Condenación y furia [Libre]

Tras la desaparición del misterioso hombre, Hugh accionó su arma un par de ocasiones, disparando a la niebla violacea que parecía extenderse a todos los rincones visibles con sus brazos delicados y casi delineados. Profirió un grito amenazante mientras golpeaba el suelo con fuerza, sintiendo como si éste cediera ante sus pies. Sintió la ira, la ira de encontrarse estacionado en medio de la nada, en medio de un sitio que bien podía ser una treta de Vlad para tomar a sus nobles sirvientes irlandeses.

Guardó la 9mm en el cinturón de nueva cuenta, por si las personas le habían visto. Esperaba no alertar a la policía de aquel poblado, lo menos que requería eran más problemas de los cuales preocuparse. Comenzó a alejarse de lo que parecía una especie de estación... mientras, ante sus ojos, la ciudad comenzaba a adquirir una increíble coloración a base de cientos de lámparas, focos parecidos a los suyos probablemente.

Ignoró el asunto, pensando cómo salir de semejante contratiempo. Inmediatamente pensó en el teléfono, pero se percató de que la señal era nula. Desde luego, le tenían bien preso. Mataré al imbécil de Vlad en cuanto me lo encuentre de nuevo... no se saldrá con la suya. masculló caminando sin dirección alguna, perdiéndose entre los diversos lugares que habían, yendo a solo sabían las estrellas donde.

Las luces eran constantes, al igual que los extraños murmullos en su cabeza, los mismo que parecían generar una especie de migraña como la que solía experimentar en momentos de tensión, migraña que realmente era algo más. Se detuvo al final, sobre una especie de lápida, sin saber la forma en que había llegado, recargándose casi por completo.

-¡Cáyense!- gritó soltando un puñetazo a la piedra que tenía una inscripción antigua en ella.

La sangre comenzó a manar de su puño, pequeñas y miserables gotas que caían silenciosamente al suelo hasta mancharlo de un color rojo bastante agradable para Hugh. Estuvo a punto de reir, de dejarse llevar por la demencia que se apoderaba de él a cada segundo; primero voces, ahora aquello... pronto estaría loco.

Escuchó algo, algo en la mortuoría presencia de los muertos. La diestra buscó de inmediato el arma, recién colocada en la cintura, tapada por el traje que con elegancia vistiera más de una ocasión aquel desdichado ahora preso de un pueblo desconocido. Poniéndose en pie, apuntó a la fuente del ruido, caminando lo más sereno y firme que le fue posible, ignorando los susurros en su cabeza tanto como podía.

-¿Quién diablos eres?- preguntó a través de la niebla, apenas consiguiendo ver una figura humanoide entre el humo púrpura que cubría buena parte de la visión. Su voz, a diferencia de otras ocasiones, era hostil, furiosa, muy distante del hombre cortés y galante que solía ser Hugh Pravus- ¿Acaso te mandó Vlad?- agregó entre risas espeluznantes, sin dejar de apuntar con la 9mm al lugar al que se dirigía lentamente.

Hugh perdía las riendas de la cordura a velocidad desmesurada, dejándose llevar por la poderosa corriente de la locura que tiraba fuertemente de su diestra para descender hasta el abismo de la perdición donde, seguramente, el Roble quería que llegara.

Sus ojos se mantuvieron inmóviles en la figura humana que se aproximaba hasta él, la misma que resultó ser una mujer. Su lengua recorrió sus labios un par de ocasiones mientras la escuchaba, mientras mantenía en alto el arma preparado para reaccionar con rapidez y efectividad. Después, un gruñido fue lo que se oyó, un gruñido semejante al de un viejo ermitaño que ve su paz y tranquilidad alterados.

El aire alrededor no parecía demasiado tóxico, demasiado era la palabra clave. Intuyó que, tal vez, la niebla tenía algo, una porquería que le ocasionaba semejantes demencias... una porquería que incluso podría hacerle ver personas donde no. ¿Acaso aquella bombilla era realmente el vehículo para eso?

