Viajando... [libre]

por **John Cow** Vie Jul 16, 2010 7:51 pm

El hombre movió con pereza su mano derecha, revolviendo su frapuccino con gesto ausente. Perdido en el intrincado laberinto de sus recuerdos, revivió en su memoria los últimos sucesos de su vida, pues era así como él medía el paso del tiempo. Su viaje por Alemania había llegado a su fin, empapado por el "espíritu" del pueblo alemán, había decidido abandonar el país. Su rumbo aún no estaba determinado, pero nunca lo había estado. Siempre había decidido su próximo destino en el andén...Esta vez, el rumbo era desconocido...era la primera vez que tomaba un tren sin rumbo. Juanito era así, dejaba que sus gustos y quizás el destino guiaran sus pasos, viviendo el presente sin preocuparse por el futuro.
Ahora estaba en la cafetería del tren más extraño que había tomado en su vida, bebiendo un frapuccino delicioso como pocos. Había algo que le inquietaba. Desde siempre había tenido una relación estrecha con la naturaleza y no era en vano, su país, Gales, poseía un poderoso legado cultural heredado de los antiguos celtas, señores y hermanos de los bosques. Eso era lo único que él extrañaba de su hogar, añoraba aspirar con fuerza e inundar sus pulmones del aroma salvaje y recóndito del bosque amado, aquél en el que había pasado tanto tiempo en su infancia, aquél al que había aprendido a amar...Aquél que moría un poco cada día, culpa de la ambición y la avaricia inherentes a su raza, los humanos habían olvidado que eran hermanos del bosque, consumidos por su naturaleza egoísta. Así lo sentía él aunque no hubiera podido expresarlo claramente con palabras, porque el don de las palabras no le había sido concedido, Juanito no era un hombre capaz de grandes discursos elocuentes. Él era un músico, podía convertir en una melodía cada emoción que le embargaba...Sin embargo, las palabras no eran lo suyo y luchaba contra ellas cada vez que intentaba escribir la lírica a sus composiciones.
El aroma dulce de la bebida ocupó el lugar en sus pulmones que él hubiera deseado que ocupara el del bosque. Recorrió el vagón, que hacía las veces de vagón y cafetería. Había allí numerosos pasajeros, varios de los cuales presentaban características...peculiares. Juanito se dedicó a examinarles con detenimiento, usando su notable capacidad deductiva para "conocer" a los extraños, y lo cierto es que así lo sentía. Siempre había podido inferir detalles de las vidas ajenas y desconocidas a partir de pequeños detalles, de aquellos detalles que eran casi imperceptibles pero que hacían la diferencia entre un sociópata y un individuo con problemas de adaptación social. Él sabía, que los detalles más nimios eran los que determinaban la diferencia entre el día y la noche, eran los que podían salvarle la vida a un hombre...

por **Azul** Vie Jul 16, 2010 10:59 pm

De los pasillos apareció una mujer vestida de azul, de las zapatillas hasta el prendedor del cabello, con un arco y un violín, el arco lo tenía amarrado en su cinto en la cintura usándolo parecido a una espada, su mirada es melancólica color tornasol, con un azul celeste que parece modificarse por cada movimiento que esta emite. Tomó asiento junto a una persona, en aquel vagón cafetería. No tomaría nada. Solo se quedó sentada un momento mirando a la gente que estaba ahí sentada. La elegante mujer de azul miró al joven a su lado, en la mesa contigua que bebía un frapuchino.
-Disculpe caballero –interrumpió con aquella voz aterciopelada y melódica- ¿Tiene hora? –su acento es afrancesado con toque s de portugués, su mirada se dirigió hacia el mirándolo a los ojos, con esos ojos inquietantes que podrían hipnotizar a cualquier persona, con una belleza especial y atrayente, los focos de la cafetería empezaron a fallar repentinamente. Sobre la mesa dejó el violín que es un hermoso y exentico violín azul con tallados en negro y ese arco de plata que tiene unos zafiros de decorados ostentosos, el violín parecía haber salido de un cuento de hadas… lo acercó hacía ella y sacó el arco del violín para dejarlo sobre sus piernas mientras esperaba una respuesta del joven de la mesa de a lado. Podía comerse un pastel con café en el vagón como solía hacerlo siempre, pero en esta ocasión, no le apetecía.

