Los cementerios nunca fueron tan encantadores... [El señor del sombrero]

por **Doreen Conrad** Vie Jul 16, 2010 4:58 am

¿Cómo explicar lo que me había pasado? Llevaba a penas unas cuantas horas en este lugar, no me molestaba en absoluto, sólo me costaría un poco conocer mí condición, adaptarme a cada momento, sentía aquellas ansias en la garganta que no entendía, procuraba no pensar en eso respiraba profundo y al observar el lugar se me olvidaba por completo. No tenía un rumbo fijo. Recordé que al entrar me habían llamado mucho la atención las bombillas del roble, el lugar a pesar de tener un estilo un tanto rustico, estaba completamente iluminado por bombillas y lámparas, reaccione buscando en mi bolso la bombilla roja que aquel hombre me había dado, me quede pensativa, lo tenía en mis pensamientos, su aparición y desaparición repentina… ¿Lo volvería a ver?

¿Dónde pasaría la noche? Esa preguntaba daba mil vueltas en mi cabeza, pero recordaba bien que en la entrada del lugar había un hotel un tanto peculiar, sonreí ampliamente, no me molestaría en estar pensando en ese tipo de cosas, si estaba aquí era por una razón, por la misma razón por la que había escapado de casa, tal vez por la misma razón por la que no estaba con mis padres, toda cosa nueva para ir suele ser un reto demasiado grande, demasiado tentador que puede volverme un ser completamente apasionado, de hecho demasiadas veces suelo ser terca si algo se me cruza a la mente.

Camine sin parar por el lugar, era como si mis pies me indicaran a donde debía ir para encontrar las respuestas necesarias, las que necesitaba, si bien me daba cuenta pude apreciar una que otra mirada dirigida a mí, ¿acaso sabían algo que yo no? Daba igual no me torturaría pensando en los demás, no me importaba. De pronto, pare enfrente de este lugar, pude observar con mucha dificultad por la neblina, aquello eran tumbas, ¿qué quería decir? Me adentre al lugar a paso firme y de pronto, aquello había tomado sentido para mí, aquel era un lugar más que misterioso, pude inclinarme en una de las lapidas delinear el hombre de una de ellas, estaba confundida, pero sabía que todo tenía relación aquí, me levante de ella y me senté en una banca enfrente del lugar… respuestas es lo que quería.

por **El señor del sombrero** Vie Jul 16, 2010 11:58 pm

La bruma se espesa y el parece flotar sobre la purpúrea que se amontona a sus pies. Con aquel sombrero de ala ancha que cubre sus ojos, su bastón de león y aquella pipa en la boca que humea ese fuerte y fino tabaco extranjero aparece entre las calles cercanas. El cementerio no es su casa pero le gusta pasearse por ahí, donde tiene su tumba, Pan Wickham. Se alimenta de los peatones que topan con el. Algunos se alejan al sentir temor, se alimenta con aquella sonrisa terriblemente encantadora. Gira su bastón con sutil elegancia y camina por las tumbas con ese fino traje de casimir, sus zapatos de piel y sus ojos avellanas se postran sobre la mujer que anda por esos lugares. Su mirada lasciva recorre su cuerpo, fijándose en los hombros, luego en su cabello, bajando lentamente hasta sus zapatillas.

El señor del sombrero no se acuerda de los mandatos del roble, no se acuerda de ese trabajo de otorgar las bombillas, para el la mujer que está ahí es una desconocida. Se acerca con esa desbordante carisma y elegancia, con ese glamour que pocos hombres poseen y con una voz sumamente hipnótica saluda:
-Bonjour madeimoselle –él sabe reconocer a los habitantes y puede percibir que la chica es una Nocturna, su sonrisa se vuelve seductora y le pregunta con su acento afrancesado- ¿Está bien? ¿Está perdida? – su pipa de ébano humea ese tabaco volando sobre su rostro y perdiéndose sobre su sombrero, se apoya carismáticamente sobre su bastón, que la empuñadura es un león-.

