Noche movidita [Mindy]

Mindy había dicho en un par de ocasiones que no tenía a dónde ir en aquel lugar, así que la traje a mi habitación en el hotel. Por una noche no pasaba nada. Y después del susto que nos habíamos llevado hacía un rato llegaríamos rendidas, al menos yo. La fantasma se negó al principio, pero la tenía firmemente cogida de la mano y no escuché sus quejas. En el ascensor ella miraba hacia abajo, como mosqueada, pero no me importó. Seguía aferrándola a mi mano cuando llegamos a la puerta. Abrí y la hice entrar delante de mí.
Me apoyé en la puerta tras cerrar, de cara a ella, apoyando frente y nariz. Suspiré tratando de recomponerme y me volví. Mindy estaba en medio de la habitación, sin decir nada, sin hacer nada. Llegué a pensar que estaba en estado de shock. ¿Pero a caso los fantasmas podían asustarse así?
- ¿Estás bien?- le prgunté- ¿Quieres darte una ducha?
Estábamos llenas de tierra y de suciedad debido a la carrera que nos habíamos dado huyendo. Me miré el corte del brazo. No era grave, pero estaba bastante feo. Esos árboles no tenían ramas, eran cuchillas.

-Bueno... la verdad esque...si, una ducha me vendría bien...

Dije intentando recomponerme mientras me tocaba el pelo, que estaba sucio de tierra. Miré a Farah, ella tambien estaba bastante sucia. Me acerqué a ella y acaricié su cara.

-Vaya...nunca te habia visto tan asustada...

Sonreí un poco y caminé hacia la ducha.

-...¿Tienes... algo que pueda ponerme?

Aunque en esos momentos se me pasó por la cabeza que no me duraria mucho la ropa, y me sonrojé un poco ante esos pensamientos pervertidos.

Su caricia me cogió con la guardia baja, y me separé casi al instante, como acto reflejo. ¿Asustada yo? Más bien acojonada. Nunca había tenido tanto miedo. Lo desconocido, lo nuevo, todo aquello era superior a mi.
-Em... Claro...- murmuré yendo hacia el armario- Te llevaré algo... Date una ducha, luego me daré yo una...- comenté mirando en el interior del mueble.
No tenía gran cosa, y no sabía si gastaba la misma talla de pantalón que yo, así que opté por uno de los tres vestidos que tenía. El más sencillo y, digamos recatado.., que tenía, de color ceniza.
- ¿Sale el agua caliente?- pregunté alzando la voz mientras cogía el vestido y me encaminaba hacia el baño. Toqué a la puerta- Voy a entrar...

Me desnudé y entré en la ducha. Abrí el grifo y cerré los ojos mientras me caía el agua... Estos días me había estado bañando en el lago, y esto era tan reconfortante... Me hacía sentir viva. Era genial... En esos momentos la voz de Farah y sus nudillos golpeando la puerta, me sacaron de mis pensamientos.

-Si, pasa, pasa

Le dije. Escuché como entraba. El vapor salía por arriba y la tenue luz dibujaba mi silueta desnuda a través de las blancas cortinas.

-Me daré prisa

-Bien, esperaré fuera...- dije, tras dejar el vestido sobre el vidé.
Miré fugazmente hacia la ducha y salí afuera. No me senté sobre la cama para no ensuciarla, así que me mantuve de pie, de brazos cruzados mirando por la ventana, que abrí para dejar pasar el aire. Me apoyé en el marco y dejé fluir mi mente por un tiempo y un espacio que en aquel momento me parecían tan lejanos... ¿Ahora echaba de menos París? No. Lo que añoraba era tocar el piano por las noches. Me temblaron los dedos de pensar que no volvería a acariciar las teclas de mi precioso piano de madera caoba de mi madre. Tensé la mandíbula. No podía venirme abajo por un instrumento, por un pedazo de madera con teclas de marfil. Apreté los puños y cerré los ojos.
Salí de mi ensoñación cuando oí a Mindy carraspear. Me volví, sobresaltada. Llevaba el vestido que le acababa de prestar.
-Como un guante- comenté con fingido ánimo mientras pasaba por su lado y me metía en el baño.
Me quité la ropa a tirones y me metí en la ducha a toda prisa, queriendo expulsar los malos pensamientos de mi cabeza cuanto antes, convenciéndome de que con el agua lo conseguiría.