(Nota: No sabes el destino del ten, no sabes que vas a llegar a la villa, tienes que modificar eso en tu texto anterior. La villa no está ubicada en ningún mapa.)

por **John Cow** Sáb Jul 17, 2010 12:45 am

Juanito bebió un sorbo de la bebida, deleitándose en su sabor suave y en su agradable textura. Era el frapuccino más delicioso que había bebido en su vida y esperaba que el lugar a donde se dirigía el tren tuviera cafeterías tan buenas como ésta.
Una voz musical y sosegada interrumpió su regocijo. El acento francés era claro, y sin embargo, distinto. Su oído no le engañaba, había allí un toque de portugues...Desvió su mirada de la taza de café hasta los ojos de la dueña de la voz. Luego miraría aquello en retrospectiva, y reconocería que fue un error. Aquellos ojos eran del azul más nítido que había visto alguna vez. Se perdió en la profundidad de aquella mirada hipnotizante e irresistible que le había atrapado y no le soltaba. ¿Quién era esa mujer? ¿Cómo era posible que lo hubiera apresado de aquella manera? Él siempre había sido un individuo de voluntad firme e inquebrantable, y ella le había derrumbado la voluntad y había penetrado en su conciencia como nunca nadie lo había hecho.
Un segundo después, invadido por un temor espeluznante y lleno de inquietud, pudo abandonar aquellos ojos. Controló con maestría sus sentimientos, aquella mujer no representaba un peligro...no podía...
Su mirada vagó, por el atuendo de la fémina, empapándose de cada detalle. El azul de su ropa era casi tan impresionante como el de sus ojos, sin embargo, no era la vestimenta lo que le llamó la atención. El arco y el violín eran...fascinantes. Seguía sintiendo una leve inquietud, una incomodidad proveniente desde el rincón más profundo de su alma. Sin embargo, sus oídos habían olvidado hacía tiempo el lenguaje del instinto y no pudo comprender el mensaje, tal era el destino de los humanos. El lenguaje del instinto, aquél que todos los animales entendían era el precio que habían pagado por su preciada "razón". Era el precio que pagaban por haber olvidado su origen e identidad, por haber abandonado la igualdad con las criaturas y ofuscarse con vanas ilusiones de grandeza que eran tan reales como un árbol de agua.
Él que siempre había podido averiguar cosas de las personas, miraba ahora a una pizarra en blanco. No podía ver nada en ella porque podía ver todo. "¿Qué demonios me sucede?" se preguntó mentalmente pero desconocía la respuesta. No estaba acostumbrado a la ignorancia, él era un individuo que se deleitaba con el saber, el conocimiento era su arma pero en lo referente a ella era obtuso...
Sólo habían pasado dos segundos desde que observara los ojos de la inusual mujer, pero su mente había volado y la verdad es que poseía una agilidad mental enorme. Sólo le hizo falta echar un vistazo por una de las ventanas, por la cual se colaba la luz de un Sol moribundo para saber la hora. Aquél y no otro era el motivo por el cuál nunca llevó ningún reloj.
-Es la 18:37, minuto más o minuto menos- respondió con educación, pues las buenas maneras eran una de sus características. Observó de reojo el violín de ella y luego añadió una sonrisa.
-Nunca había visto nada parecido, he tenido en mi poder varios Stradivarius originales, pero ninguno se parecía en esplendor a tu violín- admiró con tono profesional-. Es un instrumento soberbio...sólo puedo imaginar su sonido.
Acotó a último momento, deseaba más que nada deleitar sus oídos con el sonido de un instrumento cuya mera apariencia era un placer para la vista.

