cuantas veces, debía responder a la pregunta de aquella dama.

-Un día precioso, el paisaje, el aroma, - cerro los ojos para volverá a inhalar el fresco aroma a naturaleza, y una leve mueca se dibujo en sus partidos labios. - Creo que te gusta tanto... como a mí, - dijo, bajando de su maleta, pero siempre dejándola cerca suyo al alcance de su mano, se acerco a la baranda que estaba la mujer.

-¿Tranquilidad?, - le sonrió, volvió su mirada a la sorprendente vista que tenían frente suyo- Creo que todos lo necesitamos debes en cuando, sobretodo luego de una gran tormenta... - su expresión era tranquila y a la vez llena de ternura, - Lamento dejarte... espero nos topemos una vez más, - Toma su maleta y se va pensando que lo mejor es dejarla de pasear tanto.