Perfecta noche...(Gael)

La noche era ideal para no dormir. El hombre del sombrero desapareció dejándome allí, sin nada más que mi maleta y mi gato. Tenía miedo, pero por algún extraño motivo era un miedo diferente. Notaba vibraciones, como si el entorno fuese mágico o algo por el estilo; obviamente normal no era.

Avance tranquilamente por las calles…alucinando ante la situación, pues el pueblo había cambiado y parecía normal incluso, salvo por el tremendo árbol que se deslumbraba y la cantidad de pequeñas luces que adornaban la ciudad, sin olvidarnos de la neblina claro.

Seguí avanzando hasta que llegue a lo que parecía un hotel… ¿debería entrar? Visto lo visto hasta el momento me convendría mejor correr, pero ¿A dónde? A demás, esa extraña sensación desde que me baje del tren…quizás…no pudiese escapar. En ese momento justo delante de mi vi un hombre de espadas, me quede detenidamente mirándole, me sonaba esa chaqueta… ¿Gael? ¿Pero realmente era él? Algo en él había cambiado eso estaba claro, o así lo veía yo, no me parecía algo normal, pero…seguía siendo Gael.

-¿Gael eres tú?

Dije tranquilamente dejando mi maleta en el suelo esperando que se girara mientras mi gato tranquilamente se tumbo encima de la maleta observando la situación.

Después de la inexplicable aparición y desaparición del tipo del sombrero, en el cual empezaban a caer varias sospechas retorcidas (como la posibilidad de que fuese uno de los hombres de la familia en guerra con la que estaba mi gente que quería deshacerse de mí dejándome abandonado en aquel pueblo fantasma, o bien que solo era producto de mi imaginación y yo estaba perdiendo del todo la cabeza), me fui directo al pueblo que tenía frente a mí. Y enseguida me di cuenta que no estaba tan en ruinas como había creido. Sino todo lo contrario. La villa estaba adornada con mil y una luces, tanto en las calles como en las ventanas de sus venecianos edificios. Pero aquella iluminación se quedaba corta comparada con el gran árbol que reinaba allí, abundante de bombillas de todos los colores, siendo imposible poder colgar una más de él. Cuando me acerqué un poco más a aquel especimen único, misteriosamente atraido por su belleza y singularidad, y me percaté de que las bombillas no estaban colgadas de las ramas, sino que eran parte de ellas. Tuve que parpadear varias veces al caer en la cuenta de que algo irracional pasaba allí aparte del hecho de haber visto a un hombre volverse neblina. Y la cruda realidad cayó sobre mí como un cubo de agua fría, a la vez que la ceguera que me produjo la alta intensidad de luz del árbol. Como si de repente, su encanto se hubiese convertido en una maldición para mí.

Me aparté de él para darle la espalda y taparme los ojos, notando que la córnea del ojo se había dañado. Al cabo de unos segundos, cuando mi vista empezaba a ver correctamente las sombras, creí ver un par de ellas en la punta de la calle, demostrándome que allí había más personas. Me acerqué un poco a ellas mientras entrecerraba los ojos para verlas con claridad, pero de repente echaron a correr y los lamentos comenzaron. Unos sollozos lastimeros empezaron a resonar por mi alrededor, y por más que miré a todas partes, no encontré a nadie más. Así que me decidí a correr tras los primeros hasta llegar a la plaza del pueblo. Pero no los volví a ver. Solo me quedé con aquellos lamentos que no callaban y comenzaban a hacerme sentir la misma sensación que la ansiedad que sufrí en la cárcel. ¿Dónde demonios estaba? ¿Porqué no se callaban? ¡¿Porqué?! Me tapé los oídos con fuerza y acabé dándole una patada a una papelera en uno de mis prontos violentos, comprobando que ni aún así callaban. Pero de pronto... una voz se interpuso en aquella tortura. Me giré rápidamente hacia el nuevo individuo, y lo reconocí al instante. Era Gabriel... El que me había dejado tirado en el tren sin despertarme y el culpable de que ahora me encontrase allí, con aquellos demonios a mi alrededor. Saqué mi pistola, y sin apuntarle aún, me acerqué a él con paso decidido y bastante inquietante.

- Dime, Gabriel. ¿Qué palabra de "despiértame a la media hora" no entendiste? Dime dónde narices estamos ahora. ¡Debería estar en California en estos momentos, joder!

Terminé espetándole con mal genio pero aún con la pistola fuera de su puntería.Pero con aquel panorama, poco tardaría en perder los nervios. Aún así, supe reconocer que me estaba pasando con el tipo al que aún consideraba mi amigo. Respiré hondo y dejé caer los hombros, mirándole con más control, esperando una buena explicación.

Le mire detenidamente, había cambiado claro está, tal y como yo había hecho y posiblemente todos en esta villa, seguramente aquel tipo del sombrero nos hiciera algo, o quizás simplemente la maldita neblina purpura, el caso es que quien tenía frente a mi seguía siendo Gael, pero no era del todo él.