Me senté en la cama. Ahi delante había un enorme espejo... Pensé en el morbo que daría masturbar a Farah delante del espejo y entonces sacudí la cabeza, intentando mantener esos pensamientos de una vez fuera.

Me miré el vestido a través del espejo, daba incluso cosa... Yo ahí tan elegante... con una camiseta vieja me hubiese bastado... Aunque bueno, el espejo me venía bien puesto que no llevaba ropa interior... por dios, que verguenza... pero hasta que se labara mi ropa tendría que quedarme así...

La ducha me sentó de perlas. Me enrollé con la toalla al salir de la ducha y me cepillé el pelo. Con las prisas ni siquiera me había entrado algo de ropa y la que llevaba iba directa a la lavadora.
-Genial...- farfullé rodando los ojos.
Bueno, no iba a asustarse. Salí afuera con la toalla aferrada con una mano.
-Se me ha olvidado... Em...
Casi me metí dentro del armario buscando algo medianamente decente. Cogí una camiseta, unos pantalones y ropa interior y regresé al cuarto de baño. Me cambié, y volví a salir.
-Me he quedado de segunda mano- bromeé pasándome una mano por el pelo húmedo.

"Tú estás guapa con cualquier cosa" Estuve a punto de decirlo. Suerte que simplemente lo pensé.

-...Esto...Farah... ¿N-No tendrás más ropa interior, no?

Le pregunté mientras me frotaba la nuca, un poco sonrojada. Uf, vaya, y justo ahora me empezaba a entrar hambre... La chica tenía que sentir alguna emoción fuerte para poder alimentarme... pero estaba pensando ahora el qué... No quería hacerle sentir rabia después de lo bien que se había portado conmigo

Me llevé una mano a la frente y me di con la palma, soltando un par de carcajadas.
-Joder, lo siento- dije, riéndome- No me acordaba de que la gente usa bragas.. jajaja
Volví al armario y abrí el cajón de la ropa interior. Eché un vistazo, pero no sabía qué darle.
-Mmm...- me quedé pensativa- ¿Por qué no eliges tú lo que prefieres?
Miré hacia el espejo justo en el momento en el que descruzaba las piernas y enrojecí al instante. "¿Desde cuándo te sofocas con tan poco?", me pregunté a mí misma. Pero haber visto furtivamente aquel tesoro escondido fue demasiado en aquel tenso momento. Giré los ojos mirando al techo y me aparté para que se acercara y eligiera lo que prefería ponerse. "Te has lucido, Farah", pensé al haberme descubierto mirando donde no debía.

Uff. Que fuerte emoción sentí por parte de ella. Eso me matuvo bastante llena, aunque tenía un defecto... Cuanto más sentía más quería... Quizás a eso se le debía llamar gula. Me acerqué a ella y miré la ropa interior.

-En realidad me conformo con cualquiera....

La miré y la vi bastante sonrojada.

-¿Estás bien?

Puse la mano en su frente.

-Ya te has reido bastante de mi por no llevar ropa interior... No seas mala... y yo que me quedaba callada por si no te quedaba... o... ¿era una indirecta?

Lo último lo dije con voz sensual a su oído.

-Tómatelo como quieras...- mascullé apartándome.
Otra cosa no, pero a mí sofocada no me pillaba nadie. Demasiado orgullo... Apreté los dientes y me alejé sentándome en la cama. Bostecé. Estaba hecha polvo, demasiadas emociones y cansancio acumulado. Mindy me gustaba, y eso me jodía, me mosqueaba, y me trastocaba. Quería tenerla a salvo, quería tenerla cerca. Y odiaba aquella sensación. Me sentí sumamente estúpida.
Me eché sobre la cama, dispuesta a reprimir cada impulso, por una vez en mi vida. Apoyé la cabeza sobre el cojín y cerré los ojos, soltando un hondo y sonoro suspiro. "El destino me odia", pensé con fastidio.