por **Azul** Sáb Jul 17, 2010 2:27 am

Eve sonrió amablemente y con una carisma impresionante, al sentir los ojos escrutadores de la persona de a lado. Su cabeza pensaba en todo lo que pasa en el tren, en los destinos que tienen marcados, en el maquinista y en el hombre del sombrero que se rondaba por aquellos rumbos, se había paseado por la puerta con aquel bastón y la pipa en la boca. Ella lo miró de reojo sin hacer algún gesto siguiera, su mirada melancólica se dedicó a lo que habpia sido enviada. Siempre había sido una mujer noble y tranquila, suspiró y asintió cuando el joven le dio la hora.
-Gracias.-murmuró con esa bella sonrisa, porque le había dado la hora y por los halagos hacía su instrumento, miró a su amado violín, que hasta ahora el había sido su cobijo y único y fiel amante. Su sonrisa se amplió notoriamente- Se llama Kaos –dijo como si se tratara de una persona acariciando aquella madera azul con las yemas de los dedos.- Yo me llamo Eve Wickham… - Se presentó mirando de nuevo al joven sentado en la mesa, se notó en su voz un poco de amargura al pronunciar su apellido- Kaos es un instrumento especial, es una especie de extensión del alma, por eso puede verse así, sus melodías pueden casi tocarse… ¿Le gustaría escuchar algo?...

Unos momentos más y un camarero trajo a la mesa de Eve un trozo de pastel de zarzamoras y una taza de café, cosa que siempre pedía, y ella no lo había hecho, alguien se había tomado la molestia de hacerlo, suspiró mirando aquello y luego volvió a sonreír como si nada pasara, solo agradeció educadamente al camarero y esperó la respuesta de ese nuevo acompañante. Al menos la noche no parecía tan solitaria y mucho menos aburrida.

por **John Cow** Sáb Jul 17, 2010 3:52 am

Juanito dejó que su mirada explorara a la mujer con más detenimiento, seguro de que debía haber en ella algo para leer...Finalmente lo encontró, aunque deseó no haberlo hecho ya que lo que vio le informó de algo terrible. Las marcas en su muñeca pusieron en evidencia una lamentable tragedia, quizás ella intentara esconderlas, pero era imposible engañar al ojo experto. Juanito sintió algo de tristeza, le entristecía que una mujer como ésta hubiera intentado tomar ese camino, la hermana Muerte era una compañera a la que pocos apreciaban. Todos entendían su trabajo, pero pocos la perdonaban. ¿Acaso pensaban que ella disfrutaba siendo la última compañera de todos? ¿Acaso creían que le regocijaba comer higos que han pendido años y años del árbol? Lo cierto es que su labor era necesario, sin ella los hombres no mirarían el cielo en las noches claras, sin ella no existirían ni el suspiro ni el deseo. Sin ella nadie en este mundo se ocuparía de ser feliz. También era cierto que quien aceptaba y admitía su muerte, no la apuraba...
Su rostro se endureció levemente, siempre había condenado de cobardes a los suicidas. Acabar con su vida antes de tiempo, inmiscuirse en la tarea de la Parca era algo antinatural e incorrecto, no le competía a los humanos...no debía hacerlo. Adelantar la propia muerte era una cobardía y nunca era la solución. Escapar y evitar los conflictos es la solución del cobarde. Su concepción de la Vida y la Muerte no tenía lugar para algo así, y necesitaba de toda su tolerancia para no retirarse y dejar a aquella mujer sola. No debía condenarla por haber intentado algo, después de todo quienes desean suicidarse de veras, lo hacen y no fallan.
Juanito bajó la mirada, apretando con fuerza su mandíbula. "¿Kaos?"- repitió para sus adentros. ¿Qué nombre era ese para un violín? Aunque sólo del caos es posible extraer el orden...Era la primera vez que Juanito conocía a alguien que le había puesto un nombre a un instrumento musical. Aquello también iba en contra de sus ideales, pero recordó que debía ser tolerante.
Oyó el nombre de la mujer y se limitó a realizar una inclinación con la cabeza a manera de reconocimiento. ¿Podría relacionarse con alguien tan distinto a él? ¿Era eso posible? Nuevamente, Juanito estaba ante cuestiones para las cuales no tenía respuestas, y eso sólo incrementaba su irritación. Así, Juanito, quien no sabía mentir, respondió.
-Tiene un nombre interesante. Aunque considero que el violín, es un instrumento de extensión y de expresión del alma, dicho...fenómeno, por llamarle de alguna forma, depende más del artista que del instrumento -afirmó con convicción pues así lo sentía.-Me gustaría escuchar algo...- admitió sin saber bien qué esperar- si no es molestia, claro -añadió por educación.
En ese momento, un camarero depositó ante ella una tarta y una taza de café ante las cuales sus ojos denotaron sorpresa, no así su rostro que se mantuvo imperturbable. Nuevamente, detalles que escaparían a la vista del observador común, pero no para Juanito.

