En suspensión [Azul]

por **Aleksandra Milkovich** Jue Mayo 27, 2010 8:31 pm

Cuando dejé atrás la cafetería decidí relajarme y dar un paseo antes de llegar a mi compartimento. Por los pasillos me crucé con poca gente, la mayoría parecía atareada, móviles pegados a las orejas de la corbata azul o un cigarrillo sin encender inamovible en los labios de una mujer de nicotina. La imaginé con el humo ascendiendo a su alrededor, envolviéndola hasta hacerla desaparecer, a ella con sus ojos grises y las suaves arrugas de una sonrisa oxidada. Las mujeres de nicotina siempre dejaban de sonreír, caminaban envueltas en humo y eran realmente escurridizas siempre que supieran que les perseguían; las pistolas no les daban miedo, los cuchillos tampoco pero el fuego sí, la imagen de una de esas damas de humo consumiéndose lentamente como un cigarrillo me provocaban un cúmulo de sensaciones que no sabía explicar, tampoco olvidar durante demasiado tiempo ya que ellas siempre venían a mí o Petrov me las traía. Solo cruzamos una mirada, después ella volvió a su asiento y yo continué por los pasillos

Caminaba en dirección contraria a la que seguía al tren, con las manos metidas en los bolsillos y libre de una compañía que rara vez necesitaba. Podía distraerme fácilmente porque el paisaje era hermoso, tal vez sombrío u oscuro, con todo cautivador; no necesitaba pensar en nada o en nadie, la mente en blanco, presente pero en suspensión. Tal vez las palabras de algún libro o una frase curiosa de alguna película pasaban por mi cabeza, seguidas de una breve reflexión que volvía a callarse para dejar al silencio. No quería dejar de caminar ya que el paisaje volvería a repetirse, entonces sí necesitaría las páginas de un libro o de los violines de Vivaldi. Sin embargo un obstáculo en el camino me obligó a detenerme.

por **Azul** Jue Mayo 27, 2010 8:44 pm

Las historias podía contarlas con facilidad, uno, dos, mil historias revoloteaban en su cabeza y ella caminaba taciturna ataviada con ese cobalto como una manta de humo. Su mirada azul tornasol cambiaba dependiendo del humor que la acompañe. Los pasillos eran estrechos y ella llevaba consigo a Kaos, un violín de azul intenso, con unos grabados en los bordes, también traía un arco de plata con unas piedras preciosas que lo decoraban en azul.

Un suspiro salió de su pecho aun andante sobre aquellas zapatillas muy finas y su porte glamouroso. Hasta que se detuvo en la entrada de estos donde había una ventana y se podría apreciar el camino, había una mujer de cabello oscuro y la miró con curiosidad. Le impedía el paso y se hizo a un lado, surcando levemente una de las comisuras de sus labios rosas. Y le hizo un gesto de saludo. Se colocó el violín en el hombro y empezó a tocar una suave melodía que se contrastaba con el sonido metálico del vagón. Miró a la mujer y luego volvió su mirada hacia el cristal, el cual reflejó las siluetas de las dos mujeres.

por **Aleksandra Milkovich** Vie Mayo 28, 2010 5:12 pm

Era especial. No sabía decir cómo lo sabía, simplemente lo veía en ella y ya. Llevaba una sonrisa sincera en los labios que me confundió un momento, me confundió porque ella no era gris, ella estaba llena de colores aunque solo vistiera con uno. Su saludo, o la pequeña sonrisa eran gestos que llevaban una gama de colores intrínseca, colores de vida. Cuando intercambiamos nuestras posiciones no seguí mi camino, sino que me paré allí mismo y el paisaje comenzó a repetirse y ella comenzó a tocar. El hecho de que llevara un violín en la mano o lo tocara en el pasillo de un tren no me sorprendió, acogí el hecho con muda aceptación, apoyada donde podía, observando el repetido paisaje. La melodía no era demasiado extensa pero sí dulce, me hacía pensar en algo familiar con lo que me sentía cómoda, como podía ser una cajetilla de cigarros o el todoterreno negro con el que me moví un tiempo por Ucrania.