Mierda, no estoy pensando, pronto me diré a mí mismo que los conejos rosas saltan y son amigos del idiota de Barney se recrimió tan pronto pudo, intentando recordar cada palabra de la mujer, humana, alienígena o quien fuera con quien hablaba.

Deja de actuar como novato, tienes que dominarte y salir adelante... o te mataremos cerdo estúpido... escuchó en su cabeza, sacudiéndola para buscar mayor coherencia en sus actos, mayor firmeza y determinación. Está bien, lo intentaré pensó en respuesta a pesar de lo absurdo que le pareció

-Realmente, si un bastardo hijo de perra me apuntara, por lo menos trataría de contestarle algo y no salir con un montón de cosas que no tienen mucho que ver- respondió Hugh, ignorando buena parte de las palabras pronunciadas por la mujer. Quitó el seguro de la pistola y prosiguió, esta vez bastante más calmado.- Así que, intentémoslo otra vez, ¿quién eres, qué haces aquí y dónde mierda estoy!?

El cañón del arma seguía a la mujer donde iba, mientras Hugh buscaba recuperarse del shock que suponía estar extraviado por completo.

Mátala... mátala...mátala escuchó Hugh en su mente proveniente de una voz femenina que no alcanzaba a identificar. La idea le agradaba, demasiado, más por el hecho de recibir aquella burla de parte de una perfecta desconocida... Paciencia, Hugh, paciencia, tendrás el momento adecuado esta vez, la voz de su padre actuó para frenarlo... Con un puto carajo, ¿no tienes el valor pedazo de escoria irlandesa?

-Mierda...shhhhh- murmuró Hugh sacudiendo la cabeza violentamente, pero aún oyendo parte de las palabras que revelaban cuanto sabía la mujer o visión frente a él.

Se dio un par de golpes en la cien con la mano libre, mirando a través de sus ojos furiosos a Liv, esperando paciente a que terminara de hablar. Mojarse los labios era una constante ahora que sentía la desesperación, ahora que acababan de decirle que "no había regreso".

Miente... mátala...Mata...muerte

Sin decir más, se aproximó donde Liv, pistola en mano, hasta colocar el frío acero del arma a menos de un par de centímetros de su cabeza, iracundo, frustrado, casi bufando. ¿Acaso se burlaba de él?

-Bien, bien, bien, bien Liv, no soy ningún estúpido, debe haber un camino de vuelta, ¿sabes? Siempre lo hay, preguntando se llega a Roma, ¿no?- inquirió, hablando a toda velocidad mientras reí demencialmente. Luego se alejó cuatro pasos, sin perder de vista su blanco- Pero es un lástima que no sepas nada de nada, quizás me sirvas más con una bala en la cabeza, ¡no lo sé! ¿Qué dice el público?

Silencio, las voces no respondieron esta ocasión, ni siquiera un gruñido, nada... absoluto y tétrico silencio

-Son unos aguafiestas esos bastardos...- inhaló profundamente, bajando su ritmo cardíaco hasta sentirse más tranquilo- Está bien, está bien, mi nombre es Arnold, encantado de conocerte- concluyó más relajado... quizás no tanto.

Liv le ignoraba, como si estuviera frente a una grabación incapaz de hacerle nada por mucho que esta gritara y la amenazara. Hugh apretó con mayor fuerza la pistola, casi esperando que la bala saliera del arma a causa de semejante tensión, sin embargo, sabía calcular, sabía mantenerse más o menos cuerdo... sabía que no tenía margen de error y, sobretodo, que matar a alguien en un sitio así fácilmente le daría problemas.

Claro está, nada lo preparó para aquello que sintió en menos de un parpadeo. Con eso confirmaba que el mundo estaba plenamente loco, vuelto de revés, exageradamente perturbado y, sobretodo, que era una maldita pesadilla de la cual tenía que despertar para ir a matar a Vlad. La electricidad todavía parecía fluir por su rostro, aún más molesta que el mismo impacto cuya huella rojiza estaba bien impresa en su mejilla.