por **Azul** Sáb Jul 17, 2010 4:37 am

Un suspiró se desprendió del pecho de Eve mirando sin ganas la tarta y el café, no tenía apetito de aquello. Menos porque venían de manos de la persona que más odiaba en este mundo. Se quedó con una leve sonrisa y notó algunas joyerías en sus muñecas, se veían un poco más azules y brillantes que antes. Eve tal vez en alguna ocasión había pensado en el suicidio. Aunque tenía unas cicatrices que le marcaban en unas líneas blancas de su pasado, era una mujer deprimida y a veces los caminos fáciles son medidas desesperantes. Corrió un poco las pulseras por pudor, porque esas marcas no significaban lo que parecían. Aunque ella si hubiera querido, lo hubiera hecho de la forma más lenta, para sentir la llegada de la muerte paso a paso. Pero la mujer de azul, no quiso, aunque muchos creían que era un acto de cobardía, Eve tenía más la fuerza y el valor que muchos otros. Notó el semblante del hombre al ver aquellas cicatrices y no hizo ningún comentario al respecto.

Eve tenía respeto por la muerte y por la vida, es una mujer que a pesar de vivir en una melancolía eterna siempre tiene una sonrisa en los labios, porque sabe que a pesar de todo lo mal de haberla pasado, siempre se pagará lo que se hace en este mundo, mal o bien, siempre se volteará la moneda. Suspiró un poco pensativa, luego escuchó al hombre cuando mencionó el nombre de Kaos, era el nombre de ese instrumento azul, ¿Por qué? Tenía muchas razones y su interlocutor tenía cierta razón en lo que decía. El violín que tenía en sus manos era parte de Eve, el nombre que tenía no recordaba porqué se llamaba así, porque había inventado tantas y tantas historias para recordarlo, sin lograrlo siquiera, eso le entristeció un poco. Ella asintió cuando respondió para que ella tocara la melodía y sin decir palabra, se llevó el violín al hombro, colocandose la mentonera y el arco que destelló esos colores en plata y azul, la melodía empezó a fluir dulcemente en aquella pieza, tantos años de tocar se había vuelto una maestra en este arte, la postura era perfecta y las notas parecían caricias paras los escuchas. Sin excepción alguna todos lo que se encontraban en aquel lugar volvieron a mirarle, parecía que brillaba, miles de destellos azules le rodearon junto con aquella pieza de Bach que fluía con ese encanto particular haciendo honor al nombre que poseía ese violón, formando un caos en los corazones de los escuchas, toda esa melancolía, la dulzura, envolviendo todo lo que ella es, una artista. Al finalizar aquella sinfonía se escucharon algunos aplausos, ella sin saber siquiera el nombre de su acompañante se quedó en su lugar en silencio, tal vez ya era tiempo de regresar. Suspiró con una leve sonrisa, haciendo una leve reverencia desde su asiento. Pero antes debía hacerle unas preguntar al hombre de la mesa de junto.
-Espero que le haya agradado señor… -haciendo un énfasis en hacerle notar que no sabía su nombre, miró nuevamente el plato y el café, volviendo luego la mirada hacía el joven – ¿Toca usted algún instrumento?