por **Doreen Conrad** Sáb Jul 17, 2010 2:01 am

El tiempo se había vuelto demasiado relativo para mí, no podía ocultar que en este momento era de lo poco que me importaba, de hecho mi alrededor no estaba ahorita como una de mis prioridades, pasaba a segundo planes, primero necesitaba respuestas sobre mí, aunque para ser sincera tenía ya una idea en la cabeza sobre lo que me estaba ocurriendo y que era yo… La sed me delataba, había suspirado de manera fuerte con cierta melancolía, no podía creer que esos seres que tanto leía en los libros de fantasía pudieran existir y sobre todo que yo fuera uno de ellos, en realidad muchas cosas no podía creer pero ahora todo era creíble, daba igual, lo único que me importaba saber era ¿Qué sería de mí?

Estaba tan metida en mis pensamientos que no me di cuenta de su presencia, rápidamente me levante de mi asiento emocionada, acomode los ligeros holanes de mi blusa, suavice mi rostro ligeramente para no notarme de esa manera, era el primer rosto conocido que tenía en la villa no lo conocía pero al menos era al primero que lo veía por segunda vez, me acerque a paso firme, sin perder la elegancia de mis movimientos, observe su silueta, misterioso, esa era una palabra que podía describirlo un poco y era lo que me llamaba la atención. – Si estoy perdida, estoy bien sólo perdida – Le sonreí con cierta coquetería.

Cruce mis brazos, y aclare mi garganta – Usted se encuentra bien… ¿Qué hace por estos lugares? – Deje de observarlo por unos momentos y fije mi vista en el cementerio, la neblina por extraño que pareciera no bajaba al contrario, se veía cada vez más espesa, intente no tomarle importancia a las cosas. – Muy peculiar el lugar… ¿no lo cree? – Mordí mi labio inferior ligeramente para intentar no ponerme nerviosa, no sabía que decirle que hablar, pero su aura por pesada que la sintiera me agradaba.

por **El señor del sombrero** Lun Jul 19, 2010 12:04 am

Solo se alimenta de los patéticos sentimientos que pasan por las calles y ahí de pie mira con profundidad a la mujer mientras fuma de su pipa de ébano, con esa galantería que lo particulariza. Deja que el humo fuerte de tabaco se convine con su olor a lavandas. Los ojos de la mujer parecen sedientos y él se aprovecha de ese sentimiento para alimentarse.

El elegante hombre levanta un poco su sombrero para enseñar aquellos hermosos ojos color avellana. El le sonríe de forma educada cuando le responde su pregunta. Le gusta ir a sentarse en su tumba a recordar que está muerto y que la hiel azul que le recorre en las venas solo le hace permanecer en esa existencia que tiene.
-Es un lugar para reflexionar –Dice con esa voz peculiar, fuma su pipa de ébano, se quita el fino saco de casimir, se arremanga la camisa y de dos movimientos ese bastón se convierte en una filosa espada que brilla con un color plateado y se desgarra la piel del brazo con esta dejando que brote un poco de sangre, no es igual a la de ser humano común, porqué el señor del sombrero está muerto, pero produce lo mismo, calma la sed y esto es una jugosa oferta..- o para alimentarse… ¿Tiene sed? –Vuelve a colocar su espada en su funda para darle la apariencia de bastón-.

por **Doreen Conrad** Lun Jul 19, 2010 6:15 am

La tenue luz de la luna reflejo sus ojos, dejándome apreciarlo por completo, por un momento me quede perdida en ellos, disfrutando del contraste de estos mismos con su piel, la luz de la luna le daba cierto efecto al señor del sombrero que me estaba impidiendo dejar de verlo. Por unos momentos me sentí completamente avergonzada, pero no importaba, suponía que su galantería podía permitirme este tipo de actos, o al menos eso quería pensar, recorrí con lentitud mi vista desde sus ojos hasta aquella pipa en sus labios, algunas costuras de sus mangas hasta por fin llegar a su mano, sus largos dedos, y aquel bastón fino que había cambiado de utilidad.