-¡Maldita bruja hija de perra! ¿Qué coño fue eso?- gritó iracundo Hugh sintiendo un par de gotas de sangre resbalando por su cara al tiempo que lengua empapaba constantemente los labios en una especie de frenesí completamente fuera de control.

Mátala antes de que te mate.... No, primero tortúrala y devora sus entrañas... Quémala viva... ¡Que arda la bruja!...¡Crucifícala! ¡Crucifícala! ¡Crucifícala! ¡CRUCIFÍCALA!

-¡Callen sus putas bocas estúpidas y bésenme el trasero!- un par de disparos sonaron en el aire, destinados a nada y a todo a la vez, buscando la fuente de aquellas misteriosas voces que atormentaban la mente de Hugh.

La presión era demasiada: voces, extravío, la posibilidad de que estuvieran esperándole para matarlo... Y entonces recordó y lanzó un puñetazo al rostro de Liv, con los ojos casi inyectados en sangre por completo.

-Sentí tu bofetada como tú eso- espetó Hugh sacudiendo su mano varias ocasiones. Un segundo después se rió como loco, como si acabara de escuchar una broma magnífica al oído. Acto seguido, se puso tan serio que no parecía el mismo- ¿Cómo mierda lo haces? ¡Dime si no quieres que te crucifiquen ellos!- finalizó él mientras apuntaba velozmente a un grupo de puntos alrededor de ambos.

En toda su vida, jamás experimentó tanto dolor como en esos pocos segundos en que su cuerpo se dobló en contra de su voluntad. Cayó de rodillas, gruñendo, aún más iracundo que antes, deseando desmembrarla pieza por pieza para luego entregarla a su Albatros.

-Maldita...zorra...hija de... puta- masculló Hugh mientras intentaba recobrarse del impacto en los genitales.

La 9mm había caído a un lado de él, de hecho, había sentido como se incrustaba el metal en su palma una vez cayó de golpe. Trató de sujetarla, pero la fuerza le había abandonado temporalmente... no así las voces que buscaban aconsejarle en ese momento oscuro.

Jode a la perra... Mátala... Viola y mata a esa perra... Arráncale los cesos... Cómete viva a la zorra

La furia que cegaba a Hugh pronto le devolvió las energías e incluso las voces parecieron distantes. La respiración entre cortada se agitó todavía más y la pistola pronto tuvo el peso de una pluma entre los dedos del desquiciado irlandés.

-¿Por qué... no tragas plomo?- preguntó mientras levantaba el arma, apuntaba sin fijarse y esperaba que el viento trajera la voz de su padre para indicarle que disparara.

Spoiler:

La voz de su padre había dado el sí a los pensamientos asesinos de Hugh, provocando que el índice activara el arma; de ella terminó por salir la bala que, aún sin haber sido correctamente apuntada, dio en el blanco gracias a las grandes habilidades del maleante.

Una risota demencial siguió al estruendo que anunció el disparo. Un tiro limpio, un tiro casi perfecto. Los ojos de Hugh terminaron por arder, casi escupiendo llamas desde ellos. Su lengua danzó entre sus labios durante un instante mientras observaba con regocijo el fruto de sus acciones.

Claro está, la suerte le deparaba algo diferente. Inmerso en su momento de victoria, fue incapaz de mirar cuando Liv se aproximó, tocando su pierna hasta generarle una inmesa corriente de energía que terminó por casi dejarlo inconsciente. La 9mm cayó al suelo irremediablemente.

-¡Púdrete estúpida zorra!- gritó Hugh cuando una de sus propias balas perforó su pierna. Por suerte, el disparo había cruzado limpiamente, sin tocar ninguna arteria importante, tan solo creando un agujero en el pantalón y un brote de sangre.