por **John Cow** Dom Jul 18, 2010 2:04 am

Observó que su interlocutora no daba cuenta de la comida que tenía delante y aquello le llamó levemente la atención, aunque aquello desapareció de su mente al escuchar los primeros compases de la obra de Bach...
Oyó con atención cada nota que la fricción arrancaba de las cuerdas de ese intrumento formidable, fascinante, que transformaba la obra compleja y agradable del último Maestro del Contrapunto en algo sólido, palpable y sublime, de una belleza espeluznante e intimidante. Observó y escuchó el sonido de la melodía, tan bello que hizo que Juanito se sintiera sobrecogido. Aquel espectáculo era único, tanto por el sonido como por la visión de aquella mujer de azul y su violín. Comprobaba ahora que ella no había mentido, aquel instrumento hacía que sus notas fueran casi palpables...
Juanito sintió algo crecer dentro de su pecho, ciertamente, era un caos de emociones sin que ello fuera algo negativo. Deseó poder tocar junto a aquella mujer, a él no le iba la música "clásica" pero podría hacer un esfuerzo por acompañar a tan magnífica música. Aquella mujer había desnudado su alma frente a él...
Cuando ella terminó, sintió una suerte de vació en el pecho...quizás sería porque nunca volvería a escuchar algo similar, no la misma forma. Realizó una inclinación con su cabeza en reconocimiento y aplaudió junto con la pequeña audiencia que se había formado. En ese momento, agradeció al Destino que no hubiera permitido que esa mujer muriese puesto que con su partida el mundo hubiera perdido un poco de su brillo...
-¿Agradarme? Fue un espectáculo y se lo agradezco. Mi nombre es Juan Vaca - se presentó con una sonrisa. Aún no olvidaba las diferencias que tenía con esa mujer, pero eran hermanos en la música y eso salvaba todas las distancias.-Ha sido un placer escucharla, Srta. Wickham, quizás sea ahora mi turno por devolverle el honor- comentó aún sobrecogido por la belleza del espectáculo.
Sonrió con franqueza y le dedicó una mirada limpida.
-Toco algún instrumento, el saxo es mi hermano y compañero de viajes- afirmó.
Era una suerte que tuviera a su hermano en el bolso, su antiguo saxo tenor, único hermano y amigo real. Siempre le ayudaba a expresarse puesto que no sabía cómo hablar el lenguaje del corazón a traves de las palabras, la música era su idioma y siempre lo sería.
-Sería un placer tocar para tí- comentó con sinceridad mientras echaba mano a su mochila y comenzaba a sacar los estuches donde habitaban las partes de su saxo, tan antiguo como él pero que era único. Quizás no tuviera la belleza visual del violín de Eve Wickham, pero ciertamente, era rival en sonido...

por **Azul** Dom Jul 18, 2010 2:48 am

Eve asintió ante el halago, sonrió de forma amable cuando el joven dio su nombre. Cada vez que ejecutaba a Kaos era algo que le hacía liberarse de las ataduras de este mundo, dejó el arco sobre la mesa y metió las manos en sus bolsillos sintiendo aquel billete que tenía un destino, todos estos billetes venían con un propietario, el que había elegido el roble fantasma.
-Encantada Juan Vaca. –Se preguntó por el motivo de aquel favor, para ella era algo que podía hacerle explotar y comunicarse con la gente, gracias a este violín ella aun está viva, es un violín mágico que mantiene esa unión entre su alma y su conciencia, con un lazo grabado en el corazón- Será un placer poder escucharle a usted y a su hermano -Refiriéndose al instrumento como si fuera una persona, tal vez ese saxo no tenía nombre, pero seguramente tenía una personalidad fuerte como su ejecutor. Asintió cuando dijo que era un placer tocar para ella y sus palidad mejillas se tintaron de ese color cereza haciendo que esos ojos tornasol brillen de una manera especial.

En las cercanías seguía rondando aquel hombre alto de traje, que fumaba una pipa de ébano, con un sombrero que le hacía una sombra en el rostro, se apoyaba sobre un bastón en una ventana e imponía bastante con su presencia. Eve lo miró una vez más simuladamente, suspiró esperando que su nuevo acompañante tocara un poco de aquel hermoso saxofón. Ya después le daría el billete del vagón 7, su destino a la villa.