No pude evitar tocarme mi garganta con fuerza y soltar un ligero quejido al sentir como aquel liquido emanaba de su brazo, caminé dos pasos, me quede estática por unos segundos y mordí mi labio inferior con fuerza intentando aguantar el deseo por beber aquella sangre, sus palabras ce cayeron como anillo al dedo, no pude aguantar más, camine a paso acelerado hasta aproximarme en un parpadear hasta él, tome su mano con delicadeza, aproxime la punta de mi lengua a la línea chorreante de aquella herida, lamí con sutileza el líquido, y al final di una ligera succión. Por un momento me había perdido de mis sentidos, no me había dado cuenta de lo que había hecho y el atrevimiento.

Alce mi vista dudosa no soltando su brazos rápidamente, me volví a colocar de manera firme, con una postura perfecta, era la primera vez que hacía algo así, al fin entendía que era, o al menos eso quería llegar a pensar, pase la lengua lentamente por la comisura de mis labios, una gota traviesa se había escapado, intente borrarla rápidamente pero seguramente se habría dado cuenta. – Lo lamento, perdí el control – Mi respiración se había acelerado, no podía disimularlo pero la adrenalina que había sentido al alimentarme había sido grande, me sentía extasiada, pero al mismo tiempo avergonzada, y aunque era raro, también el descaro me había gustado, varias emociones a la vez que seguramente no podía ocultar y que no quería hacerlo. – ¿Cómo sabía lo que necesitaba? – Pregunte curiosa volviendo a buscar aquellos ojos que me habían cautivado, pero no al grado de sentirme embriagada por él como el sabor de su líquido vital.

por **El señor del sombrero** Mar Jul 20, 2010 4:28 am

El señor del sombrero se queda de pie observando a la mujer cuando su sangre corre por su brazo. Su sonrisa cruelmente encantadora se marca en las comisuras de sus labios, invitando a la mujer que beba. Fuma aquella pipa dejando ese humo volar sobre su cabeza y la sangre gotea sobre la tierra del cementerio. Pan cierra los ojos al sentir la lengua de la Nocturna paseando por el hilo de sangre que corre por su piel. Gruñe gutural, mirándola, le causa un exquisito placer.

Cuando la mujer se detiene, el vuelve a fumar de su pipa. La observa cauto y le sonríe con ese maldito encanto. Niega, de forma de que la mujer entienda de que no se preocupe. La cortada empieza a cerrar. Baja la manga de la camisa y se coloca de nuevo el saco como si no hubiera pasado nada.
-Sus deseos hablan con su mirada madeimoselle –Se mete la mano en uno de sus bolsillos del saco y un pañuelo de seda color azul se tiñe sobre de este extendiéndoselo a la mujer para que se limpie los restos de sangre que tenía en sus labios- ¿Está bien? ¿o necesita más? Con gusto le daré más si lo desea. –sonríe de forma carismática y seductora acercándose a ella-.

por **Doreen Conrad** Mar Jul 20, 2010 9:09 am

Relamí mis labios con coquetería, limpie cada parte de la comisura de mis labios con la lengua de la misma manera , no le negué el pañuelo, sonreí tomándolo en delicadeza y deslizándolo entre mis dedos para disfrutar de la textura de este, me sentía completamente fuera de mí o tal vez estas reacciones eran de mi nueva yo, la que reaccionaba ante la galantería, ante el deseo de beber aquel líquido que acababa de beber de él, la energía me había mejorado por completo, también el humor, ya no sentía preocupación, ahora sólo sentía un poco más de tranquilidad, la sed se había desvanecido un poco pero no por completo.

Acaricie mi garganta con la mano con la que sostenía el pañuelo, una ligera brisa atrajo el aroma del caballero del sombrero. Aquel aroma me alteraba, no de mala manera al contrario, cerré los ojos, lo disfrutaba, su presencia tenía algo que me llamaba, pero suspire tranquilamente calmando mis reacciones.

El sonido de sus pasos aproximándose hizo que abriera los ojos, busque los suyos aunque me intimidaban un poco, sus pasos eran precisos y elegantes, no pude evitar también dar unos pasos para aproximarme hasta él, me gustaba sentir estar cercanía que tal vez no significaba mucho para él, tal vez no significaba mucho para mí, pero era agradable sentir aquello, su sonrisa coqueta y encantadora me perturbaba, por aquellos momentos había olvidado por completo mi alrededor, como si de verdad el ejerciera cierto efecto en el ambiente, como si todo se centrará en él.