Las voces fueron distantes, apenas murmullos incomprensibles que parecían localizarse en otra dimención. La ira llenó de rojo su vista, la furia consumía por completo sus entrañas y asfixiaba su espíritu calmo y sereno. Soltó un golpe a la lápida detrás de él, la misma sobre la cual cayerá parcialmente derribado.

-¡Esto es Armani, no tienes ni puta idea de cuanto vale!- su puño, a la vez, concluyó el viaje hasta la piedra, que contrario a lo esperado... se fragmento en varios pedazos de diferentes tamaños. Sus dedos, sin saberlo, arrancaron un trozo de lápida como si se tratara de cartón.

Sostuvo entre su diestra la piedra, plagado de ira, con los ojos chispeantes y la sonrisa más retorcida que tuviera en mucho tiempo. Arrojó el fragmento de lápida hasta los pies de Liv, casi arrodillado por la molestia causada por el disparo.

-Dame un razón para no matarte- murmuró apretando los dientes, sangrándose las encías al tiempo que hacia un esfuerzo por colocarse en pie.

Mátala... destrózala... No, convéncela de unirse a tí... Maneja la electricidad, lo has visto... úsala

Consejos, consejos, demasiadas palabras para que Hugh pudiese.... entonces se dio cuenta de que podría sacar provecho de las aparentes habilidades de Liv. ¿Acaso no había sido capaz de electrocutarle con simplemente tocarlo? Su mente se puso a trabajar de inmediato, estudiando los detalles de minutos atrás, mientras sus dientes desgarraban la manga del traje, esperando con ello apretar lo necesario para evitar perder demasiada sangre.

Pensó un instante, se concentró lo suficiente como para no arrancar otro trozo de piedra y.... momento, ¿arrancar otro trozo de piedra? Sin duda, estaba en una situación bastante extraña, demasiado, pero ya tendría oportunidad de averiguar cuanto fuese prudente a su debido momento. Hizo que su cuello tronara un poco, liberando parte del estrés de encontrarse en un momento de crisis.

La tela hizo su trabajo, apretando en la medida de lo posible hasta que el flujo de sangre disminuyó. No era la primera vez que tenía una herida de bala en el cuerpo.

-Chica ruda, ¿eh?- murmuró Hugh algo cansado y más relajado... todo parte de su estrategia- De acuerdo, tú ganas esta vez. No te mataré, no ganaría nada, salvo bastante que explicar... y la gente ganaría un cadáver apestoso por la mañana- añadió riendo ante su broma- Supongo que gracias a tí tendré que buscar una tienda donde reemplazar mi traje y un buen hospital, además de una botella de un vino excelente. ¡No sabes cuanto te lo agradezco! Espero que los habitantes no sean tan hospitalarios- concluyó poniéndose en pie finalmente, ocultando las molestias que ello le generaba... Jugar con fuego era algo a lo que se estaba acostumbrado en tiempos recientes si duda alguna.

Ve Hugh... Aprisa, tu vida depende de ello... Síguela...

Liv comenzó a tomar ventaja, lenta pero segura ventaja. Hugh se mantuvo escuchando a sus guías, aquellos mismos que comenzaran por atormentarle y que ahora le ayudaban en cierto sentido. Recordó que la molesta mujer tenía su 9mm, lo cual fue suficiente para decidir hacer caso a las voces... no sin antes, claro, pensar en una manera para caminar con mayor facilidad.

Tomando en cuenta que había logrado destrozar una lápida de un golpe, supuso que arrancar la rama de un árbol debía ser mucho más sencillo que eso. Haciendo un pequeño esfuerzo consiguió acercarse a un árbol marchito, cuyos brazos parecían sacados de una película de terror. No había muchos, estaban esparcidos a lo largo del camposanto de manera irregular al parecer. Cerró la mano entorno a la rama y tiró de ella, cortándola sin muchas dificultades.

-No está mal- masculló Hugh usando aquel pedazo de madera como báculo.