No volví a mirar a la chica, estaba demasiado ocupada con mi Déjà vu, si bien le seguía con el oído atentamente. Me recosté ligeramente sobre uno de los paneles y saqué un cigarrillo que me llevé a los labios sin encender para saborearlo solo un rato. No consideré necesarias las presentaciones, a ella no le hacía falta saber mi nombre para tocar ni a mí el suyo para escucharle, tampoco hacer cualquier comentario cotidiano sobre el tiempo, los viajes o la persona a la que nos íbamos a encontrar cuando llegáramos a la estación; por eso le pedí que siguiera tocando, sin sonrisas o miradas que pidieran un favor, sólo mi voz serena y la frecuente exclusividad de mis erres.
- ¿Puede seguir tocando un poco más?- y esos bosques verde alienígena comenzaron a repetirse.

por **Azul** Vie Mayo 28, 2010 9:40 pm

Eve se quedó parada mirando el cristal y bajó a Kaos dejando que ese sonido angelical se detuviera. El olor a tabaco la trajo de vuelta ese aroma le gustaba aunque en ocasiones le hacía perderse en sus recuerdos que no hallaba. Aquellos ojos tornasol de Azul miraron a la mujer cuando esta pidió que tocara, y asintiendo como una muñeca de porcelana se volvió a llevar al hombro a su fiel amante Kaos, que empezó a gemir una nueva melodía, ella le encantaba hacer esto tocar toda la noche hasta el amanecer. Sonó la melodía algo melancólica con un sentimiento que iba más allá de lo mundano, las notas volaban y se agitaban con las ruedas de hierro, y la noche caía lentamente cubriendo aquel cristal en que se miraba. Cuando finalizó hizo una leve reverencia hacía la mujer y tenía una sonrisa bastante cálida.
-Soy Eve… -dijo presentándose ante la extraña y se inclinó delicada a recoger algo del suelo, parecía un billete de tren- ¿Es suyo? –le dijo con una delicada voz- Parece que se le ha caído.

por **Aleksandra Milkovich** Sáb Mayo 29, 2010 8:17 am

La melodía se extendió por todo el vagón, no dejó un solo rincón sin conquistar, eclipsó el propio sonido del tren y nos regaló a todos una sombría belleza que por desgracia poca gente sería capaz de reconocer. Era una belleza que se casaba perfectamente con la del paisaje, del cual iban quedando siluetas y el recuerdo de sus árboles fuertes ligeramente iluminados por un Sol tenue. Como el cigarrillo no se consumía pude disfrutar de él todo el rato, me apetecía enormemente encenderlo, especialmente cuando bajó el violín de nuevo y me quedé sin paisaje y sin música, pero al menos la tenía a ella, que podría ser una extraña caja de sorpresas.

Continué contemplando nuestro propio reflejo en el cristal, cada vez más nítido, no advertí ningún cambio en mi rostro cuando se presentó aunque sabía que podría haber exhalado un suspiro perfectamente, con gusto no advertí ninguna intención de estrecharme la mano, Eve-que así se llamaba- se inclinó un momento y desapareció, poco después volvió a asomarse por el cristal con algo en la mano. Giré la cabeza para mirarle directamente cuando me ofreció el billete que tomé sin prestarle demasiada atención, también me saqué el cigarrillo de la boca y lo tiré.

- Lo perdería cuando me acercaba, gracias.- la hora de salir de allí se me antojaba cercana, con lo que pasé junto a ella para volver a cambiar nuestras posiciones, para volver a mi compartimento y pasar el resto del trayecto leyendo- Gracias por su música y su tiempo.- le di la espalda, volviendo a colocar las manos en los bolsillos, sintiendo la Magnum contra mi pecho, no veía el momento de apretarla contra la frente de un pobre diablo mientras llamaba a la policía para que recogiera su cadáver.