por **John Cow** Dom Jul 18, 2010 3:40 am

Juanito armó con ceremonia y respeto a aquél que era su compañero infaltable, era curioso el vínculo afectivo que tenía con aquél intrumento. Por él había arriesgado su vida una vez, y lo haría de nuevo...Así era el músico, obsesivo...De hecho, así eran los grandes en cualquier materia. Obsesionados, sólo vivían para su arte, sea ésta cual fuere, se alejaban de todos los humanos que les rodeaban, vanagloriándose en el regocijo de realizar su tarea con excelencia, eran los más miserables pero pagaban con satisfacción ese precio por ser también los mejores.
Pasó su mano derecha por el cuerpo del instrumento con delicadeza, como si fuera una suave caricia.
-Toquemos, hermano...fusionémonos como siempre lo hemos hecho, permíte que te arranque las notas y que exprese a través de tí la profundidad de mi alma. Seamos uno y demos un espectáculo digno de ser recordado- musitó con voz queda antes de apoyar la boquilla en sus labios, pidiéndole permiso para usarlo...
Se dedicó un segundo a poner en orden sus pensamientos y en dejar la mente en blanco, permitiendo que sus emociones le embargasen el cuerpo, dejando que sus sentimientos dominasen cada aspecto de su ser y esencia.
Ella había tocado la Ciaccona de la Partita n° 2 para violín solo en Re Menor BWV 1003, una de las obras más complejas y difíciles de violín puesto que cubre todos los aspectos de la técnica. Juanito sabía tocarla dado que el violín era uno de sus intrumentos, pero no era tan buen violinista como Eve...Transcribiría la Partita y la tocaría con su saxo.
Realizó una profunda inspiración por la nariz, inundando sus pulmones del aire frío y cargado de la cafetería, antes de comenzar a tocar. Atacó con precisión y elegancia los primeros compases de la Partita n° 2, dejando que sus sentimientos inundaran aquella obra y la hicieran suya. Algunos decían que Bach había compuesto ese movimiento de la Partita en recuerdo a su esposa...Juanito recordó a Lisette, su primer amor y recordó cómo se sentía cuando estaba con ella, esa sensación placentera en el estómago, ese sentimiento de felicidad...luego recordó cómo le había robado, cómo ella había aprovechado sus sentimientos y le había arrebatado su dinero. La furia embargó a Juanito, y el sentimiento arrancó con ira las notas de la Ciaccona. Aquello no era suficiente para expresar lo que sentía en aquél momento, él no era uno de esos músicos dependientes de las partituras y luego de la memoria, él era un improvisador y su saxo era una fiel muestra de ello...Él no había nacido para seguir lo compuesto por otros, él componía su camino a su gusto, volcanco cada pieza de su ser en ello...Comenzó a variar el ritmo de la obra, arrebatándole el sonido y el tono de un blues nostálgico a su saxo, quien se deleitaba con podes ser la extensión de aquél músico excelente. Juanito ignoraba que el saxo disfrutaba tanto como él de aquellos arranques de furia y melancolía que le sucedían, disfrutaba de ayudarle a sacarse las penas...
Absorto como estaba en su dificil tarea de improvisar sobre una obra complejísima, no se había percatado de que la audiencia lo oía boquiabierto...nunca nadie había osado tocar en el saxo esa obra y mucho menos improvisar sobre su forma. Añadiendo leves arpegios y apoyaturas, síncopas y jugando con el tempo, Juanito hacía suya aquella obra maestra del arte Barroco. Libre, así se sentía, amaba la música y la música lo amaba a él...A veces se preguntaba qué sería de su vida sin la música y nunca encontraba respuesta, sin ella, Juanito no sería nada...
Finalmente, terminó su improvisación, modulando el final de la obra una octava más baja, con ese toque tan sentimental y melancólico que tienen los saxos...
Separó suavemente la boquilla de sus labios, y sin abrir los ojos, soltó una carcajada de puro gozo. Una vez más, Juanito y su saxo se habían unido...
-Espero que lo hayas disfrutado tanto como yo...- observó con una sonrisa, aún con los ojos cerrados, había deseado devolverle a Eve Jackhim lo que ella le había dado...
-Por cierto, el placer es mío...- añadió con franqueza, abriendo los ojos y mirándola con diversión.-¿Sería pedir demasiado que te sientes conmigo?- preguntó con un leve titubeo...

por **Azul** Dom Jul 18, 2010 5:13 am

La extraña mujer de azul sentada con ese porte glamouroso se quedó sentada mirando al joven de la mesa de junto que sacó de su cuja aquel saxofón para ejecutar aquella melodía. No era su especialidad, pero sabía apreciar a los buenos artistas. El tocó la misma pieza en aquel instrumento llenando de nuevo aquella estancia con deliciosas melodías, claro, que el joven tenía su estilo propio y le daba un toque diferente a las emociones de la misma melodía emitida unos momentos atrás por Eve.

Todas esas emociones plasmadas en aquella melodía le llevaron a Eve a recordar algunas cosas, cosas que había olvidado cuando se subió al vagón, sus ojos brillaron con angustia, y el caballero del sombrero estaba al asecho en todo momento como un vigía de su esposa ataviada de azul, como si fuera un objeto preciado. Recordó lo que había pasado semanas atrás, lo que encontró, lo que le habían arrebatado, ahora solo sentía repugnancia por lo que pasó en manos de el caballero que cínicamente se hacía llamar su esposo. Los mares llenaron los ojos de Eve y haciendo que mirara de nuevo el pastel y el café sobre la mesa, la lágrima que surcó por sus ojos cayó ahogándose dentro de aquella taza que se había enfriado.

