Tiempo sin tiempo. [Señorita Liv]

por **Vincent Van Dort** Jue Jun 24, 2010 1:39 am

El silencio abatía aquella gran plaza, esa en la que todo había ocurrido, en donde había estado el principio de todo...Dónde el laberinto había iniciado pero jamás, ni hasta ahora, había terminado. De entre la oscuridad, se comenzo a escuchar el tintineo de unas cadenas, en breve el sonido de pasos acompañaron al compas. La silueta de alguien, un joven, se hizo visible. Poco fue lo durable de aquel hombre entre la oscuridad, pronto estaba rodeado por uno, dos, tres y así cien luego mil para poder pasar a más a cada momento, más focos de colores. Foco de tonalidad Azul cielo, cobalto, rojos, amarillos, blancos y demás.

El joven tenía un aura misteriosa, portaba una gabardina negra, decorada a mil cadenas que simbolizaban las mil ataduras que él tenía a este lugar... las mil vidas, que en su tiempo, había condenado. Los paso del joven parecian pesado, como si en los pies trajera un par de zapatos de plomo. Sus cabellos eran oscuros, sin embargo al contraste de la luz parecian ser claros, y así, estar llenos de ceniza. No había más sonido que el de sus cadenas. No hombres, no visitantes eternos, no nadie, sólo "El Roble" y él. Las comisuras de sus labios formaron una sonrisa cuando este llego al lado del gran árbol.

La oscuridad había llenado los cielos de aquella hermosa magía, ese hermoso misticismo similar a un velo del cielo. Cautelosamente alzó la mirada, recorrió lentamente cada una de las ramas del misterioso árbol. - Tanto tiempo, ya no sé si son días, semanas, meses, años... o siglos quizá- La mirada del joven se lleno de melancolia. Se bofó de sí mismo, suspiro profundamente, miro su entorno. Los edificios vacíos, las calles que parecían tener vida gracias a los colores, pero que de verdad estaba muerta.

De entre la nada, aquél joven saco una flauta. Le analizo unos breves instantes, sonrió de una manera no tan convincente hacía sí mismo. En un momento, no determinado, el sonido de la flauta empieza a sonar... La meláncolica melodia invade cada rincón de la plazuela. Los focos empiezan a tiritar como si danzaran mientras se burlán de la melodía que demuestra melancolía absoluta. Sigue sin detener siquiera a respirar.

por **Liv James Hitt** Jue Jun 24, 2010 7:23 pm

Maldito pueblucho… mis pensamientos divagaban constantemente dentro de una batidora que removía mis ideas y las hacia papilla. Era un asco pensar que me quedaría en este lugar más tiempo de lo presupuestado. No tenía la menor idea de los días transcurridos, sólo sentía que la herida de mi pierna estaba sanando poco a poco.

Mis pies se arrastraban uno tras otro y mi mirada se fijaba en cara rostro que veía, todos y cada uno de ellos atados a este lugar al igual que yo. ¿Por qué?, no, eso aún no poseía una respuesta lógica en mi cabeza. Era como una muerte sin resolver, faltaban muchas piezas y no se encontraban ni una pista en la escena del crimen, o sencillamente algo que me guiara a una explicación.

Paulatinamente comencé a conocer la ciudad, aventurándome cada día por calles diferentes. Siendo de esta forma que las imágenes mentales del lugar iban formando un mapa en mi memoria, conocer la zona era primordial para alguien como yo, que requería información privilegiada para estudiar el comportamiento de los miembros del manicomio de luces.

Até mi cabello y me vestí como de costumbre. El cigarrillo se encendió entre mis dedos creando figuras desiguales en el aire. Caminé sin destino alguno por largo rato, las luces me guiaban con un brillo patético. Hacía explotar un par de bombillas solo por diversión y para escuchar aquel mínimo sonido de destrucción.

En mi cojeo llegué hasta un roble, con un misticismo impregnado en cada rama y con una melodía que creaba estragos en la mente de una maniaca como yo. Busqué en todas direcciones la procedencia del sonido, logrando encontrar el foco de melancolía, detuve mi andar haciendo presión en mi pierna buena para mantenerme estable.
No esperé a que el sonido cesara y como una maleducada me apresuré a hablar: - El árbol no llorará con tus recuerdos, ni las ramas bailaran ante un sonido tan taciturno - sonreí sin ganas volviendo a atraer el cigarrillo a mis labios.