Enigmático, misterioso, no sabía ya como describirlo. – Estoy bien así, no quiero perder por completo el control con su sangre – No sabía de donde había tomado la fuerza para apartar mis ojos de los suyos – ¿Usted necesita de algo? – Medite un pequeño momento, ya que había hecho aquello por mí, yo podría hacer algo por él. – Lo que pida, será suyo – Sonreí por completo aun sin voltear a verle, contemplaba el cementerio, no quería cometer alguna tontería.

por **El señor del sombrero** Miér Jul 21, 2010 5:49 am

El extraño hombre se queda mirándola con lasciva, le parece una escena deleitante. Le satisface. El viento y la bruma se movien un poco queriendo arrancar su sombrero sin éxito alguno, dejando en el aire ese aroma a lavandas y hacien volar ese humo del tabaco aromático.

Sus ojos avellana la observan, penetrantes y seductores, le sonríe con su desbordante carisma mientras le escucha hablar. Asiente ante lo que ella dice y luego escucha esa pregunta, la mira con curia. ¿Está segura esa mujer de preguntarle eso al desconocido hombre del sombrero? El parece suspirar con una imborrable sonrisa perfecta de sus comisuras.
-Le pediría que fuera mi esclava –dijo con ese encanto que puede hechizar a cualquiera, su atracción animal es muy fuerte- ¿Es muy osado de mi parte…? –ríe con gracia absoluta, nota que no le mira a los ojos, el mira también hacia donde ella mira- Solo le pediría un poco de compañía, nada más que usted no desee.

por **Doreen Conrad** Miér Jul 21, 2010 6:38 am

Un ligero escalofrió recorrió por completo la línea de mi columna hasta recorrer cada parte de mí, sus palabras parecían haber sido tan enserio como tenerlo enfrente y saborear aún su sangre en mi boca. Mordí mi labio inferior, esto siempre lo hacía cuando me ponía nerviosa, suspiré varias veces intentando relajarme. Aquella sensación de excitación por haber bebido sangre aún no se había borrado por completo de mi cuerpo, suponía que era algo normal ya que había sido la primera vez en que bebía aquel líquido vital. – Su esclava – Dije entre susurros sin voltear a verle.

Aquel hombre era demasiado atrayente con sólo ver su porte, podía llegar a imaginar que tenía chicas detrás de él, pero no sabía en realidad nada así que deje de pensar tonterías. Alce la mirada hasta encontrarme con la suya y sonreírle por completo, si había dejado que bebería de su sangre quería decir que era de buenas intenciones… ¿o no? Mil preguntas volaban a la vez en mi cabeza.

Negué con la cabeza – Yo dije que podía pedir lo que quisiera y seria suyo, supongo que fue sincero al pedir algo – Le sonreí con complicidad, no me gustaba tomarme las cosas a mal, a fin de cuentas podría no volverlo a ver y las cosas terminaban en sólo un encuentro casual, qué más daba. AL menos el señor del sombrero me mostraba que era todo un caballero, hasta el momento. Di dos pasos más hasta él acortando en demasía la distancia. – Supongo que la compañía no le hace daño a nadie... ¿Quiere que estemos aquí toda la noche?. – Me quede pensativa por varios segundos, había tomado de su sangre como si fuera lo más preciado en aquel lugar pero no había preguntado su nombre, por un momento me sentí avergonzada, pero no se había dado la oportunidad, así que más vale tarde que nunca. – Disculpe… ¿Cuál es su nombre? – Moví con ligereza mi cuerpo, coordinando perfectamente mis pasos, haciendo que mi pequeño vestido se moviera acorde con el aire, la elegancia la había obtenido de mi madre, la delicadeza. Recargue mi cuerpo en la pared que estaba atrás de nosotros, dejando caer parte del peso, estaba cansada, apenas me había alimentado y no había dormido lo suficiente, necesitaba al menos relajarme, de cierta manera el señor del sombrero me daba cierta curiosidad pero aunque se escuchará extraño podía sentir paz, mezclada con cierta precaución, mi cuerpo se sentía un poco a la defensiva.