Regresó su mirada hacía el joven cuando este terminó la última nota y se escucharon nuevamente los aplausos, ella aplaudió con una sonrisa en aquellos labios rosas, inclusive el señor que se postraba en aquella ventana con la pipa en la boca aplaudió con esa maldita elegancia.
-En verdad lo disfruté, gracias... –dijo Eve con una sonrisa, un poco ausente, pero fue muy sincera, las melodías le habían invadido hasta los huesos, que le hicieron llorar aguas amargas, las cuales no quería recordar en aquel momento- Será un placer acompañarle…- Se puso de pie dejando la comida en la mesa y solo tomando a su fiel amante, con el arco, sus pasos sutiles y elegantes se pasearon hasta la mesa de junto para tomar asiento y le miró a los ojos, que tenían humedecidos por aquellos mares que parecían bastante melancólicos, era raro mirarla sonreír a carcajadas, solo pequeñas sonrisas de dibujaban en las comisuras- Encontré esto en el pasillo, al decirme su nombre, supe que era suyo –dijo Eve hundiendo su mano en su saco sacando un billete de tren para dárselo al joven, siempre aparecían en su camino, nunca sabía de quien podrían ser esos boletos, pero por alguna razón, todo el tiempo encontraba a los pasajeros, era el roble que siempre movía a las piezas como si fuera un juego de ajedrez-.

por **John Cow** Lun Jul 19, 2010 6:51 pm

Escuchó distraído, el leve aplauso del público mientras guardaba con parsimonia y habilidad, las partes de su instrumento. Una vez que terminó con su tarea, alzó la vista y respondió con una leve inclinación de la cabeza como muestra de deferencia hacia el reconocimiento. Él era un artista, pero saber que su arte era apreciado no le importaba mucho...Excentricidades.
Observó con una sonrisa a Eve y notó que sus ojos estaban poblados de humedad...Aquello fue un halago mucho más grande que todos los aplausos de la audiencia, el hecho de haberla conmovido lo dejó de lo más satisfecho. No obstante, también había una lejana amargura en sus ojos, un leve nerviosismo. Observó a todo el público, buscando algo fuera de sitio...No necesitó escanear el lugar dos veces para notar la presencia de cierto individuo con un sombrero que parecía distante y ajeno. Sin duda, había una historia entre ambos...
Recibió el boleto, consternado puesto que estaba seguro de que lo había guardado en su bolso...aparentemente, no lo había hecho. Esta vez, se aseguró de ponerlo a buen recaudo y mientras lo hacía, volvió a notar el espacio en blanco que ocupaba la parte en la que debería estar el destino del tren. ¿Hacia dónde se dirigía? Juanito oteó el cielo, rasgado por la línea de árboles pertenecientes a un tupido bosque de pinos y álamos. Frunció el entreceño, él conocía todos los bosques de Europa con una familiaridad espeluznante, era capaz de reconocer a qué bosque pertenecía una imágen partiendo sólo del color de la tierra. No obstante, era incapaz de determinar qué bosque era el que estaba escrutando. ¿Qué sucedía? Sentirse tan perdido, le resultaba poco familiar e inquietante a él que nunca se había perdido en la naturaleza. El bosque siempre había sido su hogar...había aprendido a leer el lenguaje de los bosques para no perderse, conocía todos los caminos para lograr la supervivencia.
Meneó la cabeza, intrigado e inquieto por desconocer el nombre del sitio al que se dirigía.
-Gracias- musitó con agradecimiento una vez que hubo guardado el boleto.-Debo decir que tienes un vibrato excepcional- comentó con tono casual.
Ella debía conocer el lugar al que se dirigía el tren...
-Por cierto, ¿sabes hacia dónde va este tren?- preguntó con la certeza de obtener una respuesta afirmativa, pues Juanito se había olvidado de cómo dudar. La observó con detenimiento, prestando atención al vestuario de la mujer, la tela parecía de algodón por lo que no debía ser un sitio aislado...
Bebió un sorbo de su frapuccino mientras esperaba la respuesta que arrojaría luz sobre varios asuntos...