¿Cuanto tiempo duraría esta condena? ¿Podría volver a comer las galletas de limón de Brooke?

Spoiler:

por **Vincent Van Dort** Vie Jun 25, 2010 6:17 pm

Los dedos de aquél joven se movían sin para un sólo momento, parecían lloran al compás del tintineo que tenían algunas luces, esas que rodeaban aquella gran plaza... los edificios, las ramas, en sí, aquél tétrico paraje al cuál más de una vida había sido condenada. Una pequeña corriente de aire, con un pequeño sabor a... una vez más, soledad, había inundado la mente y rozado el alma de Vincent Van Dort.

Por un momento, el joven cerro los ojos fuertemente, entrando en una terrible escena llena de recuerdos. El momento, el lugar y las personas. Más de una habían sido las que de un modo por falta de cordura... se habían matado. Aquella terrible bruma de un colo, morado, semejante a un violeta. La mujer que rondaba de aquí a allá, como si de un duendecillos travieso se tratara... Pocas fueron las personas, que él recuerda, que aún habitan esta pequeña villa. Esta villa aterrorizada por un árbol, un árbol que no es natural sino que parece ser cosa del mismo infierno o posiblemente de Dios que castiga a los que han quebrantado los Dogmas.

Silencio... De un momento a otro, los dedos que estaban danzando se detuvieron, las tintineantes luces volvieron a ser estáticas y el árbol, junto con el viento, había detenido la risueña alegría. El lugar que parecía muerto, recuperaba un poco de vida. Una sonrisa atraveso su rostro, no pronuncio palabra alguna ante las acusaciones de la mujer desconocida, sin embargo la voz no tenía nada familiar. No giró a ver de quién se trataba, sólo una rislla fue lo único que dejo escapar.

- Noche, Buena Señorita. - Musitó con un tono de apatía. Tomó la flauta con ambas manos, le miro breves instantes... la flauta desaparecio en aquella gran gabardina oscura. Lentamente se puso de pie, el tintineo de las cadenas se esparcio como eco en el lugar. -No le parece que es un comentario muy inapropiado, para alguien que acaba de llegar -Enarco levemente una ceja, después de todo, su nueva acompañante, no dejaba de ser una dama... aunque no tuviera refinamiento. Analizó su vestimenta, noto la herida que traía en la pierna, y una vez más, una sonrisa adorno su rostro.

Aun así, sea bienvenida a esta pequeña villa- Las palabras sonaron un tanto burlonas, una pesona más, una menos, siempre era divertido ver como se quitaban la vida unos a otros.

por **Liv James Hitt** Sáb Jun 26, 2010 2:39 am

Observé más allá de aquella melodía, o esa risa entre la brisa. No era difícil comenzar a hacer un perfil del muchacho, aún así me mantuve al margen para tener más información referente al chico. A simple vista no superaba los 18 años de edad y su risa le indicaba que no se trataba de una persona sumisa.

-Podría decir que sí, pero a estas alturas ya nada me parece inapropiado- musité alzando la mirada para mirar a los ojos al joven. Estaba exhausta de toda esta ironía y no me iba a detener en las buenas costumbres para que las personas me aceptaran… la mascarada comenzaba a caer, y mi paciencia se estaba haciendo más débil.

-Bienvenida no es la palabra que me hubiese gustado escuchar, un adiós o simplemente un por acá puede tomar un tren de regreso sería lo mejor- me encogí de hombros sin bajar la mirada ni un segundo y usando un tono de voz un tanto petulante. Suspiré y miré el roble sin sentir ganas de acercarme lo suficiente.

Con mi presencia el voltaje de las luces bajó haciéndolas menos brillantes y más apropiadas para mi vista. Las preguntas comenzaban a bombardear nuevamente mis sentidos. Observé reiteradamente al chico para volver a abrir la boca y preguntar: - ¿Cuánto tiempo llevas tú aquí?... pequeñín- agregué lo último en tono socarrón

Yo ya no lo sabía del todo, era tan confuso que me producía jaqueca.

Una calada, dos caladas, tres caladas, pasaban una tras otras por mis pulmones. La eterna noche se hacía cargo de mantener mi cabeza en su sitio y no actuar como una demente… Ahora, comenzaba a entender el comportamiento de Arnold… ¿cuanto me tardaría yo en hablar con fantasmas?

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