por **El señor del sombrero** Vie Jul 23, 2010 4:47 am

Los detalles son importantes para este misterioso hombre, la observa como si fuera una obra de arte, la mira meticuloso. Se amamanta de todo el flujo de emociones que hay en el aire y esa sonrisa que particulariza al hombre se extiende en sus comisuras, con galanura. Fijándose en los ojos azules de la mujer, le encanta el color azul, como la hiel que corre por sus venas. Asiente sujetando su sombrero ante las palabras de la joven. Acaricia la barbilla de la joven con una delicadeza y seducción que pocos poseen.
-Cualquier lugar está bien para mí, ¿Le gustaría ir a otro lugar? Una mujer fina como usted, un cementerio no es lugar para pasar una velada. A menos que a usted le agrade.

La mira con fascinación, y luego su rostro se nota un poco diferente, la pipa saca ese humo aromático y se la quita de la boca para decir. -Pan Wickham –le toma el dorso de la mano y la besa - ¿Usted? - Se le queda mirando con esa curia que brota de sus ojos avellanas, sonríe perfectamente esperando las respuestas de la mujer.

por **Doreen Conrad** Vie Jul 23, 2010 6:44 am

Entrecerré los ojos un poco perturbada, aquel hombre era excesivamente elegante, atractivo, con aquel aire de seducción que nunca antes había visto, mezclada con aquella seguridad y misterio que no permitía que quitara la mirada de él, no importaba en que parte de su cuerpo mirara. El poco contacto de su piel, con la mía, había bastado para que mi piel se erizara por completo. Agradecí que hubiera hablado por unos momentos, así podía dejar de verle de manera tan descarada, sonreí con complicidad para él, sus ojos de nuevo empezaban a atraparme pero estaba vez pude controlarme. No me gustaba sentirme intimidada por alguien, y no empezaría en este momento. Suspiré complacida al sentir el beso en el dorso de mi mano, preste atención a sus movimientos – Doreen Conrad , encantada Pan…- No sabía si era correcto tutearlo tan rápido, pero daba igual, en ese preciso momento recordé la manera en que había bebido de su sangre, sabía que podía llegar a hablarle con más confianza y soltura, sin pedir la educación, la manera fina de hablar.

Relamí los labios volviendo a saborear la sangre del señor del sombrero. – El lugar es agradable, sirve para reflexionar… – Hice una ligera pausa y di unos pasos a su alrededor, observándolo de todos los ángulos posibles, no aparte de mi rostro aquella sonrisa que ahora me delataba, ya importaba poco si me veía obvia o no al disfrutar de su galantería y coquetería. Pare justo mirando su espalda, sonreí, ¿Acaso había sido bendecido con aquella manera tan natural de cautivar a alguien? Solté una risita traviesa pero me quede en aquel lugar, me gustaba estudiar un poco las reacciones de los demás, el no sería la excepción. – Aunque… Puede decirme... ¿Qué lugar sería digno de mi presencia? ¿De nuestra presencia? - Observe los holanes de mi pequeño vestido, deslicé la yema de los dedos en estos, una ligera brisa fría golpeo mis sentidos haciendo que temblara un poco, esto de no alimentarme de manera correcta me estaba afectando. Pase mis manos en mis brazos haciendo fricción dándome cierto calor, suspiré un poco deteniendo mi movimiento de manos, para terminar por cruzarlos a la altura de mi pecho.

por **El señor del sombrero** Sáb Jul 24, 2010 4:42 am

Sube un poco su sombrero enseñando esos ojos avellana y deja su pipa a un lado, la cual el humo cede. Saca las cenizas y la guarda dentro de su saco. Se dedica apoyarse en su bastón y con esa profunda mirada se queda observante. Complacido sonríe y asiente ante el nombre de la señorita Doreen. No se sabe lo que piensa el señor del sombrero, es difícil determinar sus pensamientos cuando esa mirada brilla con peculiaridad. –Enchanté madeimoselle- A Pan no le molestan las informalidades, mucho menos sobre todo que ahora habían pasado a un plano extraño el cual involucraba la sed de la sangre.