No tardó en avanzar en la misma dirección que Liv, respirando profundamente para reprimir el deseo de arrancarle la cabeza de un golpe. Las ideas parecían fluir de nueva cuenta en su mente ahora que la tensión de la situación no era tan elevada.

-De acuerdo, te sigo. Supongo que si necesitamos ponernos agresivos será más divertido hacerlo en grupo- fueron las únicas palabras de Hugh, quien decidió sumergirse en el silencio... fraguando una estrategia para recuperar su arma.

Las voces le susurraron, las voces le hablaron más de una ocasión, pero su mente poco a poco se fue concentrando, separando la aparente ficción de las verdaderas preocupaciones de la realidad. Lentamente, Hugh recobraba la celeridad mental que le sacara de terrible aprietos en más de una ocasión, salvándose el pellejo en casos casi extremos.

Sus prioridades fueron: evitar una infección en la zona herida, descubrir dónde se encontraba, localizar una forma de salir y matar a Vlad... todo en ese exacto orden.

Frenó su avance, encarando a Liv con una mirada mucho más centrada que aquella demencial de minutos atrás. Sus ojos denotaban ahora un rasgo que rayaba en la sabiduría al tiempo que su rostro exhibía una extraña calma. Todo indicaba, además, que Liv también atravesaba un instante de reflexión en que las emociones al límite terminaban en un segundo plano, movida, tal vez, por la necesidad de sobrevivir.

-Veamos- comenzó Hugh, cerrando los ojos después de admirar como los alrededores parecían estar plagados de cientos de focos idénticos al que sostenía entre sus manos... idénticos excepto en los colores- Dudo que tengas el mismo estilo de vida que yo, incluso que seas del mismo país. Así que la clave del asunto estaría en cómo llegamos a este sitio- desplazó sus memorias cuidadosamente entre los eventos más recientes- Abordé el tren en Dresde, iba a Estambul. Luego de ver a una chica en el tren, Eve si no me equivoco, esta me dio un boleto para el vagón siete, aunque no recuerdo haber pedido ese, más tarde me quedé dormido y desperté aquí... No creo que hayan usado una droga en mí, aunque no descartó la posibilidad... ¿Cómo llegaste a este sitio?- concluyó con un semblante sereno; las voces le demandaban la cabeza de Liv en bandeja de plata servida para la cena... pero su cerebro le decía que aquella mujer le ayudaría más viva que muerta... al menos por el momento.

Fácilmente se dio cuenta del par de coindicencias en la llegada de ambos, quizás más que coincidencias, quizás destino, ritual, secuestro, budú o lo que fuese que la maldita voz de mierda le estuviese diciendo. No hizo el mínimo esfuerzo por esconder el asombro que recorrió sus facciones en menos de un segundo, pero sí retornó a una especie de seriedad en un tiempo bastante corto.

Se pusó a meditar al respecto un instante, apoyándose un poco más en el bastón improvisado que bastante ayuda le brindaba. ¿Y si todo era una treta de Vlad para asesinarle?.... No, ya habría podido matarle en una ocasión si ese fuese el plan en su mente. Al final decidió continuar resolviendo el acertijo.

-Un hombre con sombrero muy peculiar y que no dijo una mierda- se limitó a responder Hugh- Luego se fue como si la estúpida niebla se lo tragara- añadió evocando la forma en que se encontrara con el individuo- Aunque, me dio un foco azul

Respiró hondo aún con el cúmulo de ideas recorriendo su cabeza, al igual que los gritos que demandaban la muerte inmediata de Liv... ante lo cual emitía un casi imperceptible susurro de vez en vez.

-No creo que podamos hacer mucho aquí. Mejor sigamos caminando para sentarnos a beber mientras nos arreglan- sugirió con voz calmada y serena a pesar de las circunstancias.

Te mataremos si no la matas... ASESÍNALA YA.... Pronto, tengo que obtener toda la información que pueda de Liv, entonces su cabeza será nuestra y su cuerpo de los buitres...