Me inquiete bastante por su forma de moverse y de hablar, parecía desconcertado, aturdido y sobretodo molesto; desenfundo el arma, pero no me apunto, comenzó a espetarme cosas de las cuales yo no había sido consciente la verdad es que era un poco caos. Respire profundamente y entonces comencé a hablar tranquilamente intentándole trasmitir mis emociones con las palabras de manera que consiguiera calmarle un poco.

-No lo sé; no sé donde estamos, no sé qué hacemos aquí, no sé cómo hemos llegado y no sé por qué no te desperté.-dije tranquilamente ante sus preguntas- Cuando te dormiste, al poco me dio una profunda somnolencia cerré los ojos lo que para mí fue un instancie, el vagón estaba vacío y no había tren; Salí fuera y me encontré con este pueblo fantasma, ese árbol de bombillas y a ti…ah sí, y un loco con un sombrero

Me acerque poco a poco mi amigo manteniéndole la mirada durante un instante, después mire hacia las diferentes luces que iluminaban y adornaban este lado de la ciudad.

-Sea lo que sea que pasa aquí, nos cambia y las bombillas, el tipo del sombrero, el árbol y el tren están conectados; ¿Cómo? No lo sé, pero quizás sea por la neblina…-Le mire fijamente a los ojos con una mirada inquisidora- ¿lo notas, verdad? Has cambiado…no eres el mismo que antes, ni yo soy el mismo, pero sin embargo lo somos…es inquietante…

Me puse la mano sobre el bolsillo del pantalón, donde guardaba mis cartas del tarot que consideraba mi amuleto, mi suerte. Mire como mi gato ronroneaba tranquilamente…un gato negro sobre mi maleta… ¿buena señal? Quizás todo esto ha ocurrido por recogerlo…

Por imposible que me hubiese parecido en un primer momento, sus palabras consiguieron que centrase toda mi atención en él, dejando en un segundo plano los llantos que venían de todas partes y nublaban mi mente. Clavé mi mirada en la suya, frunciendo el ceño al ir comprendiendo que tenía razón. Él sabía tan poco como yo, pero ibamos atando cabos a la vez. Allí había algún tipo de complot y algo más allá de la mano de un humano. Algo sobrenatural que nos provocaba aquellas nuevas sensaciones. Aunque aún tenía la esperanza de que fuese todo fruto de algún tipo de droga. Al fin y al cabo, aquella neblina púrpura no tenía buena pinta. Suspiré y relajé el brazo en el que sostenía la pistola, apartando un segundo la mirada de él para luego clavarla de nuevo, llena de ansiedad.

- Quizás sí, quizás haya algún alucinógeno en el ambiente. No sabemos lo que nos pasó allí dentro mientras dormíamos. O tal vez aún estamos dormidos. No sé, tío, pero necesito que ésto termine. Los putos sollozos me van a volver loco! - terminé exclamando volviendo a tensarme.- ¿Tú también los oyes? Consiguen que me ponga histérico...

Le comenté dando un paso más hacia él, señalándome durante un instante la cabeza con la misma pistola. Con nerviosismo, me giré hacia el pueblo que teníamos alrededor, y después de unos escasos segundos, volví a dirigirme a Gabriel, mirándole de soslayo.

- Voy a encontrar al culpable de esto, te lo aseguro. Y cuando lo haga, le volaré los sesos.

Con aquellas últimas palabras en un susurro lleno de rencor y venganza, volví a darle la espalda para dirigirme directamente hacia el pueblo, sintiendo que no habría nadie que pudiese pararme, pues para callar aquellos llantos solo cabía esa posibilidad. Y mi armaestaba sedienta de sangre de culpables.

Le mire durante unos segundos un tanto atolondrado por sus comentarios de llantos y sollozos, la verdad es que yo no escuchaba nada de eso, pero quizás yo no allá alcanzado su nivel…

Le mire fijamente y me coloque a su lado, le mire detenidamente con el semblante serio y fijo. Observe lo que el miraba, nada tenía sentido para mí en esos momentos, así que le hable con prudencia.

-Gael…sea lo que sea la neblina, el pueblo y lo que sea, no es normal, básicamente porque tienes un destello violeta en los ojos, sobre todo cuando clamas venganza-hice una ligera pausa- además de eso, yo no escucho ninguna voz salvo la mía y la tuya, quizás estés enloqueciendo o quizás…-hice una larga pausa pensando en que podría ser- pero te lo estés imaginando o estés maldito…cosas más raras hemos visto, porque no se tu, pero para mí que aparezca un tipo con sombrero de la nada y aparecer en un pueblo de estas dimensiones en un vagón sin locomotora…-dije sarcásticamente.

Después me aleje un poco de él y comencé a mirar todo a mi alrededor intentando buscar una clave por algún lado mientras buscaba…

-Si esto fuese una droga o una alucinación…estaría alucinando o soñando una chica bien buena, no un payaso como tu-le sonreí para tranquilizarle, demostrarle mi confianza, era mejor tener al loco de la pistola de mi lado; al menos por ahora, además era mi amigo.