En verdad es un lugar agradable, a Pan le gusta estar ahí sentado sobre su lápida y fumar su pipa de ébano. Se queda en silencio un momento mientras medita las preguntas de la mujer, con el semblante sereno y una sonrisa picara.-Un lugar elegante para una dama hermosa como usted. –la mira acariciando su tersa barbilla, la frialdad de sus dedos los puede percibir. Se quita el saco de fino casimir y se lo coloca en los hombros de la Nocturna para entibiar su piel de mármol. Dejándole su esencia de lavandas en la piel. El se queda con la camisa de seda abotonándose las mancuernillas. La nebulosa se disipa un poco- Le llevaré algún lugar donde pueda saciar su sed…- Pasa su brazo sobre los hombros de la joven y la encamina hacia la salida del cementerio.

por **Doreen Conrad** Sáb Jul 24, 2010 8:33 am

Aquel gesto me había tomado por completa sorpresa, en el momento en que coloco su saco sobre mis hombros deslice mis dedos dentro de las mangas, podría verme de manera graciosa, el señor del sombrero era ciertamente más grande que yo, entrelace los brazos a la altura de mi pecho como abrazándome por completo al saco del señor del sombrero, disfrute su aroma, su esencia, el calor que la prenda desprendía de él en aquella prenda, cerré mis ojos por completo simplemente para apreciar todo aquello, mezclado con el olor que desprendía su pipa, en mis labios se formó aquella sonrisa casi poco perceptible, aquella sonrisa sólo mía cuando disfrutaba tanto algo sin querer dejar que se notará por completo.

Le miré por un momento a los ojos sonriente, aquel hombre era todo un caballero, me trataba con cuidado, con delicadeza, tenía al menos la preocupación de cuidarme del frío que hacía aquella noche, como nunca antes me habían tratado, sonreí por el último pensamiento, era normal que nadie me hubiera tratado de esa manera, no me gustaba acercarme demasiado a los hombres, por aquellos prejuicios míos, pero me sentía tranquila. – Gracias … - Le susurré con delicadeza. Si quería complacerme lo estaba haciendo de la mejor de las maneras, su sangre me había tranquilizado, pero aún tenía ganas de consumir más, necesitaba más, no sabía aún como controlarme, además no quería perder la cabeza al estar deseosa de aquel liquido vital, si perdía más tiempo sin alimentarme, le pediría a él, bebería más de su líquido, saciaría mi sed y aquel deseo. Sentí su brazo recorrer mis hombros aproximándome a él para poder avanzar, camine a la par de él, sin decir más, sin decirle mucho, al parecer los dos hablábamos poco y el silencio no incomodaba, la compañía era buena, sabíamos apreciar la que teníamos aquel momento.

Me preguntaba qué cosas habría que descubrir en él, que escondería esa mirada, aquellos ojos color avellana que me habían atrapado, ¿Qué escondía el señor del sombrero? Aquello era para mí un misterio, aquello lo quería descubrir, me preguntaba si habría el tiempo necesario, si aquel hombre se abriría conmigo de aquella manera, el tiempo lo diría, el momento lo diría y si teníamos otros encuentros como este, o más cercanos, hasta el momento todo había sido agradable, quería que así siguiera, si me invitaba a salir de ahí era porque estaba disfrutando al estar conmigo. Deje de pensar en mí, de lo que podría o no pasar en el futuro, alce la vista para contemplar de nuevo el perfecto rostro de Pan, le sonreí tímida, rápidamente gire un poco mi cuerpo observando el cementerio sin dejar de mirar, el me dirigía así que estaría segura al andar. Las tumbas dejaban de verse, por la distancia y por aquella neblina, suspiré sintiendo cierta aquella paz acumulada por el lugar, volví a concentrarme en el camino, me sentía dudosa, curiosa por saber de mi nuevo destino…

FIN

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Los cementerios nunca fueron tan encantadores... [El señor del sombrero]

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