por **Azul** Dom Mayo 30, 2010 7:13 am

La mujer había recibido el billete de tren y la sonrisa de Eve se dibujó cálidamente, podría causar mucha confianza hasta alegría solo con mirarla, aunque su mirada podría significar otro tipo de sentimiento. Se regresó a mirar por un momento el ventanal y luego la miró de nuevo. Ella notó el cigarrillo y notó que no estaba encendido, aun así pudo sentir el aroma, no le molestaba, le agradaba el olor a tabaco fuerte, no dijo nada al respecto.
-Espera –le dijo Eve con curiosidad, no dejaría ir a la mujer así tan rápido sin hacerle algunas preguntas, su sonrisa cálida se hizo más amplia y mientras la miraba con aquellos ojos azul tornasol esbozó las preguntas con aquella voz cantarina que poseía: -¿Crees que la música puede reparar el dolor del alma?

por **Aleksandra Milkovich** Dom Mayo 30, 2010 8:13 am

Apenas di un par de pasos cuando la voz de la chica me alertó, no me giré tal y como se podía esperar, sino que esperé a su pregunta dándole la espalda, con lo que pude darle vida a mis facciones, enarcando libremente una ceja y dejando entrar la confusión a mi mirada. Cuando me di la vuelta para mirarle fue curiosidad lo que se dibujó en mi rostro, por una parte por su sonrisa, por otra por esa pregunta tan inesperada como profunda. Ella no podía esperar de mí una buena respuesta, no podía esperar de mí siquiera la verdad, y aún así me veía obligada a responderle, esa mirada intensa no pedía otra cosa.

Como respuesta sólo podía ofrecerle mi propia experiencia en la que no era sólo música, también libros, cine o muerte taponaron una ausencia que dejó de doler, se convirtieron en una forma de vida y una vía de escape; pero mi transformación del dolor en algo cruel no tenía solo que ver con la experiencia, bien lo sabía, yo podría haberme alimentado de la crueldad y la sangre aún sin dolor o esa ausencia significativa, para qué negar que sentía haber encontrado mi lugar en el mundo, por qué decir que me refugiaba en esa forma de vida desamparada y sola. No, yo era demasiado fuerte.
- No, ella no puede.- volví a darle la espalda pero no me moví de mi sitio, sólo esperé a escuchar de nuevo su voz.

por **Azul** Dom Mayo 30, 2010 6:42 pm

Eve tenía cierta oscuridad guardada en aquellos ojos tornasol, se fijaban en aquella mujer que por un instante le causó inquietud, algo le decía que debía estar atenta, cuidadosa o su destino en este vagón podía cambiar en cualquier momento. Sintió miedo y eso era normal, le escuchó sin que le satisfaga su respuesta, porque para Eve la música era un alimento esencial, de eso se alimentaba todos los días, amaba y sobrevivía. Miró la espalda de la mujer y murmuró de manera que pudiera escucharlo la acompañante que se retiraba:
-Cuando las luces oscurecen, nuestra alma cambia… no tengas miedo al destino que está marcado por el presente…-fue lo último que dijo mientras se quedó mirando el ventanal y con Kaos en una de sus manos se lo llevó a los hombros para tocar aquella dulce melodía que en ese momento parecía tétrica. El vagón seguía su ritmo, seguía un destino incierto acarreado por una locomotora que feroz marcaba marcha hacía un lugar nuevo-.

por **Aleksandra Milkovich** Dom Mayo 30, 2010 6:58 pm

Decidí seguir mi camino con el silencio de la mujer, sus palabras me llegaron lejanas, cargadas de todo el significado que unas palabras salidas de esos labios rosas podían tener, pero qué bien se me daba olvidar, prestándole mayor atención a la melodía que me perseguía por los pasillos estrechos devorados por la oscuridad. Volví a cruzarme con la misma gente, volví a cederle el paso a otras caras grises, ninguna se giró para mirarme y yo no pude ver a ninguna. Volver a mi compartimento parecía la mejor idea para pasar el resto del trayecto: El paisaje ya no se repetía, sólo quedaba una pantalla negra, una cajetilla de cigarrillos y varios kilómetros con los violines de Vivaldi cerca de mis oídos.

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