Me puse la ropa interior ahi delante de ella. Total ya me había visto y teníamos lo mismo y luego miré el sofá... Bueno. Dormiría yo ahí... La cama era lo suficientemente grande para las dos... Pero acabaría tocandole y haciendole de todo y ella no parecía desear lo mismo. Me senté en el sofá y luego me tumbé, apoyando la cabeza en un cojín.

-Gracias por preocuparte y traerme aquí Farah

Podía imitar estar viva y cerrar los ojos, tumbada, relajandome... Pero no dormiría... Yo ya no necesitaba dormir.

-No hay de qué...- dije, aún con los ojos cerrados.
La oí caminar, supe enseguida que se habia recostado en el sofá. Aún me sorprendida lo agudizados que tenía los sentidos. Me di la vuelta, quedándome de cara al sofá y desde la esquina de la cama y la miré. El sofá ese no era lo más cómodo del mundo.
-Puedes dormir aquí- murmuré, pero esperaba que rechazara la oferta.
"Maldita educación..." Si yo era una maleducada y una malhablada, ¿por qué me nacía ser buena con ella? Solté cierto gruñido.
-La cama es bastante grande...
"Sí, arréglalo, mona", me dije. Solté un leve suspiro y volví a cerrar los ojos. Que hiciera lo que le diera la gana, a mí no tenía que importarme.

Farah me dijo que podía dormir cn ella en la misma cama, que era lo bastante grande para dormir las dos. Yo sonreí un poco, menudo cambio de humor.

-...Gracias, pero... Yo no duermo... así que estoy bien aquí... la verdad esque... me pondré a leer un poco mientras duermes... ¿Tienes algún libro interesante?

Le pregunté mientras volvía a sentarme en el sofá. Quizás la idea de que ella estuviera dormida y yo al lado despierta toda la noche le incomodaba un poco. A mi desde luego me incomodaria...

-...O si prefieres puedo irme abajo a la recepción a leer...

Me mordí los labios. ¿No dormía? Pues qué putada...
-No tengo ninguno. Es un milagro que tenga ropa- dije con cierto humor.
Abrí los ojos y la miré, sumergida en la penumbra de la habitación.
-Te vas a aburrir...- solté una risita maliciosa, como burlándome de que yo no podía atravesar paredes, pero sí disfrutar de los placeres que brinda la vida.
Tuve el error de recordar el episiodio en aquel pub. Su respiración agitada, su piel morena perlada por el sudor, los temblores de su cuerpo por la excitación, los gemidos, todo su cuerpo, ese momento que la hice mía a la fuerza... Apreté la mandíbula y tragué saliva. "Shh... shh... Ya pasó, ya pasó...", me dije. Maldije en ese momento el silencio, y maldije la paz de la que disfrutábamos. Llegué a pensar que el bombeo de mis venas era audible hasta para ella.

-Si... quizás voy a dar un paseo... o de fiesta, me gusta salir de fiesta a bailar... Con lo guapa que voy seguro que ligo

Le dije riendo. No sabía porque lo dije, quizás una parte de mi quería darle celos. Aunque aun no entendía exactamente para que...

-Tú duerme tranquila... Vendré más tarde cuando te despiertes... Total, poco puedo hacer aquí... ¿No?

Me acerqué a su cama para hablar con ella más cerca.

La miré de forma inquisidora. Con mi ropa no salía a ninguna parte.
-Eh, tú- gruñí inclinándome-. Como le pase algo a mi vestido te vuelvo a matar- la amenacé acerándome mucho a su cara, sintiendo su aliento rozando el mío.
Me di la vuelta, volviendo a acostarme. No sabía por qué me enfurruñaba. No es que el vestido fuese caro, pero con el tiempo había aprendido que todo lo que conseguía con el sudor de mi frente era más valioso aún. Empezaba a divagar... Que hiciera lo que quisiera, no era asunto mío.
-Quedas advertida- puntualicé de nuevo.
Me puse boca abajo, con los brazos bajo el cogín, intentando coger la postura más cómoda. "Maldito poltergeist...", pensé.