por **Azul** Mar Jul 20, 2010 3:40 am

Ella miró el boleto cuando fue guardado y suspiró pensando que ya se había marcado el destino del joven, hubiera deseado no dárselo, pero no había vuelta de hoja, estaba hecho, todo era cuestión de tiempo y todo era gracias al roble fantasma que jugaba con estos personajes que se aparecían en el vagón. Eve miró con aquellos ojos melancólicos a Juanito y asintió, se sentía a gusto en buena compañía. Pero era momento de partir, para continuar en su tortuoso camino, aunque en realidad eso no lo deseaba, quería decirle al joven que rompiera su billete y que no se quedara dormido en ningún momento. Pero eso no podía hacerlo, lo tenía prohibido.
-Este tren va a Holanda –dijo normalmente sin titubeos y con una naturalidad real, siempre decía esto porque ese era su destino cuando ella se subió al tren aunque, no precisamente se dirigía a Holanda, eso era lo que ella quería creer- Puedo decir que usted realmente toca impresionante… me gustaría poder escucharlo nuevamente – aunque eso no sabía si era posible, en ese justo momento, el mismo caballero del sombrero se puso de pie a lado de ella, es un hombre bastante alto que usa un finísimo traje. Sostuvo a Eve de un brazo hundiendo sus dedos con fuerza y la mira con mucho recelo, sobre todo a su acompañante al cual saluda de forma educada “Bonjour, Vous excusez moi par je besoin bleu une moment, merci”. Eve parece palidecer ante la presencia del señor del sombrero y desganada se pone de pie, para asentir en forma de saludo a Juanito.
-Que tenga un buen viaje…-sonríe levemente, sin ánimos, ausente y toma a Kaos y su bello arco, que son arrancados de sus manos por este hombre que sonríe como si fuera alguien que quisiera ayudarle, aunque solo son apariencias que hace notar exquisitamente este señor, saluda con un movimiento de sombrero de despedida para Juanito y sus ojos crueles avellana brillan mirándole, humeando su pipa de ébabo y se lleva a Azul fuera del vagón cafetería, Eve no puede mirar atrás, porque no se lo permitió el señor del sombrero que la trae del brazo escoltada-.

*Hola, usted discúlpeme, pero necesito azul un momento. gracias.

Nota: Puedes cerrar con un post este tema y luego publicar tu llegada. Bienvenido.

por **John Cow** Mar Jul 20, 2010 4:01 pm

Mirando con gesto distraído el paisaje de fuera, aún preguntándose hacia dónde se dirigía. Había escuchado la respuesta de la señorita de azul, pero no le había satisfecho. No había detectado ninguna mentira en su tono, que era a lo que le había prestado atención puesto que tenía sus ojos ocupados, escrutando con intensidad el paisaje. No obstante, si hubiera estado prestándole atención habría observado la reticencia en los ojos de ella, y acaso algo más...Habría cazado la mentira al vuelo, pero Juanito prestaba más atención al paisaje. De todas formas, dudaba mucho que quél tren se dirigiera a Holanda, conocía las praderas de los Países Bajos y sabía que eso que veía no eran praderas. De todas maneras, poco importaba si aquella mujer le había mentido, pronto sabría la verdad...
Una voz sofisticada, masculina y cargada de desconfianza, reclamó la atencón de Juanito, quien continuaba absorto. Levantó la mirada y contempló la figura de un individuo alto, con un traje fino que sugería un nivel adquisitivo superior al promedio. El acento de la capital francesa era educado, pero no podía ocultar una nota de desconfianza. ¿Quién era ese individuo que estaba asiendo con violencia a Eve Wickham? Juanito sabía que los hombres que maltrataban a las mujeres no podía enfrentar a un luchador, era una ley de la Vida. Miró a su interlocutor con hostilidad, decidido a defender a la mujer. Sin embargo, algo en la mirada de ella le convenció de no hacerlo. Apretó la mandíbula, debatiéndose consigo mismo. Siempre había sostenido el principio de defender a las mujeres de los que no merecían morir con el signo del hombre ente las piernas...Se puso de pie, dispuesto a seguirles...
Nunca logró hacerlo pues era otro el destino que estaba reservado para el músico y filósofo...ignorando que se dirigía al sitio que cambiaría su vida para siempre. Pobre iluso, nunca habría imaginado lo que le sucedería.

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