-...Tecnicamente es imposible que me vuelvas a matar... No puedo volver a morir... aunque... bueno, aunque lo intentaras me volveria inmaterial y ya podrías atravesarme todo lo que quisieras

Reí un poco aun cerca de su cara, pero entonces ella se apartó y volvió a tumbarse en la cama, diciendome que aun así quedaba advertida.

-Vale fiera... entonces me iré ya... dulces sueños...

Deslicé la mano por su espalda hasta casi llegar al trasero pero luego la aparté y caminé hacia la salida.

Abrí los ojos de par en par y me quedé rígida cuando su mano se deslizó con sutileza por mi espalda. Contuve la respiración y me incliné, mirándola, cuando la oí dirigirse a la puerta. Me mordí el labio y, completamente fuera de mí, me levanté y avancé tras ella. Empujé la puerta con una mano antes de que la abriera del todo, luego apoyé la otra en la pared, a su otro lado de la cabeza y me pegué a ella, rozando mi nariz desde su hombro, recorriendo su cuello, hasta el nacimiento de su mandíbula. Mordí suavemente el lóbulo de su oreja.
-Te dije que si me buscas me encontrarás...- le susurré al oído sin vacilar, sin que mi voz temblara por el deseo que estaba creciendo bajo mi ombligo.
Arrastré la mano por la pared y acaricié su trasero, metiendo la mano entre sus piernas, por debajo de la falda.

Cuando me cogió de improvisto y deslizó su nariz desde mi hombro hasta mi mandibula y luego la mordió solté un jadeo de placer, cerrando los ojos y echando la cabeza hacia atrás. La forma en la que me trató me puso mucho, verle tan dominante, y de la forma en la que metió la mano por debajo de la falsa y me acarició el trasero.

-Oh, dios...

Gemí mientras me mordía el labio y abría los ojos para mirarla. Con las dos manos agarré sus pechos y los magreé con algo de fuerza, apretandolos bastante.

Farah logró dominarme por completo. Dejé que me besara, me acariciara y me tocara como ella quisiera. Solo le faltaba golpearme y que le diera las gracias y todo por hacerlo. Cualquier movimiento suyo me excitaba, y más cuando volvió a ponerme cara a la pared y bajó por mi cuerpo.

Cuando acarició mi trasero solté un gemido de placer, y apreté tanto los labios que incluso se me incharon un poco. Farah conseguía ponerme a mil muy facilmente. Parecía que mi cuerpo reaccionaba así al tenerla cerca...

Su lengua se deslizó por mi humedad muy lentamente e incluso las piernas me temblaron. Estaba tan exitada que incluso me dolía.

-...No me hagas sufrir más...

Gemí. Con ganas de darme la vuelta y hacerle mía, hacerle pagar por la excitación que tenía encima por su culpa.

-Si eres tú la que me hace sufrir... entonces... ummm... me encanta...

Le dije con voz ronca y los ojos entrecerrados de placer, mientras metía y sacaba los dedos de mi interior. Entonces pensé en lo que dije "Si eres tú..." Me puse roja... Mierda, no debí haber dicho eso. Tenía que actuar rápido para que no prestara atención a mis palabras.

La agarré y la eché sobre la cama. Luego caminé a cuatro patas sobre ella hasta quedarme encima y me levanté un poco el vestido.

-Vamos, chupa

Le dije con una sonrisa maliciosa y moviendo un poco la cadera.

Sonreí con total malicia cuando habló, dándole un mordisco en el cuello como respuesta. Pero entonces me apartó, se dio la vuelta y me empujó hasta la cama. Alcé las cejas cuando subió por encima de mí con la falda levantada y lo que me dijo. La agarré de los muslos y esbocé una perversa sonrisa antes de hacerle una llave y tirarla sobre la cama, quedándome yo encima, entre sus piernas. Le remangué el vestido y prácticamente se lo arranqué.
- ¿No querías que dejara de torturarte?- pregunté con ironía, pero en tono sensual.
Le hablé en un susurro sobre sus labios, acercándome peligrosamente, pero sin llegar a tocarlos. Mis manos subieron hasta sus pechos y los acariciaron apretándolos, pellizcando sus pezones, masajeándolos lentamente.